Por Arturo R. Moreno Rábago, enviado y René de Jesús Araujo
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS Y CHIAPA DE CORZO (Notimex) 07 de septiembre de 2018.- Para el poeta Mario Nandayapa, Chiapa de Corzo lleva en la sangre una extraña hermandad entre el agua y el temblor de tierra, y esta relación inmemorial se manifiesta de vez en cuando, como el 07 de septiembre de 2017, cuando ocurrió un sismo de magnitud 8.2 que afectó al estado de Chiapas.
El movimiento telúrico –el más fuerte que recuerde la población– afectó a 120 monumentos históricos en Chiapas, de los cuales una veintena de iglesias de San Cristóbal de las Casas y Chiapa de Corzo resultaron dañadas.
A la fecha, autoridades y especialistas del INAH restauran y resguardan estos edificios con láminas, que aprovechan los artistas callejeros para expresar su identidad mediante pinceles y latas de spray, y que servirán de marco para las próximas fiestas patronales.
“Se espantaron todos, quedamos así; es la primera vez que pegó fuerte acá, ha pasado por ahí pero menos, este es el más fuerte que me acuerdo”, relata José Antonio Girón López sobre el temblor que a un año de ocurrido, sigue vivo en la memoria de los chiapanecos.
Trabajador del Centro Cultural de San Cristóbal de las Casas, asegura que a pesar de tener 20 años residiendo en el lugar, este fue el sismo más grande que vivió, “es la primera vez que pegó fuerte”, donde la sorpresa de la sacudida extraordinaria se combinó con la impresión que provoca la oscuridad”.
“Como fue en la noche, entonces cada quien se reunió con su familia a ver que pasaba, luego siguieron de día igual, tristes”, puntualiza al recordar que tras ese movimiento telúrico continuaron diversas réplicas que revivían en las personas la impresión del primer movimiento.
El director del Centro Cultural el Carmen, Carlos Amador Román Flores, comenta a su vez que los servicios del lugar no sufrieron mayores daños, “lo que fue más impactante fue lo emocional, lo que afecto a la población; porque no están acostumbrados a los sismos”.
Recuerda que “fue de una magnitud bastante grande, entonces si les afectó psicológicamente; estuvieron con las replicas constantemente y lo estaban viviendo a diario, día y noche estaban con todo esto, entonces si afectó anímicamente”.
Tras esas réplicas y de manera paulatina se recuperó la vida normal de la población, toda vez que los servicios de la ciudad no se vieron afectados gravemente.
Ahora “sigue la actividad normal, ya toda la población tomó su ritmo normal; te das cuenta cuando sales a la calle, los restaurantes abiertos, la vida de noche, todo esta completamente normal”, subraya Román Flores.
En su poema, Mario Nandayapa llama al viento en lengua chiapaneca, como cuando los niños llaman al ventarrón que levantará los papalotes en el cerro de San Gregorio durante los meses de otoño.
Y habla de la resistencia y la conciencia de este pueblo para conservar sus costumbres ante la modernidad y enfrentar también los embates de los fenómenos naturales, como el de 1974, cuando “tembló muy fuerte, tanto que cimbró el enojo de Santo Domingo, quien daño las columnas de su templo”.
VP/Nacional/EZ