Por Omar Ocampo
MÉXICO (Notimex) 09 de mayo de 2020.- Flor de María López Lozada es una policía de la Comisión Estatal de Seguridad Pública del Estado de Morelos. A sus 40 años de edad, es madre soltera, con tres hijos, y reconoce que es difícil hacerse cargo sola de una familia.
Ha dicho a sus hijos que si llega a morir, sea cumpliendo con su deber o por el COVID-19, se vayan a vivir con su abuela a Chiapas, donde está toda su familia.
Adscrita al municipio de Jiutepec, en la zona conurbada de Cuernavaca, la oficial descansa 24 horas y trabaja turnos de 24 horas, o más pues “a veces nos encuartelan o nos dejan salir más tarde”. Es decir, en una semana ve a sus hijos cuatro días o menos.
Mientras ella trabaja, sus hijos se quedan solos en casa. La mayor, de 17 años de edad, prácticamente es la mamá de sus dos hermanos: uno de 14 y el más pequeño de cuatro.
“Es muy difícil, porque tengo que separarme de mis hijos, me cuesta mucho trabajo”.
Sin embargo asegura, y se le oye orgullosa, que sus hijos no dan mucha lata, “han madurado mucho, gracias a Dios son unos niños muy tranquilos”. De más pequeños, una vecina se los cuidaba.
La crisis sanitaria por la que atraviesa el país genera miedo en la mujer policía, ya que teme infectarse del COVID-19, debido a que a veces está de servicio en colonias donde se han registrado casos y fallecimientos.
Cuando sale de turno, extrema precauciones para evitar contagiar a su familia, por si lleva el virus en su uniforme. Momentos antes de llegar a su domicilio les habla por teléfono y les dice que no salgan de su cuarto porque va a pasar directo al sanitario a quitarse la ropa y bañarse.
Cada jornada laboral es nueva para Flor de María. Después de que pasa lista y recoge su arma, el comandante le asigna un servicio, que puede ser un patrullaje o vigilancia de algún lugar.
Al momento de la entrevista con Notimex, vía telefónica, la mujer policía explica que custodia un domicilio de una unidad habitacional donde falleció una persona, y ella se encuentra en resguardo desde la calle, con el sol a plomo y sin poder acceder a un sanitario.
“Y pues aquí, a la bendición de alguna persona que nos quiera apoyar y nos dé permiso de pasar a su baño, como mujer pues, más que nada”.
Está consciente del riesgo que corre al atender una emergencia por inseguridad. Y dice que lo más preocupante para ella no son los delincuentes, es que sus hijos se queden huérfanos y solos en Morelos, donde no tienen a ningún familiar.
Sus hijos, a su corta edad, ya saben qué hacer en caso de que su madre fallezca: “le van a hablar a su abuelita y se van todos, los tres juntos, siempre, para allá”, a su natal Huixtla, en Chiapas.
“Platico de todo con ellos. A veces los pongo tristes, pero es mejor la realidad por el trabajo, el riesgo que uno corre”.
Menciona que el poco tiempo libre que le queda, cuando no duerme, lo pasa con sus hijos. No sale mucho a pasear, porque tiene muchos gastos.
Hasta antes del confinamiento recomendado por las autoridades de salud salía a practicar baloncesto o futbol con su hijo, o con el más pequeño a jugar. “Para mí, mis hijos son todo”, subraya.
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