A 164 años de su naufragio, un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) identificó los restos del buque británico HMS Forth que se hundió frente al mar de Yucatán, en el Arrecife Alacranes. Ya desde el siglo XVI el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo advertía de una muerte dolorosa a quien encallara en este conjunto de islotes.
La tragedia del Forth, uno de los paquebotes de la línea de las Antillas de la “Royal Mail Steam Packet Company”, fue descrita en su momento por el periódico británico Ilustraded London News el 8 de marzo de 1849. Fue en la noche del 14 de enero de ese año, en su rumbo a Las Bermudas, que la embarcación zozobró en los escollos de dicho encalladero, golpeándose sobre las rocas y partiéndose prácticamente la mitad del barco.
Guiados por estas referencias históricas, así como por el informante don Francisco Cano Ocaña, el equipo del INAH dirigido por la arqueóloga Helena Barba Meinecke, responsable del área de Arqueología Subacuática de la Península de Yucatán, se dirigió al norte del arrecife y a una profundidad aproximada de 18 metros, observó elementos metálicos dispersos de un naufragio, el único localizado en esa zona de arrastre.
Degradados y corroídos, in situ se encontraron vestigios de calderas, máquinas, ejes, propelas, anclas y los codastes, por estos últimos —que sirvieron de soporte a todo el vapor—, se calcula que el Forth debió tener un tonelaje aproximado de 1900 toneladas. Asimismo, las características de las piezas metálicas corresponden a una embarcación destinada a transportar correo.
Estos elementos que Helena Barba señala como “diagnósticos”, son testigos mudos de una tragedia que bien reseñó el Ilustrated London News a mediados del siglo XIX.
Según el periódico británico, los náufragos lograron llegar a un islote cercano al lugar de los hechos, aproximadamente a 3 km. Días después fueron rescatados por el vapor Dee y trasladados al puerto de La Habana.
El equipo de Arqueología Subacuática registró en una cédula los restos de un naufragio que correspondería al Forth, desde su localización exacta hasta las medidas de cada una de las piezas halladas, acompañada de dibujo y fotografía. Dependiendo de la profundidad y el oleaje, esta labor implica permanecer una hora diaria bajo el agua.
Como parte de la temporada de mar 2013 en Arrecife Alacranes, que se llevó a cabo del 14 al 28 de abril, se ubicaron 14 naufragios más. Estos sitios se suman a los seis que con anterioridad había localizado la maestra Pilar Luna Erreguerena, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, por lo que suman ya 21 los reportados en este lugar.
Aunque será necesario emprender una investigación más a fondo, un par de los naufragios recién ubicados podrían corresponder a otra embarcación de la “Royal Mail Steam Packet Company” hundida en 1847, el HMS Tweed; así como al navío belga Charlote que encalló seis años después, en 1853.
“Los materiales de estos vapores son muy similares porque se trata de barcos de línea, es decir, las piezas fueron fabricadas en serie. Hablamos del auge de la Revolución Industrial, de ahí que debemos regresar a los archivos y encontrar datos específicos que podamos cotejar con los elementos diagnósticos de cada uno de los casos”, explica Helena Barba.
A 130 km al norte de puerto Progreso, “las Alacranes” —como son conocidas— gozan de una funesta celebridad por sus naufragios registrados desde el siglo XVI hasta nuestros días, y que han sido provocados por la compleja red de corales, bancos de arena y pequeñas islas que emergen discretamente del fondo del mar, en una superficie de 326 km2.
En una búsqueda documental que se emprendió entre 2010 y 2012, se hallaron referencias históricas de 25 naufragios, anota Barba Meinecke, por lo que se planearán otras temporadas de campo a fin de salvaguardar, en la medida de lo posible —mediante registro y la presencia directa del INAH—, este patrimonio sumergido.
La recurrencia de estos accidentes llegó incluso a oídos de la Reina Victoria de Inglaterra y fue la reconocida compañía de seguros Lloyd´s la que donó el faro que durante décadas guió a los marinos desde la Isla Pérez, uno de los islotes que conforman Arrecife Alacranes.
Pese a estos esfuerzos, ha seguido siendo un destino escabroso para las embarcaciones, caso del vapor pesquero estadounidense Tabasco que se vino a pique en 1933, y que es otro de los naufragios localizados hace un par de semanas gracias a la ayuda de un testigo presencial del hecho.
Los 15 sitios o naufragios registrados en la temporada de mar 2013 en el Arrecife Alacranes se extienden a lo largo de 60 millas náuticas —equivalentes a 2 o 3 horas de navegación— y al igual que el Forth, los testimonios consisten en los restos de cascos metálicos, ejes, propelas, mástiles, calderas, chimeneas, anclas, entre otros que yacen en el fondo de las cristalinas aguas.
Renata, Anclas de Castro, Herrajes de Esteban y Carabbean Sea, son otros de los nombres de navíos de los siglos XIX y XX, que el equipo de expertos del INAH pudo identificar en el marco del Proyecto Integral para la Protección, Conservación, Investigación y Difusión del Patrimonio Cultural Sumergido de la Península de Yucatán.
El equipo de trabajo e investigación estuvo conformado también por el arquitecto Raúl Octavio González Ramírez; Abiud Pizá Chávez, historiador; Jesús Castro Dzib, técnico en buceo; el administrador Bruno González Martínez y el capitán de embarcación Esteban Benítez Cano.
Además se contó con el apoyo de la Secretaría de Marina a través de la Novena Zona Naval de Yucalpetén, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, así como de los Centros INAH Campeche y Yucatán.