Para determinar cómo las neuronas de algunos circuitos corticales coordinan su actividad para sentir, memorizar y tomar decisiones, Ranulfo Romo Trujillo, investigador del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, y su equipo, experimentan con monos Rhesus para comprender esas actividades.
Desde hace años, explicó, al humano le interesa saber dónde ocurren las funciones cerebrales, y a través de innumerables estudios clínicos, se han determinado las zonas relacionadas con la generación del habla, la vista, el oído o los movimientos.
Al impartir la conferencia magistral La toma de decisiones cerebrales, explicó que para que la mente genere la percepción de un estímulo, requiere percibir y almacenar información.
Para demostrar este hecho, realiza estudios con el cerebro del mono, “idéntico al nuestro en su esfera sensorial, perceptual y de movimientos; obviamente, carece de las áreas que tienen que ver con el habla, y su capacidad para guardar información está reducida. Sin embargo, tiene sensación, percepción, memoria de trabajo y de largo plazo, así como acciones voluntarias”.
Al conocer que hay zonas dedicadas a mapear la información a diferentes partes de nuestro cuerpo, y que el del mono está formado de dos hemisferios, donde se pueden ubicar no sólo las de sentidos como la vista, sino de movimientos de la mano, nos dimos a la tarea de diseñar experimentos con microelectrodos colocados en el cerebro de esos animales previamente entrenados para discriminar la diferencia de frecuencia entre dos vibraciones mecánicas aplicadas a la punta de uno de sus dedos.
Después, se les pedía reportar sus percepciones y discriminar entre dos opciones (representadas con dos botones y el animal debía elegir uno u otro); si la respuesta resultaba correcta, era recompensado con jugo.
En este caso, el cerebro del mono combinaba la información almacenada en la memoria de trabajo con la que ingresaba por alguno de los órganos de los sentidos a ciertos circuitos neuronales, y a partir de esta mezcla tomaba la decisión de oprimir uno de los dos botones, refirió el miembro de El Colegio Nacional.
Estos experimentos indican que, probablemente, los receptores, las vías y centros nerviosos que sustentan la capacidad de prestar atención a los estímulos, acordarse y tomar una decisión, son prácticamente idénticos entre un hombre y un mono, comentó.
Desafortunadamente, este experimento no se puede hacer en humanos; pero con técnicas no invasivas de magnetoencelografía se ha corroborado que esto sucede también en nosotros, detalló.
Por tanto, puntualizó, el mecanismo de la toma de decisiones fino, la biología del proceso, tiene una base que puede trasladarse al espacio de la física y la representación matemática, de tal suerte que es posible decodificar con precisión dónde y en qué parte ocurren nuestras funciones cerebrales.
Obviamente es un salto grande entre lo que pasa en el cerebro de un mono y el nuestro, pero quiero pensar que no puede haber mucha diferencia entre la biología del órgano de uno de estos animales y el mío, concluyó.