Voces del Periodista Diario

A Davos como pilotos de noche

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

La velocidad a que galopan la cibernética y las redes sociales, por supuesto que dejan fuera del maratón al pequeño disco duro que algunos creemos traer en la cabeza.

Podemos, sin embargo, recuperar 21 días de enero para recordar que el 3 de ese mes de 2003, Vicente Fox Quesada fue emplazado por uno de los beligerantes a resolver una cuestión de Estado. El alelado guanajuatense respondió: Y yo, ¿por qué?

Después de 37 meses de hospedado en Los Pinos, Fox no se daba por enterado de que era el jefe del Estado mexicano. ¿A cuántos no ocurre lo mismo?

Del Foro Económico Mundial y algunos asegunes

Enero, en realidad, nos remite a otros helados territorios: A Davos, Suiza. Ahí, como ahora, se reúnen anualmente más de mil accionistas y ejecutivos de empresas de clase mundial que les dictan la carta de navegación a algunos jefes de Estado rigurosamente seleccionados como invitados.

Si mal no recordamos, en la primera edición del Foro Económico Mundial en 1991 se presentó Carlos Salinas de Gortari. Cuestionado su origen electoral desde 1988, el Presidente pretendía la legitimidad internacional de gestión.

Salinas llevó como carta de presentación el inicio de la desnacionalización del sistema de banca y crédito, puesta a caballo en mayo de 1990 por Pedro Aspe Armella.

Los súbditos rinden cuentas a sus monarcas

En las viejas formas aristocráticas europeas, los jefes de ese Foro privado llaman a cuentas a los depositarios y operadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), dictadores de las políticas de choque a los conductores de las llamadas economías periféricas, como la de México.

Participa también la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que actúa como una especie de comisario para que los Estados socios no se salgan del redil. El actual secretario general de esa organización, es el tampiqueño José Ángel Gurría Ordoñez.

Dado que ese exclusivo club de los ricos actúa como perro guardián del Estado neoliberal y remolque de la globalización, paralelamente empezó a funcionar el Foro Social Mundial, impulsado por los llamados globalifóbicos o altermundistas.

La sociedad “abierta” y sus enemigos

Ensayemos una suerte de parábola para abordar el tema del modelo neoliberal que con amorosa entrega abrazan los tecnócratas mexicanos y abrasan toda esperanza de liberación del pueblo mexicano.

Nominemos a tres que son reconocidos como padres del neoliberalismo: Ludwig von Mises, Friedrich Augusto von Hayek y Milton Friedman. Estos dos últimos, Premios Nobel de Economía.

Agreguemos, para aclimatarnos, a Karl Poper. Éste gana su sitio, porque a partir de los ochenta, la comisión editorial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo designó autor de cabecera para guiar la ideología de la nomenclatura priista y de la administración pública.

Citemos dos catecismos: Camino a la servidumbre (Hayek) y La sociedad abierta y sus enemigos (Poper).

El precursor por derecho propio es el austriaco Mises. Generó los fundamentos doctrinarios para combatir al socialismo que empezaba a fincar sus cabezas de playa en territorio europeo.

Un membrete activo en México con el nombre de Mises, tiene este sumario: Economía, mercado, libertad y paz. Se leyó bien.

Lo obvio en los autores citados y los títulos mencionados son el ataque al Estado interventor en la economía (o Estado benefactor). Aleatoriamente, otra obra de consulta para el mismo efecto podría ser El Estado megalómano.

La contraparte del Estado, pues, es el libre mercado y su mano “invisible”. Son productos de La Creación.

¡Muera la Justicia Social!

Un decreto implacable de esos cruzados de la libertad (de mercado), es: ¡Muera la Justicia Social!

Pero estamos en las nevadas montañas de Suiza. Ahí divisamos Mont Pelerin, no muy lejos de Davos. En aquella villa, a iniciativa de Friedrich von Hayek, en 1947, por primera vez se reunió un grupo de pensadores conservadores europeos y estadunidenses para discernir sobre el destino de la humanidad, amenazada por el totalitarismo de la dictadura del proletariado. Noble mortificación.

Ciertamente ahí empezó a plantearse el fin de las ideologías. Medio siglo después, cuando Ronald Reagan proclamó su revolución conservadora tuvo un explicador: Francis Fukuyama (El fin de la Historia/El último hombre y otras supersticiones a las que se adhirieron los tecnócratas mexicanos Made in USA).

Tamaña misión la de aquellos convocados a Suiza, no podía queda cercada en los linderos de la gélida villa anfitriona: Se puso a lomo de la Fundación Mont Pelerin. A mitad de su sexenio, Ernesto Zedillo Ponce de León le brindó hospedería en Cancún, Quintana Roo, para el reclutamiento de compañeros de viaje.

Se apuntaron como reclutas mexicanos, activos del sector público, militantes de alas derechas de los partidos políticos, ilustres académicos de universidades privadas (algunos incluso del Colegio de la Defensa/ Sedena). Obviamente, prominentes figuras de las asociaciones de hombres de negocios/muy buenos negocios con el maldito Estado como cliente y pagador.

Entre los regresivos resultados del ensayo neoliberal, las fallidas reformas transformadoras, las amenazas cumplidas y por cumplirse de Donald Trump, la búsqueda –como pilotos de noche– de aeropuertos y puertos alternos al naufragante Tratado de Libre Comercio de América del Norte y con una exacerbada pugna por Los Pinos, a Davos han volado nuestros emisarios para codearse con los managers de Las Grandes Ligas.

En la hora crepuscular de su sexenio, con el mismo destino emprendió la ruta Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa. Alienado, se presentó como el airoso Jinete en la tormenta que le dejaría a México y al mundo un buque de gran calado.

¿Quién le pegó en la línea de flotación al gran acorazado? En Davos no se encontrará la respuesta. Es cuanto.

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