Voces del Periodista Diario

Bilderberg sin mitos

Por Diego Pappalardo

Bilderberg es una de las sociedades de gerenciamiento de poder que padece, lógicamente, la pérdida del control en la gestión de la gobernanza global, debido a la concurrencia objetiva de las dinámicas de los procesos vigentes.
Cabe aclarar que este grupo nunca fue el pináculo del cripto poder mundialista; su razón de ser respondió -y continúa obedeciendo en la actualidad- a la plasmación de las finalidades de dominación de las élites de poder atlantistas que ambicionaron, realmente, constituirse, fáctica, conclusiva y excluyentemente, en un símil de “gobierno mundial”.

Cimentado en la plutocracia anglo-norteamericana, y cifrado en una cosmovisión tendiente a la poscivilización humana, con un afán existencial de “rehacer el mundo”, artificial, sintética y demencialmente, Bilderberg supo acompañar la primacía de las facciones supranacionales que, como se expresó anteriormente, tenían en mente como punto de llegada histórica el erigirse como centro único del devenir organizado y sistemático del mundo, donde se soslayaría, hasta su supresión político-jurídica, a las naciones.

En otras palabras: Bilderberg pretendía participar en la oligarquización del poder que se impondría en el orden mundial para mantener prevalente, en un modo controlador y predativo, a las élites del Atlántico.
Este objetivo planificador de la centralización del poder de alcance global, creyó estar cerca de su victoria integral años después de la caída de la URSS, cuando, prácticamente, de forma alelada, predominaba en todo occidente la convicción -que era, mas que nada, un efecto de la colonización mental de la ingeniería de los “Amos de Bilderberg”- que, inevitablemente, alrededor del 2030, habría un “gobierno mundial”, en cuyo mando estarían Bilderberg y otras organizaciones “tenebrosas”.

El “Fin de la Historia”, propugnado por interesados en desanimar a las élites y pueblos nacionales para que no desafíen el diseñado statu quo, y que fuera repetida, incoherentemente, por obstusos mentales como una etapa científica y racionalmente superior de la evolución humana o, como lo asumieron otros, una “tragedia irremediable”, implicaba que el ser humano, los pueblos y los estados de las naciones no podrían hacer nada en pos de sus subjetividades y capacidades soberanas y que, por tal motivo, debían enfilar hacia el matadero globalista, con la marca de, por ejemplo, “esclavo de Bilderberg”.

Pero este propósito de un sector del mundialismo, comienza a tener una réplica intelectual y política, a la par que una oposición empírica y contundente, a través de la forja de proyectos soberanistas y populares y la concienciación masiva ciudadana -que es el auténtico despertar de estos años-, contradiciendo y frenando, la progresión elitista globocratica de Bilderberg.
De esta forma, los sistemas de poder emergentes como los Irán, Rusia, China, entre otros, interrumpen y cortan, dentro de sus posibilidades respectivas, las ambiciones de los encapsulados en Bilderberg.

De igual manera, el proyecto Trump incide en la desestructuración de ese órgano que, en 2023, lloró la muerte de uno de los pocos cerebros de poder estratégico con los que contaba: Henry Kissinger.

Pues bien, y además de los actores anti-Bilderberg que fueron mencionados en el párrafo anterior, participan, igualmente, en la remontada mundial contra los millonarios “endiosados”, dirigentes políticos de orientaciones ideológicas distintas, organizaciones comunitarias, vertientes religiosas, comunicadores, medios de comunicación, escritores, activistas y tantos otros que, de una u otra manera, aún sin coordinación entre sí, y sin que conozcan todas las implicaciones, aportan, en la realidad de los hechos, para que Bilderberg sea, hoy, una entelequia de administración oligárquica con una fecha de caducidad en el horizonte.

Sí, y lo decimos sin rodeos:
Bilderberg sólo puede definir y controlar el mundo en un modelo de gestión del centripetismo atlántico globalista. Sin el predominio de este, con la consiguiente eliminación de sus antípodas, no podrá lograr sus fines nefandos.
Fue concebido así y, en ese algoritmo, también se encuentra su abrogación.
En efecto, el círculo surgido en 1954 es una sociedad de interacción entre poderosos, con entendimientos y fines específicos, que, en estos momentos, está en evidente retirada estratégica e histórica, y dista bastante de ser un “gobierno mundial”.
Este declive de Bilderberg, junto con su característica coyuntural de poder, lo observamos y apuntamos, claramente, en junio de 2018.
Efectivamente, en aquella oportunidad, escribimos “En la asociación internacionalista Bilderberg, hay mucho dinero pero a su alrededor también hay muchos mitos. No tiene la naturaleza ni la función de un súper gobierno en la sombra, es una plataforma que aglutina y direcciona a las élites capitalistas conforme a una agenda de hegemonía.

Prácticamente, el aroma aristocrático de sus tiempos fundacionales se evaporó.
Es una estructura de poder real pero su gravitación en la administración de los procesos globales está menguando progresivamente. No todo lo que se acuerda en Bilderberg se hace realidad”.

Entonces, cuando el nuevo patrón geopolítico de la estructura mundial es policentrista, y más de dos tercios de la población humana de la Tierra no obedecerá a la agenda Bilderberg, ya podemos hablar, en vez de magia, mitos y exageraciones, de un “inevitable” fin histórico de la megalomanía de Bilderberg, organización que fue y es, a todas luces, una herramienta de gestión de poder y no un “gobierno mundial”.

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