Expedientes del poder
Por Jorge Santa Cruz
Toda obra humana es, por naturaleza, imperfecta. No hay ser humano infalible. De eso, no hay duda.
Cabe, pues, la posibilidad de que los estrategas del Estado Profundo mexicano se hayan equivocado a la hora de ordenar la presunta persecución contra el candidato presidencial de la coalición Por México al Frente (PAN-PRD-MC), Ricardo Anaya Cortés.
A estas horas, el resultado de esta campaña contra Anaya es claro: lejos de precipitarlo al abismo del descrédito, lo ha revitalizado, como pasó con López Obrador cuando Fox trató de quitarle el fuero constitucional.
Puede ser que el establishment mexicano se haya equivocado; puede ser, sin embargo, que esté “acosando” al controvertido panista, aliado de las tribus perredistas y de las huestes de Dante Delgado, con toda premeditación, alevosía y ventaja. ¿Por qué?
Por una razón muy simple: catapultar a Anaya para neutralizar a López Obrador, quien es rechazado de manera unánime por los dueños del dinero, de los medios tendenciosos y… ¡del gobierno!
La jugada es muy simple: Anaya Cortés representa la continuidad del modelo neoliberal. Meade Kuribreña, también, pero es sacrificable. Digámoslo de otra manera: de lo que se trata es de impedir la llegada de López Obrador al poder, dejándolo en un segundo lugar y a Meade, en el tercero. Concretada la maniobra, se diría que fue una “elección democrática”. Tanto, que Meade fue derrotado.
Este escenario permitiría a Ricardo Anaya dejar su aparente condición de víctima para volverlo victimario de quien los dueños del dinero, de los medios de comunicación oficiosos y del gobierno, ven como su enemigo: Andrés Manuel López Obrador.
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Saludos.