Voces del Periodista Diario

Como mazatleco, tomo la palabra

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

A mi compañera de vida, Elva Elena

                                          Gárate Arámburo, en su LXXIII Aniversario.

                                    A mis hijos Abraham, Elba Elena e Iván.

    A mis nietas Laila Sahar, Ivanna Marina y Shareni.

Aun antes que tinta, por mis venas corre savia de mar. Aparecido en Mazatlán, algunos amigos me llegaron a nombrar El abominable hombre de las marismas.

Cuentan algunos cronistas, que el mazatleco, a fin nacido en puerto, está hecho de sangre de 22 nacionalidades. Ahora mismo, en Sinaloa sobreviven reductos de pueblos originarios.

Desde la primera mitad del siglo XIX, al mestizaje español se fue agregando el de otras etnias europeas. En el siglo XX, en Sinaloa se aclimataron colonias judías, alemanas y griegas.

Así nació la leyenda negra de Sinaloa

Acompañando a Madero en su campaña antirreeleccionista, a su llegada a Culiacán José Vasconcelos, con cierto humor sesgado, anunció: Estamos entrando al territorio de la carne asada. Algunos lo interpretaron: Al reino de la barbarie.

El mismo sacerdote Andrés Pérez y Ribas, capellán de la expedición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, fue más benigno en su descripción de los indios de Sonora y Sinaloa; ésta, Provincia de Nuestra Señora de Sinaloa.

El náufrago Núñez Cabeza de Vaca, nombrado segundo adelantado por Carlos I, cautivo del mito de las doradas Siete Ciudades de Cíbola y Valquiria, tras cruzar el macizo septentrional del continente, llegó al Noroeste de la Nueva España e hizo los primeros contactos con los indios del norte de lo que ahora en Sinaloa. Los zuaques, entre otros.

De Culiacán al sur, el salvaje Nuño Beltrán de Guzmán no pudo conquistar la región. Se despidió del territorio incendiando la Villa de San Sebastián, hoy Concordia.

La Primera Colonia Socialista de América

En 1872, el ingeniero soñador estadunidense, Albert Kimsey Owen, exploró las riberas del Golfo de Cortés. Nadó en las aguas de la Bahía de Topolobampo, Sinaloa. Lo inspiraron sus brisas y sus sales: Imaginó la construcción del ferrocarril Kansas City-México-Oriente; hoy Ferrocarril Chihuahua-Pacífico.

Obtenida la franquicia, Owen aplicó sus empeños a desarrollar el proyecto de lo que hoy es el Valle del Fuerte. Los utopistas contemporáneos describen ese desarrollo humano y económico como La Primera Colonia Socialista de América.

Hombres de sueños, los sinaloense, en la segunda mitad de la década de los treinta del siglo pasado, transformaron el antiguo Colegio Civil Rosales, fundado por don Eustaquio Buelna en plena restauración de la República, en Universidad Socialista del Noroeste; hoy Universidad Autónoma de Sinaloa.

Sinaloa, ¿Reino de la barbarie? Así parecen seguirlo viendo los sedicentes líderes de opinión metropolitanos.

Sinaloa en el juicio del siglo neoyorkino

Durante más de un mes, los medios mexicanos -en la tendenciosa frecuencia de los norteamericanos- han seguido lo que presentan como El juicio del siglo, fincado en Nueva York contra un capo sinaloense. Ayer se produjo el dictamen del jurado de la causa.

En las barras noticiosas de la Ciudad de México, desde el amanecer de hoy, los medios electrónicos ilustran el tema con imágenes en blanco y negro, reducidas a un gris ominoso.

Ahí aparece la galería de los capos sinaloenses más afamados desde la década de los ochenta. ¿Cuántos crímenes se les imputan? La cuenta se pierde. Los “expertos”, los “especialistas” en la materia, refuerzan la insidia a invitación de los conductores.

¿Cuál es el soporte al proyecto neoliberal mexicano en esta época en que la economía productiva ha sido objeto de depredación y devastación? El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos calcula en más de 60 mil millones de dólares al año. Más que el petróleo, el turismo y las remesas de nuestros transterrados.

Es la aportación al Producto Interno Bruto de aquellos personajes satanizados.

El otro rostro olvidado de Sinaloa

Cambio de página para buscar el otro rostro de Sinaloa.

Tres vocaciones motivan este texto: La de mazatleco, periodista y aprendiz de lector. Tres personajes lo inspiran: Eustaquio Buelna, Rafael Buelna Tenorio y Heriberto Frías.

Tres instituciones lubrican nuestra vocación periodística: El Correo de la Tarde (Mazatlán), la revista Arte (Mocorito) y la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Tres sucesos nos dan oportunidad de volver a la nostalgia: El relanzamiento de Mocorito como la Atenas sinaloense; la puesta en marcha en esa plaza de la Estrategia Nacional de Lectura, el 27 de enero pasado, y el potencial rencuentro de la cultura de Sinaloa con la cultura universal contemporánea.

El lápiz, la tinta y el papel, son los tres elementos que nos colocan en una nueva perspectiva para el despertar de las emergentes generaciones sinaloenses, ay, tan abandonadas -casi proscritas- por un obsceno pragmatismo tecnocrático, la peste del siglo.

De Pablo de Villavicencio en adelante

El himno de la lírica escuchado el 27 de enero nos remitió al espacio de las primeras tres transformaciones de México, seminales de la cuarta, que hoy se gesta en grandes enunciados.

La narrativa no puede acometerse sin antes jalar la punta inicial del hilo conductor: Pablo de Villavicencio, considerado precursor de la Reforma liberal el siglo XIX.

El payo de Rosario, nacido en 1796 en el antiguo mineral sinaloense, causó alta en los ejércitos insurgentes a los 15 años. A los 18 bregaba contra la autoridad clerical de esa localidad. En 1822, ya en la Ciudad de México, ejercía el periodismo panfletario contra el pretendido emperador Agustín de Iturbide.

Sus contemporáneos equipararon a Pablo de Villavicencio, por su filosa literatura satírica y su activa militancia, con José Joaquín Fernández de Lizardi, El pensador mexicano.

Quede ahí la memoria del paisano rosarense.

El Correo de la Tarde y la revista Artes

Vueltos a enero de 2019, dos menciones oratorias en el lanzamiento de la estrategia nacional de lectura nos conmovieron a larga distancia. Las citas de El Correo de la Tarde y la revista Artes.

Antes de continuar, una referencia indispensable en mérito al sinaloense Bernardo José Gastelum Izábal, médico, escritor, docente y diplomático.

En la década de los veinte del siglo XX, don Bernardo fue impulsor de la revista Contemporáneos al lado de don Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellanos y Enrique González Rojo. Se dice pronto.

Aunque en sueños, el título editorial de El Correo -1885, Mazatlán- nos pertenece moralmente desde que lo rescatamos en 1974. Lo hicimos, en un rapto emotivo por nuestra admiración a Heriberto Frías, que fue su combativo director en la aciaga época de la pre Revolución.

En la combativa biografía literaria de Frías, aparece Tomochic, denuncia contra el exterminio indígena fraguado por Los Científicos del porfiriano.

El rescate de Mocorito, “La Atenas sinaloense”

Se ha recordado en Mocorito que, en las dos publicaciones mencionadas, se cruzaron los créditos del propio Heriberto Frías, Enrique González Martínez (que en la Atenas sinaloense inició sus autos vuelos en la literatura); los universales Amado Nervo y Rubén Darío, José Juan Tablada, Mariano Azuela y otros grandes de las letras mexicanas.

(Al fallecimiento de González Martínez, el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco escribió: Enrique El Grande ha muerto/ el campesino que lo quiso llorar, dijo al obrero/ no hay que llorar la muerte del viajero/ hay que llorar la muerte de un camino…)

Don Eustaquio Buelna y El granito de oro

En El Correo, con Nervo, Darío y Tablada concurrieron en sus páginas, entre otros, el ilustre mazatleco don Genaro Estrada, gestor de la Doctrina que lleva su nombre, hoy en vías de restauración.

Nombramos a Rafael Buelna Tenorio (nativo de Mocorito), referencia que nos remite a don Eustaquio Buelna.

Benevolentes manes de la historia: don Eustaquio fue, con la fundación en Mazatlán del Liceo Rosales, impulsor de un nuevo modelo educativo sinaloense. Trasladado a Culiacán, el Colegio Civil Rosales tuvo como alumno a El granito de oro. De ahí a la inmortalidad revolucionaria.

De la obra cultural de don Eustaquio Buelna es producto la ahora Universidad Autónoma de Sinaloa.

Lingotes de oro de la veta cultural sinaloense

De la rica veta sinaloense son lingotes el ya citado Genaro Estrada; el gran historiador de la Revolución, don José Cayetano Valadés, Gilberto Owen, Alejandro Hernández Tyler, Inés Arredondo, Solón Zabre, Enrique Félix Castro, Alejandro Avilés, el historiador Antonio Nakayama, Eulogio Guerra Aguiluz y otros de recientes generaciones.

Cinco sinaloenses en la Real Academia de la Lengua Española

 No agotamos la nómina sin antes consignar que miembros del capítulo mexicano de la Real Academia de la Lengua Española han sido o son los sinaloenses Alejandro Quijano, Jaime Labastida Ochoa, y Diego Valadés Ríos, hijo de don José Cayetano. Lo fueron también los ya nombrados sinaloenses putativos González Martínez y José Juan Tablada.

Por obvias razones, si de Mocorito se trata, no se puede omitir el nombre del doctor Enrique Peña Gutiérrez, cuyo nombre lleva el certamen de poesía y cuento que alcanza en 2019 su XV edición.

¿Qué nos permite la conclusión de esta muy personal narrativa? Que Sinaloa ha tenido y tiene talentos para recuperar la imagen cultural perdida. Es tiempo. Y es cuanto.

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