Voces del Periodista Diario

Contra la contumacia no existe vacuna

Ruta México

Por Álvaro Aragón Ayala

No es misión cualquiera defender la integridad, la independencia y la soberanía de la Nación. Es la patriótica responsabilidad del Ejército y la Fuerza Aérea, compartida con la Armada de México.

El poder civil, sin embargo, se arroga facultades para hacer a capricho reformas constitucionales y de las leyes orgánicas de las Fuerzas Armadas mexicanas.

Peor aún: Pisoteando el artículo 29 de la Constitución, o simplemente ignorándolo, se dictan mandatos autoritarios de orden administrativo para disponer de esos cuerpos a discreción del Ejecutivo en turno.

Ahora mismo, permanecen en el limbo iniciativas de ley, reglamentarias de los artículos correspondientes a la Carta fundamental, por el que se creó la nueva Guardia Nacional, objetada por instituciones de protección de los Derechos Humanos con el argumento de que se profundizará la militarización del país.

No hacemos juicio de valor sobre el temor de esos detractores. Dejamos constancia de su preocupación.

¿Qué es el supremo interés de la Nación?

Lo que subrayamos, es que las estructuras orgánicas del Estado mexicano son expuestas al interés inmediato del Poder Ejecutivo en funciones, haciendo abstracción del interés general de la República.

Por supuesto, al Poder Legislativo federal no le importa discernir cuál es el interés general de la Nación. Su prioridad es servir y servirse del proceso de formación de leyes, según convenga al iniciador de leyes o al partido que representan.

La cuestión es que, tareas tan trascendentes, como la revisión de las leyes orgánicas de las instituciones del Estado, están encomendadas a quienes son incapaces de darse una propia que impida la inestabilidad o desestabilización del poder que representan.

El peor herradero sobre la majestad de la República

Lo hemos visto recientemente en la colérica pugna por el control de los óranos directivos de la Cámara de Diputados federal y del Senado. No se puede ver peor herradero sobre la majestad de la República.

¿Sorprende que las encuestas sobre cultura constitucional y democrática tengan a los Poderes de la Unión como los peor calificados entre las instituciones mexicanas? No sorprende.

En tiempos de la cuarta transformación, tenemos una conclusión sobre la segunda de ellas en puño y letra de un liberal de la época: Ejecutamos la desamortización de los bienes de la Iglesia. Nos falta por desamortizar las conciencias.

Aquí cerramos con Albert Einstein: Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. De éste está plagado la subcultura política a la mexicana. Contra la contumacia no existe vacuna.

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