(1a parte)
* El mundo se enfrenta a una suerte de Estado de excepción, ¿prefabricado?
Por Salvador González Briceño
Siguiendo la lógica de la guerra fría, inventando al enemigo por causas imperiales anglosajonas.
En la guerra todo es ciber
Para Occidente, con Estados Unidos y Gran Bretaña en el frente mundial de batalla —los otros aliados, de la llamada “coalición internacional” son socios de segunda, instrumentos para legitimar la guerra: Alemania, Francia, Canadá, Australia, etc.—, a partir del 11 de septiembre de 2001 (11/S), no hay tregua en ningún continente, ni paz.
Ahora la guerra es continua, perpetua, sin importar las modalidades —formas o expresiones— bajo las cuales se lleve a cabo, todas en la lógica criminal de la guerra fría remasterizada, rediviva, moderna, de acabar con el “enemigo” ahora tipificado de “terrorismo”. Países cuyos recursos naturales —reservas energéticas— merecen la calificación-justificación para el robo, la invasión mediante la violencia y la guerra.
Entre ellas, todas modernas, destacan la ciberguerra —todo ciber: ciberataque, ciberguerra, ciberterrorismo, ciberespionaje, ciberguerra económica, etcétera— y el bioterrorismo o las guerras biológicas y bacteriológicas. Expresiones presentes de la guerra, siguiendo la lógica de la guerra fría, así sea inventando al enemigo por causas imperiales anglosajonas.
El precepto: cualquier ataque dirigido contra países o regiones enteras, con armas —éstas sí— de “destrucción masiva”, como con bacterias y virus sin importar que la naturaleza sea dañada, al igual que amplias capas de la población resulten víctimas y mueran.
Para llevar a cabo —verbigracia— las guerras biológicas, basta con que el conocimiento científico —a estas alturas tanto laboratorios como países desarrollados poseen las patentes para los experimentos necesarios— exista, como sucede con el negocio de los virus cuyos ataques en territorios o países catalogados “enemigos geopolíticos”, son de temible actualidad.
Desde luego que, detrás de todo, se encuentran siempre las empresas corporativas globales, como de las grandes farmacéuticas que cuando se lo proponen activan los negocios de la mano de los gobiernos afines, como las ventas masivas de antídotos y protectores: es el caso de vacunas para contrarrestar los efectos mortales. Con todo y la muerte se ha convertido en fructífero negocio, a cuenta de las ganancias y la geopolítica imperial.
Nada nuevo. En la guerra y la historia humana las enfermedades causadas por gérmenes siempre han estado presentes, como las relacionadas con patógenos de origen animal; baste por ahora el ejemplo de la conquista española en América y la devastación de población originaria a causa de las enfermedades traídas del viejo continente.
En Armas, gérmenes y acero, Jared Diamond asienta que: “Todas las historias militares que glorifican a los grandes generales simplifican en exceso la prosaica verdad: los vencedores de las guerras del pasado no fueron siempre los ejércitos que disponían de los mejores generales y las mejores armas, sino que a menudo fueron simplemente aquellos que portaban los gérmenes más desagradables para transmitirlos a sus enemigos”. (p.225).