Voces del Periodista Diario

Cristina Morató: obligadas a llevar la pesada carga de las pasiones

“Se cura con cultura”

Por: Celeste Salloum y Sáenz de Miera

Prefacio:
Antes de permitirme relatar –tal vez como antes– un nuevo trabajo de investigación, me atreveré a dar una introducción un tanto personal para quienes siguen esta sección desde antes, o para quienes apenas llegan y quieren saber un poco de los sentimientos de la autora. La pasión es un remedio innegable para quienes sufren de lo que yo: el bloqueo. No creativo, no espiritual; emocional. Y aunque bien dicen que la escritura y el movimiento de tripas están perfectamente desalineados, yo encuentro en ellos una sintaxis más congruente de lo que cualquiera pudiese redactar.

Uno pudiera preguntarse a qué vienen estas palabras en una columna de índole cultural/histórico, pero extrañamente, en estas primeras líneas voy a referirme, no a alguien que dejó una huella, y que por ende, me haya hecho querer escribir, sino a mí misma, que se alejó de este medio tras un problema profundo de salud, el cual ha afectado mi sentir, mi cuerpo y mi alma, y del que apenas hace unas semanas he ido reponiéndome. Sin ahondar en este hecho, unos meses después de este suceso, un correo fue dirigido a la directiva de Voces del Periodista, con el remitente de Rafael Gómez Palafox, quien se tomó la molestia de escribirme para externarme el impactó que generé en él tras un artículo post mortem de hace dos años que dediqué a su tía abuela, Aurora Gómez Maranto, gran mujer que impactó en mi infancia y adolescencia, en quien pienso a diario y extraño con todo mi corazón. Después de reflexionar un tiempo, y comprender que –aunque el daño físico y emocional estaba hecho– la única manera de enfrentarme a volver escribir iba a ser escribiendo, desnudarme en ello (como siempre) y simplemente agradecer que alguien me dejase impactar de alguna manera. Es por esto que este artículo lo dedico al valor y peripecia del Sr. Gómez Palafox, quien sin querer me dio la osadía de volver a hacer un encuentro de caras desconocidas por este medio.

El valor que se le ha dado a la mujer en los últimos años no tiene nada que ver con lo que hago, o al menos con lo que pretendo hacer; desde que era niña; mi afán por la historia y relatarla ha sido por darle voz a quienes ya no la tienen, y aunque no compartí palabras, miradas, ideales, idioma, y sobre todo tiempo –tan importante para tratar de comprendernos– con las personas a quienes dedico el mío, no quiere decir que la lucha por quienes ya no están no sea relevante, ni mucho menos. Este punto de vista nace a raíz de una lectura que cambió perpetuamente mi vida, y a la cual le debo gran parte de la idiosincrasia que llevo conmigo. “Reinas Malditas” de Cristina Morató (periodista española y autora de múltiples ejemplares), encima de ser un libro que entretiene, conmueve y enseña, es un ensayo biográfico sobre la vida de seis grandes reinas, a quienes se les ha calumniado por no seguir ciertos patrones o conductas de su época; no pretende sojuzgar ni minimizar, ya que –como cualquier buen historiador debería, pero no todos hacen– Cristina entiende el valor histórico de las etapas, de los tiempos, costumbres y éticas que existían para cada una. Ahora, no por nada el libro lleva ese nombre; hablamos de esas maldiciones que se te echan en cara cuando rompes un espejo, pero también de aquellas que uno genera, de las que la inmadurez trae consigo; de las que la maldad hace que uno se vuelva acreedor al nombre.

De este libro sale –en primera instancia, y por ejemplo– mi admiración por la que yo considero una de las personas más calumniadas de la historia y mi pasión por investigarla, a quien Cristina rescata de entre los muertos y comienza una búsqueda sobre ella: María Antonieta. Tiempo después, la calumnia sobre esta mujer revolucionaria (válgame la redundancia) me provocó tanta curiosidad que logró que ahondase más para investigar sobre ella, siguiera escribiendo y –al final–, me decidiera y evocase a encontrar mi profesión: la historia.

Es curioso que vuelva a lo que dejé por un tiempo recomendando a una mujer que aún puede defenderse, que aún habla por sí misma, pero que su convicción inspiró a miles de personas a rescatar a personajes tan valiosos. Sobre estas reinas enfocaré en el futuro mi trabajo de indagación y ensayo, pero no sin antes agradecer a quien iluminó mi creatividad para hacerlo.

Si la vida de cualquier reina dista de ser romántica, insulsa y volátil, las de ellas se hunden –en su mayoría– en una profunda nostalgia, melancolía o furia, como las de cualquier mujer de cualquier tiempo. Por eso mismo este libro decide enfocarse en quienes la historia ha glorificado o maltratado. Isabel de Baviera (Sissi), María Antonieta, Alejandra Romanov, Eugenia de Montijo, Victoria de Inglaterra y Cristina de Suecia no fueron mujeres cualquiera; son –como Morató bien dice– «excéntricas, caprichosas, rebeldes o ambiciosas… más allá de un mundo de privilegios, riqueza y poder, todas fueron mujeres de carne y hueso, obligadas a llevar sobre sus hombros la pesada carga de un imperio».

“Reinas Malditas” es –al igual que las palabras de un desconocido que me regresaron a esto– la unión entre dos tiempos y mundo que tal vez no son, pero que en algún momento serán. Gracias, Cristina Morató por este gran ensayo, en el cual inspiras a otras mujeres a luchar por las que ya no pueden hacerlo. Gracias, Rafael por tus palabras y tu promesa; prometo no relegar mi pasión al olvido.

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