La Piedra en el Zapato
Por Abraham García Ibarra
Fórmula original o asimilada, parece muy sencilla y lineal: Comprar cuando hay sobreoferta y baratura, y vender cuando hay demanda y se encarecen: Ganancias seguras. Obviamente, se requiere disponer genio y de un capital revolvente. Del mismo cuero salen las correas.
Nos parece haber escuchado la descripción de ese método en voz de un exitoso magnate mexicano, que exhibe abundantes resultados de su aplicación.
En el código de comunicación del mercado bursátil o cuando se habla de grandes fusiones corporativas, no es raro encontrar el termino: Compras o adquisiciones hostiles. Suponemos que operan bajo compulsión al propietario y vendedor.
En el ejercicio filosófico, de muchos siglos atrás viene el verbo especular, cuya etimología nos remite a speculum/ espejo, como práctica de observación y reflexión.
De cuatro acepciones de especular, recogidas en diccionarios, dos son las que nos interesan: 3) Traficar, y 4) Procurar ganancias fuera del tráfico mercantil.
Esa procuración su ejerce, básica y sustancialmente en las bolsas de valores, donde el espejo no refleja necesariamente lo que refleja, pero sirve para desencadenar crisis sicológicas, algunas cuyas manifestaciones desembocan en el suicidio. Sabemos de muchos suicidios provocados en los Estados Unidos por la Gran Depresión de 1929.
Cuando se desatan los demonios en los pisos de remate
A propósito de los Estados Unidos, el cuarto jueves de noviembre se celebra el Thanksgivin Day (Día de Acción de Gracias). Al día siguiente se le conoce como viernes negro, en que los grandes almacenes comerciales abren con gangas. Se desatan la histeria y los pleitos entre los enajenados clientes.
Ese rapaz y grotesco espectáculo se presenta también en los pisos de remate de las bolsas de valores de Wall Street, cuando se hacen estallar las crisis sicológicas y los pizarrones enloquecen.
En octubre de 1987, las exacerbadas escenas las vimos en la Bolsa Mexicana de Valores. El crack de aquel año se expresó en la pérdida de 36 billones de pesos. Apenas tiene sentido indicar si fueron viejos o nuevos pesos. Si hubo tan monstruosas pérdidas, ¿A dónde fueron a parar las ganancias en esa operación suma cero?
La anterior ecuación informa que todo lo que usted perdió, paso al haber de otro. La riqueza no se esfuma: Solo cambia de manos. Y no se diga que a las “invisibles” del mercado.
Terrible e inolvidable miércoles negro para el Reino Unido
La cuarta acepción de especular arriba subrayada, fue incorporada al Diccionario de la Real Academia Español (DRAE) en 1992.
Vamos a 1992: Al 16 de septiembre de aquel año, en Londres se le conoció como el miércoles negro: La vieja Pérfida Albión fue puesta de rodillas por un solo hombre que, en 24 horas, se alzó con mil millones de libras esterlinas. El Banco de Inglaterra no escapa aún de la pesadilla.
El astuto especulador que acometió aquella inolvidable hazaña, fue el húngaro George Soros, cuya marca actual sigue siendo Quantum Endowment. Soros permanecería en las marquesinas mundiales investido ya como filósofo, filántropo y escritor. De sus antiguas iniciativas, tenemos una a la vista: Por una sociedad abierta.
Soros volvió a los primeros planos mundiales a mitad de la primera década del XXI: El mundo va en una dirección equivocadas; estoy muy preocupado por el futuro de la civilización.
Puesto que en aquellos meses millones de hombres estaban preocupados, la oración pudo estar en boca de cualquiera. La diferencia es que Soros explicaba su inquietud en torno a una figura central del momento, el republicano George W. Bush, quien en 2001-2002 inauguró la política de terrorismo de Estado. Se caracterizó la pugna de Soros contra el presidente estadunidense como una cruzada personal.
Expedición mediterránea en las costas de la Península Ibérica
Por supuesto, Soros no ha abandonado su vocación vital: Hace poco más de cuatro años se le veía, desde costas mediterráneas, observando la Península Ibérica: Tenía la mira puesta varios corporativos españoles, entre los que destacaban algunas instituciones bancarias, comerciales e industriales.
Eran tiempos del Partido Popular en el poder. Seguramente, ahora el Partido Socialista Obrero Español tiene el expediente y sepa que objetivos vio cumplidos el genio de la especulación.
Como sea, para cualquier efecto, Soros tiene con qué: Para 2015, Forbes lo colocaba en su lista de los más ricos del mundo: Unos 25 mil millones de dólares. ¿Son muchos o pocos? Depende de quién los cuente y los invierta.
Ahora fue un jueves el que se pintó de negro en Nueva York
La semana pasada fue de locura para el planeta: La crisis sicológica atrapó por igual a Estados y mercados. Conspiraron coronavirus y petróleo. La fuente de incertidumbre tuvo en su centro de gravedad Washington.
El inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, decretó el veto al transporte aéreo de pasajeros de Europa hacia los Estados Unidos: Días que culminaron con el jueves negro en Nueva York.
Los pizarrones de Wall Street recordaron 1987: Dow Jones, S&P y Nasdaq promediaron desplomes de 9.33 por ciento. Tiempo de comprar. En las siguientes horas, el magnate republicano decretó emergencia nacional y anunció una carretada de miles millones de dólares a estados y municipios para hacer frente al coronavirus: Los tres indicadores citados se recuperaron “mágicamente” en el mismo porcentaje. Negocio redondo.
Nuevos boquetes en la línea de flotación de la nave mexicana
Los remesones del jueves negro le pegaron en la línea de flotación a México en víspera de la Convención Nacional Bancaria: Dólar a 22 pesos, mezcla petrolera a 24 dólares barril, Índice de Precios y Cotizaciones tambaleante antes del puente. Respuestas reactivas conjuntas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Banco de México, ¿de cuánta duración y con qué resultados?
Puesto que, desde octubre 1987 –crack de la Bolsa Mexicana de Valores- hasta 2020 la economía mexicana no ve las suyas, en caso de requerirse un asesor externo, ¿quién sería el más recomendable? Si yo fuera Presidente no tendría duda: El que en 1992 le metió dinamita al corredor Wall Street-La City de Londres. Pero yo no soy Presidente ni sé si George Soros esté disponible. De todos modos, soñar no cuesta nada. Es cuanto.