Voces del Periodista Diario

El perfil del científico médico.

Por Rodolfo Ondarza Rovira (*)

La Salud es parte vital de los temas de soberanía y seguridad de cualquier nación, lo mismo que la ciencia y el desarrollo tecnológico,

Tradicionalmente la Medicina se ha definido como ciencia y arte. Como la ciencia y el arte de prevenir la enfermedad, del mantener la salud y del realizar diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, de curar las mismas. Para médicos y sociedad ese concepto ha sido apropiado y aceptado a través de los siglos.

Los médicos nos sentimos orgullosos de ser profesionales quienes atendemos la salud basados en evidencias. En evidencias científicas, claro está. Y si al hacerlo además realizamos arte entonces nos encontramos ante un trabajo considerado maravilloso a priori por estas razones. Lo cual en cierta forma es cierto cuando se solidifica en la personalidad de un médico con pensamiento creativo.

Sin embargo, para efectuar esta función fundamental para cualquier sociedad, con eficacia y eficiencia, debemos conocer exactamente dónde nos encontramos situados.

Es en la formación pre clínica cuando el estudiante de Medicina se encuentra más cercano al conocimiento del método científico, cuando estudia por ejemplo fisiología, fisiopatología, bioquímica, etc., estando además cercano a profesores que realizan investigación en ciencia básica, además de sus funciones docentes, sin embargo, muchos de ellos se encuentran alejados de la práctica clínica.

En la etapa de formación clínica el estudiante de Medicina se encuentra ocupado en el aprendizaje del proceso salud enfermedad y cómo prevenirlo, diagnosticarlo y tratarlo.
Sin embargo, el sistema permite que el alumnado se encuentre satisfecho con una información superficial y casi anecdótico de lo que ocurre en el mundo científico. No se ha dado a la carrera de Medicina el adecuado incentivo a la vocación científica. La enseñanza debería desarrollar su capacidad de efectuar investigación, no importando cuál vaya a ser su destino final, debería capacitarlo para entender, para analizar y desarrollar un pensamiento crítico, para lograr independencia de criterio, para dudar, no dejar de sorprenderse, ser inquieto, y ser capaz de cuestionar y resolver problemas. El estudiante de Medicina debería ser capaz de conocer dónde obtener información y de discriminar la información veraz, comprobada y útil. Debería estar consciente que el obtener cultura es de fundamental importancia en su formación.

El aprendizaje de un médico pretende no ser únicamente la transmisión de hechos y contenidos, sino todo un proceso activo a través del que se desarrollan destrezas y sensibilidades para toda su vida.

En su formación académica es bajo el impacto del estudio de la Ética Médica, y en ciertas escuelas privadas se incluye en la curricula aspectos de formación religiosa y de administración de un negocio.

Debería esperarse una alta responsabilidad social del profesional médico con un alto compromiso con la salud pública, con el fin de que preste un servicio sanitario óptimo.

La actividad médica debería realizarse con humildad, humanismo, solidaridad y empatía social. Por otra parte los médicos somos seres humanos, y vivimos en una sociedad mentalmente enferma, con un envenenamiento por anti valores de generación en generación, por lo cual no siempre existe una respuesta apropiada a los valores éticos y sociales esperados.

La realidad es que, en términos generales, el médico no cuenta, al igual que otros profesionistas, con el conocimiento a profundidad sobre el método científico ni de sus herramientas. Lo mismo pasa durante el adiestramiento en las diferentes especialidades y sub o súper especialidades médicas.

Ese conocimiento lo adquiere un médico que estudia una maestría y un doctorado ya sea en ciencias básicas o en ciencias médicas (clínicas). Aunque claro está, su experiencia y conocimiento clínico lo coloca en un punto excepcional como investigador al terminar su adiestramiento como investigador científico con un trabajo enfocado a la investigación aplicada al ser humano.

Es quizás pretencioso decir que se realiza ciencia al elaborar un análisis simple de casos clínicos para presentar una tesis, o una ponencia en un congreso, o el realizar refritos guiados por farmacéuticas para forjar speakers o conferencistas sobre las bondades de un fármaco próximo a lanzarse al mercado, etc..

La realidad es que el loable esfuerzo de la mayoría de los médicos, sin adiestramiento de posgrado en ciencias, en este sentido se restringe a Investigación Clínica con fuertes limitaciones de metodología científica. Por otra parte existen casos excepcionales de médicos brillantes que con un alto espíritu autodidacta y gran intuición logran, por mérito propio hacerse de las herramientas de conocimientos necesarias para efectuar investigación científica del más alto nivel.

Esto ha sido evidente durante la pandemia, en donde ha sido clara la reacción más emocional, que intelectual o científica, de médicos armados únicamente con buenas intenciones ante una enfermedad nueva y desconocida, en donde no he podido encontrar un sólo estudio realizado en Latinoamérica con verdadero rigor científico en investigación clínica que permitiera aceptar pros o contras en la utilización de emergencia de fármacos tales como dióxido de cloro, ivermectina, o hidroxicloroquina, más allá de las investigaciones fisicoquímicas, bioquímicas o farmacológicas, el método científico no fue aplicado adecuadamente en estos reportes que desafortunadamente adquirieron un tono meramente anecdótico.

El que en muchos casos ni siquiera se haya informado a los pacientes de que se trataba de un tema experimental, de otras alternativas de manejo médico, de los posibles riesgos inherentes, o de la firma de una carta de consentimiento informado, nos habla del pobre entendimiento de la ética, de los derechos humanos, y de la ley misma.

Sin embargo, existe un reclamo legítimo en cuanto a los médicos que han estudiado una especialidad además de contar con el adiestramiento que confiere una maestría y un doctorado, en estos casos sus estudios médicos de especialidad y experiencia clínica superan en ocasiones por 3, 5, o a veces más años a sus pares que cuentan únicamente con una licenciatura como base, y se quejan de una injusta valoración académica y laboral, al no ser contemplada la totalidad de su formación académica, habilidades y destrezas desarrolladas la trayectoria educativa y profesional.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), levantada de igual manera por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) con datos correspondientes al segundo trimestre de 2021 se encontró que el promedio de años de escolaridad para las y los médicos es de 18.1 años. Lo anterior sin considerar el internado médico y el año de servicio social.

Es este sector médico el que ha logrado una mejor capacidad de adaptarse al cambio, de generar nuevo conocimiento y de mejorar continuamente su desempeño.
Un médico con especialidad, subespecialidad, maestría y doctorado puede tener 16 o más años de preparación académica a partir de la licenciatura y haber costado millones de pesos su formación, pudiendo ser más de 30 años de estudios si la cuenta se inicia con los estudios primarios y se incluye el internado y servicio social.

Esta no es cuestión superflua o vanidosa, tiene que ver con la posibilidad de acceso a mejores condiciones de liderazgo y de trabajo, a contar con la posibilidad de formar estudiantes, de fortalecer líneas de investigación, a becas, a apoyos económicos para el desarrollo y/o para la adquisición de tecnología, realización de proyectos de investigación, difusión de los resultados, etc.

En México hay 305,418 profesionales de la salud, el 46% son mujeres y el 54% son hombres, de los cuales el 69% cuentan con una licenciatura, 27% tienen una maestría y sólo 4% cuenta con un doctorado. En promedio los y las médicas trabajan 42 horas a la semana y perciben cerca de 122 pesos por cada hora trabajada. Los médicos que tienen un doctorado ingresan en promedio 26,695 pesos mensuales.

Sin embargo las cosas no han sido fáciles para los jóvenes egresados de la carrera de Medicina, de acuerdo con una Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 60 de cada 100 egresados de la carrera de Medicina no encuentran trabajo o no lograban ejercer en un puesto relacionado con su perfil universitario para 2017.

Por otra parte además en México los médicos que tienen empleo se encuentran en muchas ocasiones sobreexplotados, el país requiere otros 300 mil médicos y 70 mil especialistas, de acuerdo con cálculos conservadores, en especial ciertas especialidades, como ha quedado al descubierto durante esta pandemia.

En el lapso de los últimos cien años gracias a descubrimientos y avances científicos y la tecnológicos trascendentales se ha transformado nuestra visión conceptual del mundo y, en buena medida, ha modificado nuestra existencia en vida cotidiana.

Tal como Newton dijo: “Si he visto más, es poniéndome sobre los hombros de Gigantes”.

La mayoría de las invenciones modernas se basan en uno o muchos descubrimientos que se hicieron hace cientos de años, que se han fundido en el conocimiento de la misma humanidad. Lo que hace que diversos expertos cuestionen diversos aspectos ético/morales/sociales y legales de diversas patentes.

De esa manera es que para algunos la Medicina moderna no es ni ‘el arte de algo’ ni ninguna ciencia. La Medicina clínica se apoya fuertemente en la investigación básica, y es la sumatoria de artes y/o disciplinas científicas como las ciencias biológicas, químicas, matemáticas y físicas que llevan a comprender la estructura anatomo-funcional humana en el contexto biopsicosocial por medio de aplicaciones del método científico a la resolución de problemas sanitarios en humanos, ya sean  individuales o colectivos.
Sin embargo, para la mayoría la Medicina sigue siendo un arte y una ciencia socio-biológica con las características anteriormente mencionadas.
Es un hecho que la gran cantidad de información con que se cuenta es abrumadora, a lo que se agrega que el intervalo entre la generación de un nuevo conocimiento y su aplicación en la práctica es cada vez mas corto como producto de la globalización.

Es fundamental crear la consciencia en la sociedad sobre la importancia de la ciencia y la tecnología para el progreso de cualquier nación, de la imperiosa necesidad de ellas para lograr la incorporación plena en el mundo de hoy. También de la necesidad de crear políticas públicas que permitan la formación de científicos y el desarrollo de la ciencia y de la tecnología que eviten la dependencia nacional, garanticen la soberanía y permitan disminuir desigualdades sociales e incrementar el bienestar social.
Por otra parte, los avances científico tecnológicos, al llevar en la actualidad un vertiginoso avance, usualmente van a la delantera de la comprensión legislativa de sus consecuencias e implicaciones éticas en la sociedad.
Es por ello que es indispensable la conformación de científicos con una sólida formación ética a la par de la conformación de colegios, comisiones o comités de bioética y ética médica que sean capaces de analizar los dilemas que actualmente enfrentamos y los que se avecinan, y que tengan la capacidad de colaborar en el trabajo legislativo necesario para garantizar lo mismo el acceso de la población a estos avances como su protección a los riesgos inherentes a los nuevos conocimientos.

La gran mayoría de materia prima para medicamentos e insumos médicos procede de China y de la India. Latinoamérica importa aproximadamente el 80% de fármacos e insumos médicos. Requerimos de la formación de científicos y de infraestructura para desarrollar ciencia y tecnología con el fin de garantizar la seguridad y soberanía regional y de nuestros pueblos y naciones.

Rodolfo Ondarza*. Neurocirujano. Subespecialista en Neurocirugía Estereotáctica y Funcional (Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, Ciudad de México, México). Maestría en ciencias médicas (UNAM), estudios de doctorado en ciencias médicas (UNAM). Activista en defensa de derechos humanos. Diputado Presidente de la Comisión de Salud durante la VI Legislatura de la ALDF. Ponencia presentada durante el 3er Foro Latinoamericano de Trabajadoras y Trabajadores Científicos.

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