Sinfonía Telúrica
Por Abraham García Ibarra
Cuando el capitalismo estadunidense no entraba en su fase más rapaz, el neomercantilismo, hace un siglo algunos corporativos emergentes solían dar a la publicidad una máxima: Si la va bien a la General Motors -o a cualquier otra trasnacional, acotamos por nuestra parte-, le va bien a los Estados Unidos.
En 2019, el poderoso magnate Warren Buffett, figura infaltable en el ranking de Forbes de los más ricos del mundo, expuso este cuadro: Los rendimientos de su emporio, Berkshire Hathaway Company, y los de los mercados de valores, serán similares.
Perla semántica: El mercado de valores es intrínsicamente especulativo. Especulación viene de espejo: Lo que quieren decir los potentados gringos es que, si les va bien a ellos, en automático le irá bien a la sociedad sobre la que medran. (Está científicamente comprobado, que no es cierto.)
Se abrieron indiscriminadamente las esclusas al capital extranjero
Durante el periodo de vigencia del viejo sistema de Economía mixta en México, los empresarios nativos, en particular los industriales nacionalistas, se sentían gratificados con ganancias razonables, sobre todo con la política de sustitución de importaciones.
Pero el neomercantilismo sentó plaza en territorio mexicano y se abrieron sin límite las esclusas a la inversión extranjera en todos los sectores. Las gráficas estadísticas de lo que va del siglo comprueban que las inversiones foráneas en portafolios no tienen correspondencia con la directa, que invariablemente se relaciona con capital fijo; esto es, en bienes de producción.
Aunque en horas de crisis económica -que en México son eternas- el primer signo se expresa en fuga de capitales que encuentran rentable nicho en la Bolsa Mexicana de Valores, desde 2019 y con mayor vértigo durante la pandemia, los capitales golondrinos han emprendido el vuelo con mayor valor e intensidad.
La insostenible superstición: PIB versus producto per cápita
Demos un giro a estos comentarios: Sujeta la economía mexicana a patrones dictados por quienes tripulan las finanzas a nivel internacional, al vincular el Producto Interno Bruto (PIB) con el producto per cápita, nuestros estadígrafos logran que el ingreso de un indígena de las selvas chiapanecas o de las montañas mixtecas aparezca a la par que el de un mexicano inscrito en la lista Forbes. Una superstición en dólares implantada durante el periodo neoliberal.
Ahora tenemos la novedad de que el PIB se mide conforme el poder adquisitivo; esto es, la capacidad de compra. A resultas de ello, China aparece en primer sitio en la escala mundial. Los Estados Unidos tercero, después de la Unión Europea.
Stiglitz: Después de la pandemia, no podemos volver a lo de antes
El PIB no toma en cuenta las desigualdades socioeconómicas de un país. Lo sostiene un viejo conocido de México: El Premio Nobel de Economía (2001), Joseph Stiglitz.
De cara a la pandemia del Covid-19, Stiglitz, con conocimiento de causa, asegura que la economía internacional opera actualmente sin red de seguridad. Es preciso que funcione poniendo por delante la salud de la economía.
De las consideraciones de Stiglitz, sigue que no podemos volver a donde estábamos.
Buen punto de partida para la carta de navegación de lo que ahora se anuncia como Nueva normalidad. Es cuanto.