Voces del Periodista Diario

El X-PRIAN niega la realidad

Ojo público

Ante sus resultados electorales, la gran pregunta que deben hacerse la oposición y quienes la respaldan es si serán capaces, durante los próximos seis años, de elaborar y presentar un proyecto de nación viable y más atractivo, alterno al que ya no es proyecto, sino realidad en la Cuarta Transformación; hasta ahora, lo único que han podido presentar son muy malas improvisaciones.

Algo que le podrían aprender al presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien tanto detestan, es precisamente su previsión. Si nos atenemos al jazz, como ejemplo, la improvisación no es un defecto, debido a que requiere un gran conocimiento, habilidad y un enorme oficio, ejercitado con los años. Si se me permite la analogía, el presidente López Obrador es un gran jazzista. Para comprobarlo, ahí tenemos al “Plan C”.

Veámoslo por contraste. Las declaraciones de la ex candidata de la derecha, Xóchitl Gálvez, con el respaldo del impresentable elenco que la rodeó, Alejandro Moreno Cárdenas, Marko Cortés, y el disminuido líder del PRD, son el remate de una campaña llena de ocurrencias y mentiras; mostraron la imagen perfecta de una pandilla sin proyecto, que pelea lo que ni pudo ni supo ganar.

Primero, Xóchitl apareció con sus cómplices a presumir un triunfo inexistente, después aceptó la victoria de Claudia Sheinbaum y más tarde, una vez más, como si estuviera en su campaña llena de mentiras, anunció la impugnación de la elección. A nadie le sorprendieron esos cambios. Citando al filósofo Chespirito, sabemos que como dice una cosa, dice otra.

El año pasado, Claudio X. González creyó que el México de 2024 era del de 2000 y, jubiloso, consideró que había encontrado a su Vicente Fox en versión femenina. Por eso trabajó su imposición de Gálvez sobre sus empleados en los partidos Acción Nacional, en el que relegó a Santiago Creel, y del Revolucionario Institucional, en el que pasó por encima de Beatriz Paredes. No tiene caso mencionar a nadie del PRD, porque no tenía ni oportunidad ni precandidato.

El PRIAN siguen negando la realidad, al grado que se concentró en su nostalgia por reinstaurar las llamadas estancias infantiles, con la finalidad de controlarlas y jinetearlas; recuperar los negocios farmacéuticos, y hasta planear nuevamente construcción del aeropuerto internacional en Texcoco.

A los historiadores que hay en la derecha les convendría hacer una reflexión sobre la matanza de 1968 y sus orígenes, cuyos antecedentes más inmediatos fueron los movimientos de los maestros y ferrocarrileros, a fines de los años 50; de los médicos y estudiantes en los 60, entre otros. Un razonamiento serio los llevaría a recordar cuántos mexicanos iniciaron los movimientos guerrilleros de los años 70, después de que se cancelaron las vías pacíficas de participación y transformación social por la vía de las matanzas.

Por esos años habría sido impensable una revolución pacífica en nuestro país. La derecha debería sentirse agradecida por el surgimiento de aquello que el presidente López Obrador llama la “revolución de las conciencias”, la cual nos ahorró un gran derramamiento de sangre, tomando en cuenta el camino por el que íbamos, desde la década de los 80, a partir de la instauración del neoliberalismo con Carlos Salinas de Gortari.

Pocos recuerdan a un historiador visionario, don Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación de José López Portillo, quien planeó y puso en marcha la reforma política que abrió a partidos, desde la izquierda hasta la derecha, la posibilidad de tener representación en el Congreso. Así, fue posible que hubiera legisladores de los partidos Comunista Mexicano, Auténtico de la Revolución Mexicana y hasta el sinarquista Demócrata Mexicano.

Es necesario recordar que durante el largo periodo de los 50 a los 90 hubo persecuciones políticas, que en el mejor de los casos terminaban con la cárcel, como ocurrió con los líderes ferrocarrileros Demetrio Vallejo y Valentín Campa e infinidad de maestros, médicos, obreros, campesinos y estudiantes.

También hubo muchas matanzas; entre las más recordadas estuvieron la del dirigente campesino y pastor evangélico, Rubén Jaramillo, a quien asesinaron junto con su familia, en 1962. Entre las más recordadas están la de Tlatelolco, en 1968; la del Casco de Santo Tomás, en 1971; Aguas Blancas, 1995; Acteal 1997.

Para un historiador medianamente acucioso, es inevitable darse cuenta de que las dos últimas masacres, junto con la disolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ocurrieron en el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, a quien curiosamente, nadie llamó dictador, ni vociferó contra él.

Los feminicidios, como fenómeno criminal, tuvieron su origen en Ciudad Juárez, a partir de la gestión del primer gobernador panista, Francisco Barrio Terrazas. En relación con estos reprobables hechos, debemos recordar que en 2001, por el inicio del sexenio de Vicente Fox, fue perpetrado el asesinato de Digna Ochoa, abogada integrante del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.

En cuanto a Felipe Calderón Hinojosa, quien emprendió la mentirosa “guerra contra el narcotráfico”, con Genaro García Luna como super secretario, todavía no podemos sobreponernos a la violencia que desató con su fraude, a partir de 2006, después de ocupar la Presidencia, ingresando, literalmente, por la puerta trasera, en la toma de posesión más vergonzosa de la historia nacional.

De Enrique Peña Nieto es necesario recordar Ayotzinapa, masacre tramposamente utilizada, por cierto, en estos meses previos a la elección; Tlatlaya, Nochixtlán, además de San Mateo Atenco, cuando era gobernador del Estado de México.

Después de leer esta apretada síntesis, el historiador medianamente informado podría darse cuenta de que la abrumadora votación en favor de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo no obedeció a que su gobierno continúe con los programas sociales, sino a una profunda indignación del pueblo mexicano ante los gobiernos de las últimas décadas.

¿La oposición será capaz de enfrentar la realidad, o seguirá con el perverso berrinche de negarle propinas a cerillos, limpiaparabrisas y meseros?

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