Por Diego Pappalardo
En estos tiempos de lucha gigantesca entre proyectos de poder privados y estatales y de transición de fase histórica, las plataformas de comunicación y de distribución de información de Elon Musk y Pavel Durov se muestran, inequívocamente, como alternativas firmes frente a la intención de monopolizar la información y la sociabilidad digital por parte de las corporaciones de dominación supranacional tales como Meta y Google.
Por tal causa, ambos multimillonarios son objetivos no menores de las organizaciones de inteligencia, políticas y económico-financieras del globalismo que tienen intereses en limitar la actividad de X y Telegram o, directamente, de sacarlos de circulación del ecosistema tecnológico macro que se construye y para el cual, los “Maestros de la Censura y el Silenciamiento”, pensaron en configurarlo definitivamente en las postrimerías de la presente década para internar, cual campo de concentración electrónico, a la, prácticamente, la totalidad de los pobladores del planeta Tierra.
Realmente, este campo de concentración buscaría, obviamente, la esclavitud de los seres humanos en pos de los beneficios de la élite del globalismo.
Pero los arquitectos de esos propósitos, cuando diseñaron esos planes, no pensaron que aparecerían en el camino, y en estos años, personajes como Musk y Durov quienes, junto con sus capacidades de planear, plantear y plantar estos complejos tecnológicos de suma importancia, engrosan el escalafón de los nuevos ricos y que están desvinculados de las sociedades secretas (o próximas a las mismas) que gestionaron gran parte de los procesos históricos del último siglo y medio.
De ahí que los propietarios de X y Telegram preocupan a los otros sectores de poder global. Y no sólo eso.
Les molesta que estos multimillonarios quieran, precisamente, abrir otros cauces, otros puentes y otras modalidades de futuro donde ellos formen parte del núcleo impulsor. Protagonistas y no testigos, autónomos y no dependientes.
Por lo que Musk y Durov deben ser “alineados” o quitados de la escena.
Entendemos que el primero de los nombrados conoce cabalmente el conjunto de enemigos que se hizo.
Lo sabe y comprende dónde se metió.
Y, al parecer, se sabe rodear de gente que sabe protegerle.