Sinfonía Telúrica
Por Abraham García Ibarra
Si hubiera necesidad de clasificar a las agencias mexicanas que venden estudios demoscópicos electorales -no existe padrón oficial ni privado que defina su número-, seguramente algunos estadígrafos las remitirían a la economía negra o, en el catálogo fiscal de moda, a la categoría de factureras.
No obstante que esos negocios particulares pretenden incidir en la formación de los poderes públicos, en México no existe regulación legal que garantice el rigor científico ni una aproximación a la Ética profesional a los compradores.
Ni el Instituto Nacional Electoral (INE) tiene potestad normativa para meter al aro a esos despachos, algunos registrados en domicilios inexistentes y con pomposas pero falsas denominaciones sociales; de preferencia en inglés. Hay que ofrecer caché, más que confianza.
Normas de calidad y certeza brillan en México por su ausencia
De lo dicho anteriormente, resulta que el primer déficit en los resultados son las normas de calidad y de certeza, principio el segundo en el que fallan hasta las encuestadoras más confiables; que las hay, como excepción.
Las empresas de investigación de mercados y opinión en México, en su origen al servicio de corporativos comerciales e industriales (mercadotecnia), emigraron al campo electoral hacia la primera mitad de los ochenta.
Habiendo entonces dos partidos dominantes con registro legal y candidaturas de dedazo, el ámbito de las expectativas era limitado y manejable. Sin embargo, el profesionalismo obligaba a las agencias a hacer trabajo todo terreno, sustanciado luego en metodología tecnológica.
Para ilustrar el asunto, personalizamos: El encuestador más reconocido y respetado en lo personal y profesional, es el sinaloense Roy Campos. Acreditó su capacidad y credibilidad en el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), donde sirvió ocho años, precisamente en la Dirección de Encuestas de ese ente autónomo. Es aceptado como miembro de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos.
El Inegi suspende censos nacionales; las encuestadoras patito no
Es significativo el hecho de que, en la crisis provocada por la pandemia de coronavirus, el Inegi se vio precisado a suspender las tareas de campo de su gran ejército de encuestadores.
Si ese órgano de Estado procedió a dicha medida preventiva cuando estaba ocupado en los Censos Nacionales de Población y Vivienda 2020, ¿cómo es que en los medios de comunicación convencionales y las redes sociales se difunden, un día sí, y otro también, resultados de supuestos sondeos de intención del voto?
Sólo se explica porque 2021 abre un gran paraíso de oportunidades con las elecciones más grandes de la historia de México.
Ahora bien, como auxiliar de la encuesta de persona a persona en vivo, en directo y a todo color, está el recurso de la consulta telefónica.
La cuestión es que el protocolo de confinamiento por el Covid-19 impone a las familias la disposición intensiva y exhaustiva de los aparatos telefónicos, sean de cable o digitales, para asuntos urgentes. Si en tiempos normales las inoportunas y molestas llamadas de anónimos encuestadores a distancia son rechazadas en automático, ¿que no será en la crisis?
Sin embargo, resultados de encuestas electorales menudean y logran reproducción a la ligera en medios electrónicos e impresos que los ofrecen como artículos de fe. Obviamente, facturados.
En el menú: Popularidad, aprobación y hasta “liderazgo digital”
Verbigracia: Desde hace meses, se vende a los gobernadores que quieran comprarlo un ranking de popularidad y aprobación popular. Ahora está “a la carta” un Liderazgo digital. Financian uno y otro, sobre todo, los 15 gobernadores que terminan su periodo en 2021, que no tiene recursos para solventar las contingencias de la crisis sanitaria en sus estados. Y sin embargo…
La mercadotecnia tiene bases científicas y técnicas, y sirve para posicionar marcas comerciales. La consulta pública se funda, así se teóricamente, en ofertas políticas e ideológicas, en algunos casos inatrapables por el imaginario popular que reacciona, más que con base en información dura, por intuición. De ahí las variantes de resultados, de acuerdo el humor social.
Como, según lo apuntamos antes, esos negocios carecen de regulación legal y ética, con toda seguridad en julio de 2021 se descubrirán estafas maestras arropadas en la impunidad. No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre. Es cuanto.