Por Cnel My (R) Gabriel Camilli
Cuando el otoño pasado comenzó la ofensiva rusa en el este de Ucrania, los líderes del ejército ucraniano comenzaron a formar nuevas unidades de tropas pesadas.
Actualmente, están operativas diez nuevas brigadas, que normalmente están compuestas por unos 2.000 soldados, cada una. Algunas brigadas son poderosas, como la 63º, pero no todas representan el refuerzo deseado en el frente.
Como informa el portal ucraniano independiente Military Land, Ucrania carece de vehículos modernos para equipar adecuadamente sus unidades militares.
En consecuencia, se dice que la 154º Brigada Mecanizada está formada principalmente por vehículos militares más antiguos y ligeros: vehículos de combate de infantería con orugas BMP-1 de los años 60, vehículos de reconocimiento con ruedas BRDM-2, también de los años 60, vehículos blindados de transporte de personal con ruedas VAB de fabricación francesa de los años 70, tanques T-62 capturados, de 60 años y en parte rusos, y vehículos de seguridad con ruedas M-1117 de los años 90, donados por Estados Unidos.
El general Oleksandr Syrskyi, comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas, también citó como razón la lentitud en las entregas de armas por parte de los aliados occidentales en una entrevista reciente con CNN, afirmando que “las entregas previstas de armas y equipos nos permitirán poner en servicio lo más rápidamente posible nuestras nuevas brigadas, que ya han sido establecidas y están en construcción”, dijo.
Asimismo, y según el periódico ‘The Washington Post’, Ucrania se está desangrando y, sencillamente, no puede luchar eternamente.
Apoyar a Ucrania “mientras sea necesario” no se corresponde con la realidad de este conflicto.
La voluntad de luchar es tan fuerte como siempre, pero su ejército está exhausto por una incesante guerra con drones que no se parece en nada a la historia del combate que relatan los medios.
La consigna de apoyo de la administración Biden -“hasta que sea necesario”- simplemente no se condice con la realidad de este conflicto. Ucrania no tiene suficientes soldados para librar una guerra de desgaste indefinida. Necesita consolidar algún objetivo importante para ser lo suficientemente fuerte como para alcanzar un acuerdo decente (hasta hoy eso no sucede).
En esta columna hace meses venimos insistiendo en la falta de recursos humanos, falta de tropa, como un factor determinante para el desarrollo de las operaciones de las fuerzas ucranianas.
Esto también lo confirma el analista Rosendo Fraga: “El mismo 16 de septiembre, cuando Rusia decidió un nuevo llamado a filas, el parlamento ucraniano aprobó una norma que permite el reclutamiento militar de ciudadanos extranjeros.
Lo hizo en medio de los problemas de movilización que están teniendo las Fuerzas Armadas ucranianas a dos años y medio de la invasión rusa. Ucrania -cuya población actual sería de treinta y cinco millones de habitantes- no sólo enfrenta un problema de falta de efectivos, sino también un promedio de edad muy superior al de Rusia”.
Y sigue: “El gobierno de Zelensky ha recurrido también al alistamiento forzoso entre la población carcelaria a cambio de una baja en las condenas, lo que ya había hecho previamente Rusia. Cabe señalar que el responsable del segundo intento de atentado contra Donald Trump trató, en los primeros meses de la guerra, de reclutar soldados afganos exiliados por el triunfo de los talibanes para combatir en Ucrania, aunque sin éxito, y que las unidades de extranjeros que combaten en este país hasta el momento no tienen demasiados efectivos”.
A pesar de la gran cantidad de mártires ucranianos del conflicto, la opinión general de la dirigencia de la OTAN envió el mensaje de que, sin un mayor poder de fuego, Kiev se vería obligada a aceptar los términos del presidente Ruso, Putin, para poner fin a la guerra. Siempre más medios, más dinero y más munición pero está claro que la dirigencia atlantista, aparentemente no tiene intención de admitir que esta lógica se aplicó consistentemente a lo largo de los dos años y medio del conflicto: Kiev obtuvo armas y cada vez más poderosas de sus aliados occidentales, quienes gradualmente aumentaron el nivel del conflicto con Moscú. Ucrania no ha logrado nada más (excepto el breve interludio en el otoño de 2022) que una lenta pero constante pérdida de territorio y una hemorragia continúa de hombres y equipos.
TASA DE MORATALIDAD
Los medios de comunicación ucranianos informaron recientemente que el país ha logrado la nada envidiable distinción de tener la tasa de mortalidad más alta del mundo, acompañada por la tasa de natalidad más baja.
Pese a ello, la dirigencia Ucraniana insistió en la necesidad de que el presidente estadounidense Biden elimine las actuales limitaciones al uso por parte de Kiev de los misiles estadounidenses de largo alcance Atacms, permitiendo así a los ucranianos atacar en profundidad el territorio ruso.
“Esto me parece incorrecto”, comentaron varios analistas serios, porque “una de las principales responsabilidades de todo presidente estadounidense es evitar una guerra con una superpotencia nuclear”.
Por otro lado, la discusión del 14 de septiembre entre el primer ministro Keir Starmer y el presidente Biden en la Casa Blanca, terminó sin que se haya tomado ninguna decisión sobre la cuestión de los misiles (además del Atacms estadounidense, están en juego el Storm Shadow británico y el Scalp francés, mientras que Berlín y Roma optaron por no participar).
Pero el asunto no ha sido archivado y probablemente resurgirá durante el viaje de Zelensky a Estados Unidos próximamente.
Mientras tanto, el parlamento europeo ha considerado oportuno ejercer más presión sobre los países miembros, aprobando una resolución en la que os insta a eliminar todas las restricciones al uso, por parte de Ucrania, de las armas europeas “contra objetivos militares legítimos en territorio ruso”.
MOSCU Y EL PENTAGONO
Moscú ya ha advertido que considerará el uso de misiles occidentales de largo alcance, para impactar su territorio, como un movimiento directo de Occidente para unirse a Kiev, por el simple hecho de que este tipo de armas pueden ser utilizadas únicamente por técnicos militares occidentales a través del uso de códigos específicos y del uso de datos de satélites de la OTAN.
Por otra parte, tanto el Pentágono como varios analistas estadounidenses, han subrayado que las ventajas militares derivadas de posibles ataques profundos en territorio ruso no compensan las desventajas ligadas a los riesgos de escalada.
La reacción rusa: “Existe riesgo de guerra nuclear”. “El hecho de que el Parlamento Europeo esté conduciendo a una guerra mundial con armas nucleares”: así lo afirmó el presidente de la Duma rusa, Viaceslav Volodin, al comentar la aprobación, por parte de la Cámara Europea, del apartado 8 de la resolución sobre el apoyo a Ucrania que “pide a sus estados miembros que levanten inmediatamente las restricciones al uso de armas occidentales entregadas a Ucrania contra objetivos militares legítimos en territorio ruso”.
Volodin afirmó que, en caso de ataques ucranianos en la profundidad de Rusia con armas occidentales, su país dará “una respuesta dura utilizando armas más poderosas” y agregó: “El tiempo que se tarda en volar un misil Sarmat hasta Estrasburgo es de tres minutos y veinte segundos”.
SIGUE LA ESPADA DE DAMOCLES NUCLEAR
El reconocido académico estadounidense John Mearsheimer, analizando las guerras de hoy, advierte sobre una conflagración nuclear, en el suplemento Animal Político, de La Razón, que publicó un análisis de la coyuntura mundial titulada ‘Jugando a la Tercera Guerra Mundial’.
La nota examina los peligros geopolíticos actuales en Ucrania y Gaza.
Ucrania hoy: Mearsheimer presenta una visión pesimista de la situación actual en Ucrania.
Considera que Rusia está ganando la guerra y que la posición de Ucrania y Occidente se está deteriorando rápidamente.
En sus palabras, “el hecho es que los rusos están ganando, y la gente de la administración seguramente lo sabe, y seguramente saben que no hay forma de revertir la situación”. Mearsheimer cree que la administración Biden es consciente de esta realidad, aunque públicamente mantenga una narrativa diferente.
El profesor describe la situación de los Estados Unidos en Ucrania como “desastrosa”, señalando que “la administración Biden realmente se enfrenta a dos grandes desastres y no tiene salida”.
Esto sugiere que considera que EEUU está atrapado en un conflicto que no puede ganar.
Riesgos: Mearsheimer identifica varios riesgos significativos de escalada en el conflicto ucraniano, siendo el más grave la posibilidad de un enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN, que podría llevar al uso de armas nucleares.
“Hay que recordar que lo que está sucediendo en Ucrania es algo que los rusos han dicho durante mucho tiempo que representa una amenaza existencial para ellos”, afirma Mearsheimer.
Esta percepción aumenta el riesgo de que Rusia tome medidas drásticas si se siente acorralada.
El autor señala que el objetivo declarado de Occidente de “expulsar a los rusos de las filas de las grandes potencias” ha intensificado la determinación rusa: “Los rusos están obviamente asustados. No tienen intención de perder”.
Esto sugiere que Rusia podría estar dispuesta a escalar el conflicto para evitar la derrota.
El riesgo de uso de armas nucleares es una preocupación central para Mearsheimer: “Si se desesperan, si piensan que estamos subiendo la apuesta de una manera que los pone en gran desventaja, pueden estar seguros de que al menos considerarán seriamente el uso de armas nucleares”. Advierte que Rusia podría usar armas nucleares contra Ucrania porque, en ese escenario, ese país “no tiene capacidad para tomar represalias”.
La guerra larga e irrestricta tiene altas posibilidades de salirse de control.