Voces del Periodista Diario

¿Hasta cuándo andarás errante, oh, hija contumaz?

Voces del Director

Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

Para decirlo pronto, por violencia institucional se entiende el conjunto de prácticas físicas, síquicas y simbólicas ejercidas por agentes del Estado, por las que se refuerzan los mecanismos de dominación por el grupo en turno en el poder, sea el constitucional o el fáctico.

La violencia institucional es operación del sistema; obviamente, afecta a los segmentos más débiles de la pirámide socioeconómica. Su denuncia empezó a plantearse contra el viejo régimen; sin embargo, en la evaluación represiva desde hace al menos cuatro sexenios en México, algunas representaciones de defensa de los Derechos Humanos han elevado el rango de esos actos a genocidio o crímenes de lesa humanidad.

Nada se pierde, todo se transforma

Aun en el periodo posrevolucionario, la violencia institucional se descargó sobre la sociedad rural, mayormente en regiones con población indígena predominante; en las zonas agrícolas controladas por el latifundismo y el caciquismo priista sobre las estructuras ejidales o comunales, cuyas víctimas carecían y todavía carecen de acceso a las moradas del poder metropolitano y a los medios de comunicación social.

En la sociedad urbana, la violencia institucional hizo y hace presa a la clase trabajadora, a la que se le niega la organización sindical con sus derechos constitucionales correspondientes; a empleados de base del aparato público; a ejércitos de reserva lanzados a la economía informal desde las zonas precaristas, donde empieza la exclusión en la matrícula de enseñanza media y superior, etcétera.

Escapar de la sartén para caer en el fuego

La violencia institucional ha sido detonante de la galopante expulsión de mano de obra física e intelectual hacia los Estados Unidos, primordialmente, donde nuestros transterrados hacen la figura del pez que, por escapar de la sartén, cae en el fuego. ¿Qué más violencia institucional que la que ejerce el republicano Donald Trump contra los mexicanos emigrados?

La violencia institucional en México es histórica, porque no ha logrado extinguirse el régimen colonial de castas. Lo que ha hecho el neoliberalismo, no es más que exacerbar la estratificación cultural socioeconómica.

Del propio neoliberalismo es obra la violencia ejercida por los cárteles del crimen organizado, bajo cuyas macabras estadísticas se disimula y pretende ignorarse la violencia institucional que, repetimos, es practicada por agentes del Estado, según lo documentan evaluaciones y recomendaciones de agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en materia de Derechos Humanos.

Que todo cambie para que todo siga igual

De la misma ONU es el calendario en el cual se reservan determinados días internacionales del año a exponer derechos fragmentados según una agenda específica para la infancia, los indígenas, los migrantes, los ancianos, los discapacitados, el medio ambiente, las mujeres, etcétera. Toda una obra ecuménica.

En México, no faltaba más, en cada ocasión los oradores del Estado sueltan sus choros para sofocar la demanda social organizada por grupos no gubernamentales. Por la sociedad civil en su conjunto. Al día siguiente, las cosas permanecen en el mismo lacerante estado.

La única explicación, es que el grupo dominante no toma conciencia de que los crímenes de lesa humanidad no se atacan con torrentes de palabras, sino con acciones puntuales y reivindicatorias.

Nueva y odiosa forma de violencia institucionalizada

Violencia institucionalizada: Ahora se presenta en una nueva y odiosa forma: Bandas toleradas de vándalos contratadas para reventar efemérides cívicas y apoderarse de las crónicas periodísticas, dejando en segundo plano las causas de las movilizaciones sociales que pretenden abogar por los parias.

Ayer fue el 51 aniversario de la Matanza de Tlatelolco; dentro de diez días, será El Día de la raza, y viene el mes de la Revolución mexicana. De cada oportunidad se hablará de un parteaguas histórico sin compadecerse de la tragedia de más de 90 millones de compatriotas, que siguen refundidos en la prehistoria. ¿Hasta cuándo andarás errante, oh, hija contumaz?

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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