* En corrupción, la 4T igual que Nigeria y Angola
Silogismos
Por Antonio Ortigoza Vázquez
@ortigoza2010
Especial de Expediente Ultra
Algo —mucho— más que “un pleito entre sindicatos” resultó la trifulca en Dos Bocas; Banxico incrementa tasas pero la inflación va; si acaso hay vacunas, están almacenadas; la contrarreforma eléctrica es un batidillo de prejuicios ideológicos, el presupuesto para 2022 ignora de nuevo salud y educación, pero el escándalo llamado Lozoya camina hacia un precipicio con una muy posible fuga al estilo Ancira.
Y todo eso, aderezado con el ataque matutino de dos maleantes contra el magnate restaurantero Eduardo Beaven en inmediaciones del aeropuerto capitalino, lo que empaña un poco las ínfulas de la “no preferida” Claudia en torno a los “avances en seguridad pública” en CDMX.
Así tenemos, en una pequeña cápsula, las perspectivas para el cierre de 2021, tan solo —parafraseando al siempre presente Monsi— “para documentar nuestro optimismo”.
GRANDES AVANCES… ¡EN CORRUPCIÓN!
Si en algo ha sido vociferante con no poca insistencia el presidente de la República ha sido su condena plena de grandilocuencia acerca de la “corrupción” gubernamental, pero encapsulada la denuncia en el “periodo neoliberal” (fuera de eso, todo fue impoluto, puede inferirse).
Han sido centenas (¿o miles) de veces en que el presidente afirma, de golpe y porrazo, que “ya no hay corrupción”, con una entonación pretendidamente meliflua.
Pero sucedió que el pasado jueves 14, el “World Justice Project” (WJP), organismo internacional autónomo, reveló el “ranking” para este año de los niveles de corrupción gubernamental.
Vea usted: “En el mismo nivel de países africanos pobres o envueltos en violencia, México ocupa el lugar 135 de 139 entre las naciones más corruptas del mundo”.
Curioso: En 2019, en el arranque del primer año de AMLO, el “régimen neoliberal” dejó el marcador en 117 de 139 naciones. En otras palabras, en materia de corrupción, la 4T “subió” 18 puestos en apenas dos años y medio.
¿Un logro para presumir?
Pero todavía necesita enfrentar retos: para llegar a la cúspide mundial en corrupción gubernamental, a la 4T solo le falta ganar a Uganda, Camerún, Camboya y el Congo. Huesos duros de roer, ciertamente, pero nada imposible de lograr.
En cuanto a Latinoamérica y el Caribe, México (es decir: la 4T) no tuvo rival al frente en los 32 países, con los índices más altos en materia de corrupción que mide el Índice Global de Estado de Derecho, con ocho indicadores, entre ellos “ausencia de corrupción” en donde “México fue el peor evaluado”.
Se toman en cuenta tres formas de corrupción: sobornos, influencias indebidas por intereses públicos o privados, así como la apropiación indebida de fondos públicos “u otros recursos”.
Dice el reporte que “se analiza la corrupción en el Ejecutivo, Legislativo, Judicial, la policía y el ejército”.
Peor aún: Dice el WJP que, según el ranking, “México tiene un Estado de Derecho comparable con Nigeria, Madagascar, Angola y Mali”.
Así las cosas, el presidente López Obrador se dispone para acudir el próximo nueve de noviembre a Nueva York, para hablar ante el Consejo de Seguridad de la ONU, “justamente de corrupción”. Mucha materia tendrá.
LOZOYA ¿UNA BOMBA DE TIEMPO?
El magnate acerero Alonso Ancira pasó una breve temporada en prisión, llegó a un “acuerdo” con la FGR (con la venia de Palacio Nacional) y prometió “devolver” 216 millones de dólares para, puro en mano y amplia sonrisa trasponer el portón del reclusorio. Acto seguido abordó uno de sus jets, se fue a Estados Unidos y desde allá soltó una sonora trompetilla: “¡A ver, cóbrenme cabrones!”
Si eso parece extremadamente escandaloso; si eso quizá exhiba de cuerpo entero a la Fiscalía y al titular, el octogenario Gertz Manero, tan fiero con la chaparrita Rosario Robles y con los 31 científicos ya calificados como “delincuentes de alta peligrosidad”, esperen pues a ver en qué para el “Caso Lozoya”.
El columnista Raymundo Riva Palacio nos recuerda puntualmente que “la cuenta regresiva para que Emilio Lozoya presente pruebas que sostengan las denuncias contra personajes de la política por sobornos entregados, tienen como fecha límite el tres de noviembre y hasta ayer (14 de octubre) no había entregado nada”.
Recordemos que “el caso Lozoya” nos ha dejado perplejos (u otro tipo de emoción) desde sus inicios, cuando llega al país extraditado y la Fiscalía monta un espectáculo sin luz ni sonido, pero sí de estrepitoso escándalo, cuando los reporteros fueron inducidos a perseguir un vehículo blindado con un policía disfrazado para que, con ese señuelo, llegaran a las puertas de un reclusorio con el policía, ya con el rostro descubierto, revelara que habían sido timados vilmente.
Lozoya hizo un trato sin parangón posible, con privilegios que seguramente rebasan lo estipulado en los códigos penales, pero así se hizo: se alquilaron con fondos públicos dos pisos completos en el hospital más caro de CDMX, donde permaneció varios meses. Después pudo instalarse una de sus mansiones y ni siquiera se le exige la firma hebdomadaria en el juzgado correspondiente de forma electrónica.
La periodista Lourdes Mendoza le sorprendió y fotografió en uno de los restaurantes más caros de la capital. Eso reveló cómo trata la 4T a sus cuates.
El periodista Riva Palacio da pistas interesantes: sostiene que Lozoya tiene grandes cualidades como “encantador de serpientes”. Esto es un tema muy conocido: en ambientes sociopolíticos como México, los embaucadores profesionales tienen mercado abierto, y no solo con viudas ricas e impresionables.
Si a mediados del siglo XX el “conde” Víctor Lustig logró vender ¡la Torre Eiffel! de París tres veces, su increíble pillería fue posible porque ponía en juego su propia audacia, su capacidad para el engaño y del otro lado, la ambición de un “negocio fácil” y la autosuficiencia típica: “A mí nadie me ve la cara de pendejo”.
Pues sí: Lozoya, con sus habilidades, expandió las expectativas de Gertz, y de pasada, de AMLO. Le concedieron todo lo que pidió, sin regatear. La expectativa de poner tras las rejas a la plana mayor de PAN y PRI, sólo para comenzar, prendió el entusiasmo.
Pero según Riva Palacio, el incidente del Hunan ya cambió todo, y es lógico suponerlo. Año y medio de vivir del cuento —y a todo tren— es mucho, inclusive para la 4T. Ya es tiempo que aporte algo sólido, no solo saliva.
Pero… ¿Qué hace un cuentero cuando se le acaban los cuentos? Lo de siempre: Recoge las ganancias y, como dicen en los pueblos, “pela gallo”.
Lozoya dispone de recursos para huir a… ¿Israel?
Ya hay dos prófugos mexicanos beneficiados por la “política” (es un decir) exterior de AMLO, ganándose de enemigos a los israelíes, y gratis.
La oligofrénica forma de manejar los asuntos internacionales de la 4T ha dejado abierta la puerta para todo perseguido por AMLO. Ya son dos los “refugiados” en Israel. El siguiente puede ser Lozoya.
Y, claro, AMLO hará los conocidos gimoteos en la “mañanera”. Y nada más.
Es el panorama de fin de año.