El lecho de Procusto
Por Abraham García Ibarra
Estamos en estos días frente un problema monstruoso, el de la Seguridad Pública en la Ciudad de México, y ante el grotesco espectáculo de la Asamblea Legislativa citadina. El motor que mueve a este órgano en la actual temporada, es la pugna electorera.
Francamente, nos cuesta trabajo abordar ese tema desde un enclave en el que jugamos un papel de neófitos en materia tan compleja como es el Derecho. Razón bastante para remitir nuestras inquietudes a la persona más idónea que, precisamente por su idoneidad, gobierna la Ciudad de México.
Miguel Ángel Mancera Espinosa estudió Derecho en la UNAM. Acreditó su posgrado por la Universidad de Barcelona al través de la corresponsalía de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Entre otros registros del escalafón de Mancera, están su condición de Director de Investigaciones y Procedimientos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal; miembro de la Judicatura de esta entidad y procurador general de Justicia de la misma. Fue electo en 2012 jefe de Gobierno del DF; hoy de la Ciudad de México.
Algunas asignaturas que llaman nuestra atención
No abundaremos por hoy en jurisprudencia del pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre las facultades de la Asamblea Legislativa local. Tampoco en actos definitorios de la propia Corte sobre las funciones de las Fuerzas Armadas mexicanas.
Tenemos en mente el Titulo Quinto de la Constitución/ De los Estados de la Federación y del Distrito Federal. Por hoy, pasamos.
En cambio, citamos, sin entrar en detalles, las reformas constitucionales de 1994, 1995, 2008 y 2009 que instituyeron las leyes generales que establecen las bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública y del propio sistema.
Elevada la Corte al rango de Tribunal Constitucional, por su pleno han pasado innumerables recursos de Controversia Constitucional por conflictos surgidos entre los poderes públicos a escala nacional y nivel local, de los que surgen clarificaciones sobre las potestades legislativas y administrativas de esos poderes; obviamente, del Ejecutivo y del Legislativo en los niveles federal y estatal.
De las sentencias de acciones de Inconstitucionalidad y de controversias constitucionales han derivado el concepto de judicialización de la política, por el que se cuestiona una potencial invasión legislativa de los ministros de la Corte al enmendar la plana al Poder Legislativo.
Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas
En materia de crímenes del fuero federal se catalogan los de delincuencia organizada, el tráfico de drogas, etcétera. En el campo de Seguridad Publica, citamos antes la Coordinación al través del Sistema Nacional ya referido.
El Ejecutivo federal está investido con la calidad de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. En esta virtud, en caso de impotencia ante el crimen organizado, los gobernadores de los estados, al través del secretario de Gobernación, quien funge a la vez como Coordinador del Gabinete de Seguridad Nacional, solicitan el auxilio del Gobierno de la República para hacerle frente.
Entre las corporaciones armadas al mando directo del Ejecutivo federal, está la Marina Armada de México. Activos de esta fuerza estuvieron a cargo de la reciente operación que tuvo como teatro la Delegación Tláhuac de la Ciudad de México.
Esa operación ha dado pie a la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México y específicamente a las bancadas del PRD y del PRI para montar el grotesco espectáculo electorero al que nos referimos en las primeras líneas de esta entrega.
Las partidas, tanto del Ejército como de la Marina Armada, no se mandan solas. Actúan bajo el rigor disciplinario impuesto por sus jerarquías de mando.
Qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?
Cuando se ejecutó la Operación Tláhuac, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México andaba en cabalgata en Chihuahua. En ausencia del jefe, se supone delegadas sus facultades para casos de emergencia a la Secretaría General de Gobierno o, para las funciones concretas a las que está autorizada, a la Dirección Jurídica; dichas ambas cosas de manera esquemática.
Ahora bien: Antes de irse a Chihuahua, ¿el jefe de Gobierno de la Ciudad de México solicitó la intervención de la Marina Armada en aquella demarcación política, a cargo de un funcionario de elección popular?
La comandancia de la Marina Armada, ¿actuó sin previo aviso al gobierno de la Ciudad de México, también de elección popular? Si así hubiera sido, ¿por qué?
En otro escandaloso asunto en cartelera mediática -el del socavón asesino del Paso Exprés carretero de Cuernavaca-, más allá de su saldo mortal, sus repercusiones han tenido resonancia internacional por los signos de corrupción que permean los criterios de contratación de obra pública en México, y el debido cumplimiento de sus especificaciones, supuestamente bajo supervisión técnica de los contratantes.
En este caso, se procedió al linchamiento de subalterno de cuarta en el organigrama de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que no tuvo vela en los procesos de licitación.
Memoria del desafuero del jefe de Gobierno/ DF
En el caso de Tláhuac, toda la responsabilidad se descarga sobre el delegado, a quien se le inició proceso de destitución por la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.
Grotesco espectáculo electorero, repetimos por segunda vez, y nos recuerdan los meses previos a la sucesión presidencial de 2006 en que Vicente Fox operó el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador para inhabilitarlo en la competencia por la Presidencia de la República.
En estos días, el doctor en Derecho Miguel Ángel Mancera Espinosa, por confesión propia y su registro en las encuestas sobre intención del voto, es aspirante a suceder a Enrique Peña Nieto en 2018.
En las mismas encuestas, López Obrador puntea las preferencias nacionales para el la año próximo y el pasado fin de semana se publicó que el Partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) va a la cabeza en las preferencias para la Ciudad de México.
La competencia en materia de Derecho no se nos da. La intuición periodística en cambio nos indica que algo flota en la enrarecida atmosfera de la Sucesión presidencial de 2018. ¿Qué será? Es cuanto.