La Piedra en el Zapato
Por Abraham García Ibarra
Cuando hace medio siglo arribamos a la Ciudad de México desde Mazatlán, Sinaloa, donde nos iniciamos en el oficio, la primera tarea que nos impusimos -veinteañeros al fin- fue ver, en carne y hueso, a las grandes leyendas del periodismo mexicano.
En nuestro diario de acogida, El Día, tuvimos oportunidad de convivir con -e intentar aprender- de periodistas y escritores militantes de izquierda, aun aquellos recientemente afiliados al PRI.
La primera fuente que se nos asignó, fue la de Partidos Políticos. Nos desconcertó que se nos agregara la Iglesia católica. Nuestros directores nos sacaron del pasmo: ¿No sabe que es el partido político más viejo del mundo? No, pues sí.
La virgen que forjó una Patria
Fue en el ala religiosa donde nos reencontramos con el maestro Salvador Borrego. El otro personaje fue René Capistrán Garza. De este último teníamos opaca memoria porque su nombre apareció en 1942, como argumentista y guionista de la película La Virgen que forjó una Patria. (La Guadalupana).
Supimos ahora que fue miembro fundador de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, presidente de la Liga para la Defensa de la Libertad Religiosa, jefe cristero y hacia los años cincuenta, fundador y director del diario metropolitano Atisbos.
Nos desayunamos con don Porfirio, comimos con Huerta, pero…
El asunto viene a tema porque, en el seguimiento de la biografía de Capristán Garza, dimos con esta lapidaria acusación: Nos desayunamos con don Porfirio, comimos con Huerta (Victoriano, el asesino de Madero), pero la revolución nos negó la merienda y hubimos de acostarnos… en la hamaca incómoda de la reacción inútil, estéril y bravucona.
El segundo diario citado (2 de enero de 1951) había publicado una declaración de monseñor Guillermo Piani, en este tenor: Si la resistencia de los católicos se explicó en aquellos días (los de la Cristiada), hoy no puede explicarse la oposición sistemática a un régimen decoroso que ha rodeado a la Iglesia de atenciones y consideraciones.
Recuperamos esas líneas en el marco de los esfuerzos del clero por implantar en México el Orden Social Cristiano. En otras líneas se identifica a dos partidos confesionales, dominantes en la derecha y la ultraderecha: El Partido Acción Nacional y la Unión Nacional Sinarquista. Ambas formaciones hicieron previamente tentativas por fundar el Partido Unidad Nacional.
Fue don Manuel Gómez Morín quien disolvió la iniciativa cuando el jefe nacional de la Unión Sinarquista, el michoacano Salvador Abascal Infante pretendió apoderarse de la dirigencia del PAN que, como la alternativa católica de la revolución, obtuvo el registro legal en 1939 con el consentimiento del presidente Lázaro Cárdenas.
Eran tiempos del papado de Pío XII, quien contemporizo con los líderes del Nazifascismo.
El atentado contra el Presidente católico Ávila Camcho
El sucesor de El Gran Expropiador, el general poblano Manuel Ávila Camacho, a quien se reputó como primer Presidente católico de la Revolución, sufrió un atentado a manos del teniente José Antonio de la Lama y Rojas. Ese oficial era militante sinarquista-panista.
En esas andanzas reporteriles, presentados por don Luis Calderón Vega, (padre de ya saben quién), nos tocó tratar con el abogado, también michoacano, José González Torres.
A González Torres lo recordamos porque fue presidente en México de Pax Romana, jefe nacional del PAN en 1959 y candidato presidencial en 1964, contendiente contra Gustavo Díaz Ordaz.
Pero también lo recordamos por su ensayo en el que postula una Nueva Edad Media Americana.
Lo que nos queda por hacer, es cambiar la Constitución
Volviendo a los cincuenta, encontramos una entrevista que concedió a Times el Arzobispo Primado de México, el cristero michoacano Luis María Mora Martínez, y dijo así: Lo único que queda por hacer, es cambiar la Constitución.
Carlos Salinas de Gortari escuchó la plegaria de monseñor: No cambió, hizo girones la Constitución en materia de cultos y de política.
Será por eso que el PAN, en diciembre de 1988, firmó con el usurpador la Alianza Estratégica, que ha dado vigencia a la Nueva Edad Media Mexicana.
A propósito, Marko Cortés es ahora jefe nacional del PAN. También es michoacano. Es cuanto.