Voces del Periodista Diario

La Shell y la oscura caverna del porfirismo

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

¿Puede, una inofensiva conchita, representar la codicia imperial e imperialista? ¿La del Reino Unido, por ejemplo? Si leemos al ADN del ostión, la ciencia económica nos dice que sí. La inofensiva conchita es, a estas alturas, letal.

En 1833, don Marcus Samuel encontró que recolectar conchas marinas para venderlas a coleccionistas de Londres era un modo honesto de vivir y, a la larga, hacer fortuna.

Samuel hijo fijó los ojos en el horizonte y los asentó en el Mar Caspio. Aquella marina mercancía lo animó a fundar en 1892 la Shell Transport and Trading Company. Ahí empieza esta historia.

Cuando don Porfirio contrató a Weeterman Pearson

Nueve años después de aquel registro, Porfirio Díaz trajo a México al ingeniero británico Weeterman Pearson para encomendarle obras urbanas en la Ciudad de México y, encantado de sus servicios, le confió la construcción del Ferrocarril de Tehuantepec.

Por los lares del sureste, Pearson se interesó en ciertos aceites con los que podría sustituir el combustible maderero.

Díaz había promulgado en 1901 la Ley del Petróleo que autorizaba concesiones hasta por 50 años, renovables. Pearson no tuvo suerte en los primeros intentos de refinación, pero porfió. Contra la competencia estadunidense fundó la Compañía “Mexicana” de Petróleo El Águila, dicho en español.

Un año después de promulgada la Constitución de 1917 –petróleo propiedad de la nación y esas cosas- Pearson sondeó en su patria de origen y encontró como socio a la ya convertida en Royal Dutch Shell. La trasnacional de la conchita. Nació entonces la Shell-Mex Limited.

Veló armas contra siete presidentes mexicanos

El Águila litigó sucesiva y rabiosamente en defensa de sus títulos de concesión contra los presidentes mexicanos Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles (fundador del PRI en su primera denominación), Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez.

Hasta que llegó Lázaro Cárdenas que, según recordamos algunos, decretó en 1938 la Expropiación Petrolera. Dicho en términos jurídicos y técnicos, la enajenación de los bienes físicos de esos consorcios.

El decreto fue consecuencia del desacato a una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en una causa laboral.

El Águila siguió litigando, pero llegó el mexiquense Adolfo López Mateos y, para quitarse esa monserga de encima, negoció la indemnización final y en 1963 logró su disolución.

La peor enemiga mundial del Medio Ambiente

Otro cambio de página: En la década de los setenta, la Shell pretendió hundir una de sus plataformas petroleras en el Mar del Norte. La resistencia de los primeros movimientos ecologistas de Europa la obligó a desistir.

En la década de los noventa, la Shell arruinó con la contaminación la región agrícola del delta del Níger. Por esa causa, fue boletinada como la peor empresa mundial por daños ambientales. En 2013 se le refrendó ese título.

En 1999, en Magdalena, Argentina, un buque-tanque de la Shell inundó de crudo el Río de la Plata (cinco millones 400 mil barriles) y contaminó napas de agua dulce, destruyendo flora y fauna. Por cierto a 2015 el gobierno de Mauricio Macri conserva 16 millones de dólares en acciones de la trasnacional. Pretende además privatizar el ente petrolero del Estado. En fin.

Un giro en la hoja de vida de la Shell. En Bolivia, la trasnacional sonsacó La guerra del Chaco, región disputada por su potencial petrolero.

También en las bolsas de valores tiene su historia

Pero en el mercado bursátil internacional la Shell también tiene su historia. En 2004, fue imputada de fraude maquinado al adulterar los datos de sus reservas. Fue multada con 17 millones de libras esterlinas y obligada a pagar 450 millones de dólares a accionistas no estadunidenses.

A El Águila, con su actual denominación mercantil, el mexiquense Enrique Peña Nieto le abrió jubilosamente las puertas de México. Ayer, en la cuarta etapa de la Ronda 2 en que se subastaron diez contratos para bloques petroleros en aguas profundas en la Cuenca de Salina, la Shell se llevó de calle a sus competidores.

Sobre aviso, no hay engaño: Dime con quien andas y te diré quien eres. Es cuanto.

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