Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George (*)
Juristas y sociólogos que han ido al génesis de la economía criminal en América Latina, inician su investigación a partir de la pregunta policial: ¿A quién beneficia el crimen?
En México, las primeras nociones sobre ese monstruoso fenómeno que agota y postra a la sociedad, se difundieron por cuenta del Instituto Nacional de Ciencias Penales en los 80.
Se pensó entonces que el objetivo de esa tarea de divulgación sería prevenir actos de corrupción conforme los objetivos que se plantearon en la iniciativa de renovación moral de la sociedad, que fue acompañada por la reforma constitucional sobre la responsabilidad de los funcionarios públicos.
Salió el tiro por la culata: desde que se sentaron las bases del Estado neoliberal y se trasfirió al poder empresarial el control de las áreas estratégicas y prioritarias públicas, se supo que la corrupción es consustancial al neoliberalismo.
Ese es nuestro punto: los estudios a los que hacemos referencia enfocan uno de sus análisis sobre los golpes de Estado en AL.
La tesis se sustenta, sobre todo, en la resistencia de la oligarquía privada contra la gestión de la política social del gobierno, que tiene como soporte la intervención del Estado en la economía; lo que aquí se tipifica como populismo.
Desde esa lógica, que tiene su vector en el modelo gringo, los grupos de poder real -que controlan la propiedad de los medios y dirigen las estrategias de comunicación- capitalizan los periodos electorales para generar caos en los sectores sujetos a la dominación, a fin de subvertirlos contra el Estado.
Las experiencias en el Cono Sur del último medio siglo, así lo han comprobado: la conspiración provoca desestabilización y vacíos de poder, y deviene acción golpista con cargo a corporaciones militantes desleales, fin último de esos procesos que permite desplazar regímenes “inconvenientes”.
En México, la concurrencia de múltiples factores ha instalado la anarquía lo mismo en la ciudad que en el campo. Particularmente en el segundo espacio, encuentran terreno fértil las empresas trasnacionales.
La fuente de inestabilidad más localizada, según lo revelan estudios de agencias económicas multinacionales de los que México es Estado parte, son las estructuras de la desigualdad socioeconómica, profundizadas por el injusto reparto de la renta nacional.
Caos, anarquía, no importa el sustantivo: El resultado es el mismo. Es el espectro dominante en la sucesión presidencial de 2018.
Lo más inadmisible en ese estado de cosas, es que las instancias depositarias de la responsabilidad en la formación de los poderes públicos, sean las primeras tributarias del proceso de descomposición institucional.
¿A quién beneficia el crimen? A quien lo concibe, a quien lo induce, a quien lo perpetra y se levanta con el santo y la limosna. Es la marca de la casa de la economía criminal.
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.