Voces del Periodista Diario

BATRES Y PIÑA

Ojo Público

Batres y Piña

Es muy interesante lo que nos están dejando ver dos ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respecto al futuro del Poder Judicial; tanto la presidenta, Norma Piña, como Lenia Batres, porque se trata de dos posturas que indican mucho de sus respectivas personalidades y la forma como se conducen.
Podemos ver ejercicios inéditos en ambos casos. Lenia Batres, en su papel de ministra, recorre las calles para informar sobre el trabajo de la SCJN y la forma elitista en que han desarrollado sus actividades, hasta ahora, la mayoría de sus colegas. Este ejercicio es verdaderamente democrático.
Norma Piña, por su parte, acudió a una entrevista periodística, en la cual dejó ver, en unas cuantas palabras, su carácter intrigante, palaciego, su modus operandi para conseguir sus objetivos. La entrevistadora mencionó a Claudia Sheinbaum como presidenta electa de México, y Norma Piña atajó, tanto con un gesto de la mano derecha, como con una expresión verbal: “es virtual… todavía no”.
Estas cuatro palabras, en referencia a Sheinbaum, que obtuvo casi 36 millones de votos en las urnas, muestra lo que el ejercicio democrático del 2 de junio representa para Norma Piña, porque es mucho lo que da a entender. En primer término, que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación todavía no le entrega la Constancia de Mayoría a la virtual presidenta electa.
No se trata, únicamente, de la precisión jurídico-lingüística de una ministra a una persona que cometió un error enunciativo, porque añadió “todavía no”, como (permítaseme la interpretación) dudando si Claudia Sheinbaum llegará a ser presidenta de México. Cabe preguntarnos por qué podría Norma Piña poner en tela de juicio si Claudia Sheinbaum ocupará la Presidencia de la República.
Nos resulta necesario recordar a Rodrigo de la Peza, el juez administrativo que trató de forzar el nombramiento de dos magistrados en el TEPJF, con el fin, según él, de completar al Pleno de la Sala Superior, que se encargará de calificar la elección presidencial. El único detalle es que sus propuestas recaían en magistrados calderonistas.
No podemos desligar, ni a Piña ni a De la Peza, del intento fallido por inclinar la balanza, en contra de la Cuarta Transformación. Sabemos que De la Peza excedió sus facultades y, al parecer, el asunto terminó con su desistimiento, pero la insinuación de Norma Piña, “todavía no”, deja mucho qué pensar, con más razón si traemos a la memoria la reunión que la presidenta de la SCJN forzó, entre sus colegas y el dirigente priísta, Alejandro Moreno Cárdenas.
Tampoco podemos ignorar su alianza con el PRIAN, cuando ella y su grupo invadieron las funciones del Congreso, el año pasado, en los días que la oposición renunció al trabajo para el que fue electa, al emprender la llamada “moratoria legislativa”, a través de la cual quedaron muy lejos de sus responsabilidades, que consisten en debatir seriamente, presentar iniciativas de ley, votar lo que conviene a nuestro país.
Después de declarar la mencionada “moratoria”, presentaron recursos para que la SCJN les hiciera el trabajo sucio, y “legislara” en favor de un pequeño grupo. Por si fuera poco, lo celebraron con una piyamada en el recinto del Senado, con grotescos simulacros de relaciones sexuales.
El ex presidente de la SCJN, Arturo Zaldívar, al hablar de este indignante tema, con una envidiable economía de palabras, rememoró la ignominiosa actuación de la Corte, que “decidió otorgarle a la oposición, en una suspensión, en una sentencia, lo que habían perdido en las urnas”.
No en balde, Lenia Batres, durante su participación en los foros para reformar al Poder Judicial, en la Cámara de Diputados, denunció que las puertas de ese poder “están abiertas al tráfico de influencias y cerradas al pueblo de México”, lo cual es rigurosamente cierto. Sólo basta recordar la multitud de amparos en favor de personajes como Rosario Robles Berlanga, Juan Collado o Linda Cristina Pereyra, esposa de Genaro García Luna, por citar únicamente los más notorios.
Desde hace tiempo, planteábamos en este espacio la necesidad imperiosa de democratizar a este poder, a través de la elección de ministros, magistrados, jueces, y la separación de la SCJN y el Consejo de la Judicatura, que en una verdadera ofensa a la justicia, actualmente preside la misma persona: Norma Piña.
La ministra Batres, inclusive, presentó una propuesta que enriquecerá la reforma que se discutirá en la próxima legislatura, la cual consiste, entre otros puntos, en limitar las interpretaciones y resoluciones de la SCJN, para que se abstenga de “revivir normas que el Congreso de la Unión ha abrogado y derogado”.
También hizo un planteamiento fundamental para nuestra nación, con el fin de hacer realidad una verdadera división de poderes. Éste consiste en limitar a la Corte para que deje de “emitir estándares, lineamientos o parámetros dirigidos a regular la función ejecutiva o legislativa”, en lo cual se entrometió la SCJN a partir de este sexenio. En nuestra Constitución, dejó claro, no existe la supremacía judicial, que se da de facto, sino la preponderancia de la Carta Magna.
Actualmente, explicó, las personas más humildes, que con muchas dificultades tienen acceso a la defensoría, “es más constante que encuentren abusos que justicia”, debido a que para la gran mayoría de la población mexicana, la justicia es “cara, elitista, desgastante, humillante, lenta, inaccesible, inentendible, abusiva, misógina, racista, clasista, corrupta, parcial”.
Esta última descripción de lo que los ciudadanos más desprotegidos experimentan frente al Poder Judicial, arrancó aplausos e inclusive “bravos”, en el auditorio.
Ahora es imperioso que se haga justicia a México, desde el Poder Legislativo, con el fin de que el “Plan C” se haga realidad.

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