EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra
Hombres de buena raza, de buena estirpe, de buena Matria, se sienten orgullosos de su pasado. De su identidad.
Don José Ortega y Gasset (La rebelión de las masas) admiraba a los ingleses por su gran lealtad a su cultura y la fidelidad y respeto a sus antiguas instituciones, cuya continuidad permiten a Inglaterra permanecer en la nómina de primeras potencias mundiales.
Snob, era el término que empleaba el filósofo español para aquellos sin nobleza, atrapados en la mecánica emulación de las modas de otros. Cualesquiera que éstas sean.
A la nomenclatura priista le ha dado en esta temporada por convocar a los mexicanos a renegar de su pasado, sobre el que se ha construido la identidad nacional y un proyecto social.
Limitados en la generación de pensamiento propio, los tricolores producen incesantemente spots. En las grandes ocasiones, de estas cápsulas hacen retacería y las lanzan como mensajes políticos, con independencia de cuál sea su audiencia.
Cuando la tecnoburocracia mexicana en el poder abrazó la ideología neoliberal, pensadores mexicanos advirtieron que la traspolación de ideas extralógicas no correspondía a los tiempos cultural, social y político de la mayoría de los mexicanos. Los neoliberales porfiaron en permanecer montados en su macho.
Es la inclinación a la subcultura caciquil de aquí nomás mis chicharrones truenan.
El 30 de junio de 2016, tuvo lugar en Ottawa, Canadá, la Cumbre de Líderes de Norteamérica. Uno de los participantes fue el presidente de México, Enrique Peña Nieto.
En su oportunidad en la tribuna, Peña Nieto arremetió contra el populismo que, dijo, busca soluciones fáciles a los asuntos más complejos. Imputó esa clasificación a quienes ejercen “liderazgos políticos demagógicos”.
Su homólogo estadunidense, Barack Obama, sonriente, le respondió en ingles que la definición anglosajona de populismo se refiere a aquellas personas que buscan el apoyo del pueblo; en particular de la clase trabajadora. Dicho lo cuál, él mismo se asumió como populista y por extensión nombró en la misma línea al entonces precandidato presidencial demócrata Bernie Sanders.
Ayer, en “cartas sin dirección”, Peña Nieto, en el marco del foro bancario Dilema global: Populismo vs. Liberalismo retomó la ofensiva contra el populismo.
Denunció “posiciones dogmáticas” y volvió a lo de “las soluciones aparentemente fáciles”, pero que en realidad cierran espacios “a la libertad y la participación”.
Los banqueros no temen a opciones políticas
“Cartas sin dirección”, repetimos, porque, careciendo de destinatario específico, de una lectura discrecional del mensaje podría haberse colegido que iba dirigida a Donald Trump, el coco de moda con el que el gobierno mexicano sostiene radicales diferendos.
Por supuesto, hermeneutas oficiosos que la giran de “líderes de opinión” ipso facto aplicaron dicho discurso a Andrés Manuel López Obrador.
Como hace ocho meses en Ottawa, la liebre saltó de otro matorral. El anfitrión en el foro citado fue el presidente nada más, pero nada menos, de la Asociación de Bancos de México, Luis Robles Miaja.
El señor Robles Miaja, en la perspectiva de la sucesión presidencial de 2018, declaró que los banqueros no tienen miedo a que en ese proceso surja un gobierno del PRI, del PAN, de Morena o de algún independiente.
Aunque aclaró que en este momento no está enterado si López Obrador es candidato, “si llega trabajaremos con él de la mano”, porque al final “la banca es una institución”.
Hay momentos en la vida de los pueblos que dan oportunidades de optar por el silencio o de hablar con conocimiento de causa. En boca cerrada no entran moscas. Es cuanto.