Voces del Periodista Diario

“No estamos rechinando de limpios”

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

 

Esa detergente confesión la pronunció el feroz senador republicano Jesse Helms, cuando su compañero de partido, Ronald Reagan, se decidió por fin, en 1986, a apoyar el derrocamiento del dictador filipino, Ferdinand Marcos. Ya eran más de dos décadas de felonías contra la democracia.

Meros recuerdos del porvenir: En campaña presidencial en 1988, el panista Manuel de Jesús Clouthier del Rincón incitaba a sus partidarios: ¡Filipinas, señores, Filipinas!

Quería decir el robusto sinaloense que ya era hora de darle cuello al PRI.

Por aquellos meses, conspicuos panistas acudían a El Capitolio en Washington a solicitar el apoyo del senador Helms: “En México”, le decían, “la contra somos nosotros”, en alusión al respaldo de Washington a la contra nicaragüense para tumbar al régimen sandinista, con el que el gobierno mexicano expresaba su diplomática solidaridad antigolpista.

¿Recuerdos del porvenir? Narrativa del presente.

La misión  asignada a México por El Pentágono

Hace algunas semanas, en estos espacios consignamos que los jefes de los comandos Sur y Norte de El Pentágono, Kurt W. Tidd y Lori Robinson, respectivamente, en comparecencia ante la Comisión de Asuntos Militares del Senado, anunciaron, que dadas las nuevas buenas relaciones del Departamento de Guerra de los Estados Unidos con las fuerzas armadas mexicanas, a México se le reservaba un papel primordial en la región.

Tidd, por esos mismos días, se refirió a la situación de Venezuela y acusó al gobierno de genocidio.

Siguiendo esa agenda, también dimos registro al anuncio de que México se había ofrecido como sede (Cancún, Quintana Roo), para la reunión de junio de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se colocaría en el banquillo al gobierno bolivariano.

A decir verdad, desde meses antes, la ex canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas -que no se mandaba sola- le había tendido alfombra roja a las representaciones de la oposición venezolana que pugnan por la caída de Nicolás Maduro.

Los mexiquenses votaron contra Venezuela

No hay que perder el cronograma. El pasado 31 de mayo, el nuevo canciller, Luis Videgaray Caso -que no se manda solo- se plantó ante cámaras estadunidenses y, acreditado por la idílica realidad de México, soltó de su ronco pecho: Hoy por hoy, Venezuela no es una democracia.

(Corte para recordar que apenas hace 48, a la luz de las esplendorosas demostraciones democráticas en las jornadas electorales del estado de México, el filósofo que dirige formalmente el PRI, Enrique Ochoa Reza declaró que en la tierra nativa de Enrique Peña Nieto, “los electores detuvieron el avance del populismo autoritario y lo mismo hará en 2018, ya que México no merece ser Venezuela”.

Toda una noticia: Nunca nadie dijo en campaña  a los 11 millones de mexiquenses convocados a las urnas, que sus votos serían contra Venezuela).

Retomamos a Videgaray Caso en la aparición mediática citada: En Venezuela operan antidemocráticos tribunales militares. En Venezuela se manipula el calendario electoral. En Venezuela se convoca a una Asamblea Constituyente. En Venezuela hay presos políticos. En síntesis, en Venezuela se atenta contra la democracia.

México quiere incidir en la vida de los venezolanos

(Incidir es un verbo que la Madre Academia explica como incurrir en falta). El canciller declaró que, ante  “la dictatorial situación” que humilla a los venezolanos, México está dispuesto a incidir en la vida política interna de Venezuela.

La lógica de esta narrativa indica que ese es el papel asignado por los comandos Norte y Sur de El Pentágono a México, según se reveló hace tres meses en Washington.

Vistos los lodosos y  crispados escenarios poselectorales en el Estado de México y Coahuila, ¿México está rechinando de limpio? Dicho de otro modo, ¿el gobierno mexicano tiene prendas morales y políticas para sembrar cizaña en huerto ajeno? Es cuanto.

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Redacción Voces del Periodista