Voces del Periodista Diario

La ruptura de la 4T sería el retorno del salinismo rapaz (II)

Por Salvador González Briceño

*Morena tiene el reto de consolidar el obradorismo, en su primera elección como partido del poder.

¿Podrá Morena? Entre lo que está en juego en esta elección resalta la consolidación de la 4T, como Cuarta Transformación del país, que se propone erradicar de raíz el modelo neoliberal de factura salinista —de Carlos Salinas de Gortari y sus secuaces, el conocido “grupo compacto”—, que se gestó desde el sexenio de Miguel de la Madrid y floreció radiante hasta 2018, la culminación del peñanietismo.

Que de no ganar en esta elección, también dijimos, la mayoría en la Cámara baja pierde fuerza la aprobación de las leyes o las reformas del presidente Andrés Manuel López Obrador, para consolidar los cambios a la Constitución, entre las que destaca la reforma judicial, la electoral, la social, etcétera. Sin dejar de poner el dedo en la llaga de la corrupción y de la impunidad, los dos lastres enraizados durante los sexenios de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.

Un escenario de descomposición paulatina pero firme, tendiente a la privatización de los bienes nacionales bajo el ardid de la eficacia, el libre mercado y el adelgazamiento del Estado. Políticas todas creadas en Washington e incrustadas como “políticas públicas” por los poderes Ejecutivo (entreguista), Legislativo (traidor) y el Judicial (legaloide).

Contra eso, un modelo de desarrollo económico favorable a los más ricos y los amigos del “sistema político” (esos que, con información “privilegiada” y “amigos”, se apoderaron de las riquezas nacionales), así como a las fuerzas extranjeras: gringas, canadienses y españolas, principalmente. Contra eso hay que empujar para meter reversa.

Por eso el actual gobierno se ha propuesto erradicar la corrupción, como una de las principales metas, por el uso y abuso de los recursos públicos para fines privados por muchos mecanismos ideados por la clase política nefasta y sus cabilderos chupasangre.

Un modelo que trajo consigo la descomposición política del propio sistema político (léase los asesinatos políticos: el candidato priista Luis Donaldo Colosio, Ruiz Massieu, cardenal Posadas Ocampo), priista y panista primero y partidista después. Es decir, un sistema de representación venido a menos. Un corolario de políticos que perdieron el aval de sus representantes. Y un sistema electoral cada vez más tramposo y carente de credibilidad.

Reto de Morena

De refilón el desastre social, donde para los operadores del liberalismo lo que menos importó siempre fue la sociedad: desde los trabajadores asalariados, los campesinos, las clases medias incluida la propia burocracia. Todo se deterioró, de la mano de un empobrecimiento acelerado y una casta de elite más poderosa hasta llegar a Forbes.

Contra eso había que emprender el retorno. Más cuando el mundo pasa o está transitando hacia otros escenarios que incluyen el rescate del Estado, un Estado que en México perdió fuerza porque casi lo hacen desaparecer los neoliberales salinistas.

Ah, porque todos, desde Zedillo hasta Peña, todos los presidentes que sucedieron a Salinas tuvieron el sello de la bestia: obedecer las órdenes de Washington para profundizar los preceptos neoliberales y así destruir al país; porque no se le puede llamar de otra manera a las políticas cuya finalidad fue dejar a México totalmente a expensas de los intereses del imperialismo estadounidense.

De ahí el principal y más peligroso encadenamiento que fue y sigue siendo el TLCAN, hoy T-MEC, que no es más que la actualización del primero. Para controlar la economía mexicana, con preceptos como el de “la mejor política industrial es la que no existe” promulgada por el entonces subsecretario de Comercio que luego sería titular de Hacienda, Jaime Serra Puche.

Contra ese entreguismo y corolario de traiciones a la patria es que se lucha. Y así no se esté de acuerdo con López Obrador en muchas materias, inclusive su “estilo personal de gobernar” (su desdén en muchas materias, qué va), hasta ahora se trata de un presidente que no sigue los lineamientos neoliberales del salinismo. Todo lo contrario, por eso tiene tantos enemigos, beneficiados todos del estilo corruptos de gobernar de los neoliberales gestados por la matriz salinista.

Ello es lo que explica la reacción en contra de la 4T. De todos aquellos que usufructuaron mediante la usura los recursos del Estado. De los beneficiarios de los privilegios o los privilegiados, empresarios y políticos serviles o patrones del poder económico, empresarial y político rapaz.

Contra ese pasado reciente, que no duró un sexenio sino enraizó al menos en cinco, contra ese lastre que dejó el salinismo para hundir al país. Contra eso hay que luchar por ganar para que siga el obradorismo., o si se prefiere la lucha por el rescate de la nación. Lo contrario será el retorno de ese salinismo atroz, presto a vender al país. De ese tamaño es el reto de Morena como partido del poder.

9 de abril de 2021.

VP/OPINIÓN/Redacción

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