Voces del Periodista Diario

¿Quién teme a la tóxica Escuela de Chicago?

Sinfonía Telúrica

Por Abraham García Ibarra

El 1 de julio de 2018 se volcaron a las urnas más de 56 millones de votantes identificados con su credencial de elector. El 2 de julio pasaron a ser muchedumbre anónima, como suele ocurrir aquí después de cada proceso electoral. Depositaron su voto y perdieron su voz. Ahora, 90 millones de mexicanos están a punto de ser convocados a participar en las elecciones más grandes de la historia de México de 2021. Un fenómeno deprimente sin solución de continuidad.

Ellos lo harán mejor y más radicalmente que nosotros

Al tema: En febrero de 1924, el secretario de Estado de la administración de Woodrow Wilson, Richard Lansing, respondió a una perversa iniciativa del editor amarillista y latifundista en México, William Randolph Hearst, quien exigía a Washington poner fin a la Revolución mexicana imponiendo en la presidencia de México a un ciudadano estadunidense.

El texto de la respuesta de Lansing  a saber, es el siguiente:   México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: El presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso conduciría otra vez a la guerra.

La solución necesita de más tiempo: Debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos. México necesitará administradores competentes y con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la misma Presidencia.

Y sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos, y lo harán mejor y más radicalmente que lo que nosotros mismos podríamos haberlo hecho.

La atinada visión de largo plazo de John D. Rockefeller

Medio siglo antes de ese acontecimiento, John D. Rockefeller había registrado en los Estados Unidos la razón social Standard Oil Company, que en 1901 se acogió a la Ley del Petróleo promulgada por Porfirio Díaz.

Lo que nos interesa destacar del fundador de la dinastía Rockefeller es que, en 1890 instituyó un fondo financiero para crear la Universidad de Chicago.

Al correr del tiempo, apareció la alianza del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) con la Universidad de Chicago. El leitmotiv, según versión local: Rescatar la autonomía de la sociedad civil del estatismo hegemónico desde 1940.

Es de recordar que la Universidad de Chicago tiene una división para la formación de genios. Acredita en su currículum algunas decenas de Premios Nobel. Entre ellos, para efecto de este tema, se encuentra Milton Friedman, quien en los setenta recibió el galardón correspondiente a Economía.

Friedman es reputado como creador de La Escuela de Chicago en aquella disciplina. El título de Chicago boys es genérico para los posgrados en Economía aunque se hayan formado en las universidades de Yale, Harvard o Stanford, de los Estados Unidos.

Los Chicago boys se extendieron a América Latina. Formaron el tanque pensante que debutó en los setenta en Chile con el golpista Augusto Pinochet.

Primera generación de jóvenes mexicanos ambiciosos en EU

La carta de Lansing no se cita casual ni gratuitamente: En la década de los 40s, se inició el reclutamiento de jóvenes mexicanos ambiciosos para formarlos en las universidades estadunidenses en el modo de vida americano y sus valores.

En la primera generación tecnocrática mexicana (1950) descollaron egresados del ITAM. Entre ellos, Gustavo Petricioli Iturbe, en cuya hoja de  vida pública está la titularidad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y Embajador de México en los Estados Unidos.

Miguel Mancera Aguayo terminó su carrera en la administración pública como director general del Banco de México y después como gobernador de este instituto cuando se decretó su autonomía como órgano de Estado.

De una segunda generación de tecnócratas mexicanos, del mismo ITAM, pulidos en la Universidad de Chicago, son Francisco Gil Díaz y Agustín Carstens Cartens. Los dos despacharon en periodos diferentes en la Secretaría de Hacienda. El segundo, asesorado en su tesis de doctorado en Chicago por funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMII). Carstens fue también gobernador del Banco de México. Hoy es gerente general del Banco de Pagos Internacionales, con sede en Suiza.

En el primer Plan Global de Desarrollo, el huevo de la serpiente

De la primera generación de tecnócratas que irrumpieron el gabinete económico presidencial, merece citarse que es el dominio público influirían en la concepción e instrumentación del primer Plan Global de Desarrollo (PGD/1980-1982), impregnado de la doctrina instituida por Miltón Friedman. De ahí pa´l real.

Información reciente nos indica que Francisco Gil Díaz funge aún como enlace para conservar la alianza ITAM-Universidad de Chicago.

Del propio ITAM egresaron José Antonio Meade Kuribreña y Luis Videgaray Caso, ambos ex secretarios de Hacienda y Crédito Público. Si bien el primero obtuvo posgrado en la Universidad de Yale y el segundo del Instituto Tecnológico de Massachusetts -por donde pasó también el itamita Pedro Aspe Armella, ex secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari-, ambos abrevaron en la doctrina económica de Milton Friedman. El orden de los factores no altera el producto

En el periodo de Enrique Peña Nieto, en la perspectiva de la sucesión presidencial de 2018, Meade y Videgaray fueron señalados como precandidatos del PRI. El segundo obtuvo como simpatizante externo del PRI la candidatura, con los resultados harto conocidos.

Resultados del capitalismo del desastre y la terapia de shock

Por hoy cortamos con la cita de un personaje incómodo (confirmaremos su nombre para no errar por mala memoria): Para el capitalismo del desastre y la terapia de shock algunas anomalías son funcionales para la creación del miedo. Las múltiples formas de descontento social que se expresan fuera de la ley, ayudan a expandir el miedo y alimentan la necesidad de aplicar mano dura para normalizar la disfuncionalidad.

Hay, pues, aceradas camisas de fuerza que no se pueden desanudar, so riesgo de morir de asfixia. Es cuanto.

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