Voces del Periodista Diario

Sin paz en las calles, no hay tranquilidad en las conciencias

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Aunque en un estado de crisis general es difícil esperar que los mexicanos piensen en fechas especiales, el 1 de diciembre debe de incitarlos a un momento de atención y, si el ánimo se los permite, de reflexión.

Si bien el licenciado Enrique Peña Nieto no se da reposo en su agenda en el extranjero, seguramente ha dedicado algunos momentos a preparar el mensaje del cuarto aniversario de su toma de posesión como presidente de la República.

Es de desearse que, dado los cuestionables resultados de su gestión, Peña Nieto no sólo rinda cuentas sobre aquellos ejes rectores de su gobierno anunciados el 1 de diciembre de 2012; sino que convenza a los compatriotas de que, al iniciarse el último tercio de su mandato, los dos años que le restan los enfrentará con mentalidad realista y no ceda a la autocomplacencia.

El pasado domingo, ante el Consejo Político Nacional del PRI, el Presidente dio por sentado el éxito de sus reformas transformadoras y las propuso como base de la plataforma electoral de su partido con vistas hacia la sucesión de 2018.

Pero no es lo mismo hablar de un diseño electoral ante 500 correligionarios disciplinados y leales, que dirigirse a la Nación en su conjunto, de por sí dolida y escéptica, que espera el trazo de una ruta, ya no para encontrar soluciones mágicas a la problemática nacional, sino para evitar el descarrilamiento inminente del pacto social.

Son reales y variados los desencantos colectivos frente a las frustradas expectativas que generó el retorno del PRI al poder presidencial en 2012. Sería, si fuera humanamente posible, excusable la falta de cumplimiento de compromisos de orden económico, dado los impactos del entorno exterior, a todas luces desfavorables.

No es tan fácil en cambio, aceptar como inevitable la derrota del objetivo del primer eje del plan de gobierno 2012-2018: La promesa de Un México en paz. Sin paz en las calles y las plazas públicas, no puede haber tranquilidad en las conciencias.

Al finalizar noviembre, la estadística de violencia lo colocó como el mes más atroz respecto del mismo periodo de los tres años anteriores.

El punto es que el combate a la criminalidad, no permite como coartada los fenómenos externos. Es responsabilidad soberana inscrita en la política interior del Estado mexicano.

Es evidente que, en esa asignatura básica, el error capital derivó de haber continuado una guerra loca declarada por el gobierno precedente, sin tarea de Inteligencia previo  y, en consecuencia, sin la estrategia adecuada.

Porfiar en esa dirección no hace más que difundir una imagen no sólo de incompetencia, sino de impotencia.

La rectificación, es voluntad e imperativo de Estado

Al menos en esa materia, sería alentador para los mexicanos saber que la rectificación es posible, a condición de que la extensión de facultades a las Fuerzas Armadas en sustitución de los aparatos civiles, como parece ser la intención en estos días, se ciña a una normatividad constitucional que ponga a resguardo el respeto a las Libertades civiles y los Derechos Humanos.

No intentarlo siquiera, daría verosimilitud a las especulaciones sobre un eventual golpe de Estado, en cuyo caso, ¿cómo darle certidumbre a una sucesión presidencial puesta ya a caballo? La realidad no se enfrenta con acertijos y palabras hueras. Se enfrenta con políticas renovadas que remonten las fallidas. Vale.

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