Voces del Periodista Diario

Tiempos de Gomorra

APUNTE

Jorge Guillermo Cano

Ni caso en reseñar las múltiples versiones sobre lo acontecido en Sinaloa (no fue solo Culiacán) de sobra conocido, dentro de los límites de los “conjuntos cerrados”, que son en realidad las llamadas redes sociales, y las seis versiones oficiales que se fueron auto corrigendo y cambiando casi por completo.

El caso es de suyo relevante, mucho más allá del entorno local, pues ilustra una situación, en el plano nacional, que no se ha ponderado en su justa dimensión.

El denominador común ha sido la confusión, la información sesgada, las contradicciones entre las mismas autoridades “competentes”; explicaciones que se quedan en la forma y justificaciones que soslayan el fondo, desde el presidente de la República para abajo.

A partir de lo que pasó en Sinaloa, lo que ha quedado claro es que la delincuencia, en este caso la organizada, sabe que la estrategia del terrorismo, que eso fue, puede ser la más rentable en lo sucesivo. Si de esa manera resuelven, como lo hicieron, cualquier cosa, por ahí seguirán.

Para la ciudadanía, la evidencia de que carece de protección alguna cuando así lo decidan quienes, todo indica, tienen el poder, por sí mismos, delegado o acordado.

La hora de corregir, rectificar, en lugar de empecinarse tontamente en los equívocos, se ha impuesto por sí misma. Si los gobiernos no lo entienden, o simplemente no están dispuestos a hacerlo, nadie sabe hasta dónde puede escalar una situación que siempre ha estado a la vista pero que, ahora, se ha hecho más que presente con todo su dramatismo.

La urgencia de corregir

DESDE LUEGO QUE los lamentos tengan lugar, pero no es el gobierno quien se pueda seguir escudando en lo que aparece como simple palabrería, que con frecuencia raya en el despropósito. Si no están preparados para enfrentar el caos de la inseguridad que se vive prácticamente en todo el país, por decencia deben dejar su lugar a otros.

La búsqueda de alternativas es un imperativo, un asunto de simple lógica y sentido común. Quienes están evidentemente fallando deben dejar a un lado esa terquedad en seguir con lo que no funciona y no ha servido.

Los apoyos y el seguimiento incondicional, como el que ha expresado el canciller Ebrard (y la vista está puesta en otra parte, ya se sabe) es una irresponsabilidad y es hora de que lo vean, porque lo pueden ver.

  

El tiempo de agota

LOS REFERENTES DEL FRACASO de lo hasta ahora implementado son muchos y se repiten casi a diario. Tepochica, en Iguala, Guerrero, 15 muertos; Aguililla, Michoacán, 14 policías federales; Acámbaro, civiles muertos; Culiacán, de lo que se sabe: quince muertos hasta ahora, más de 40 vehículos secuestrados de los cuales la mitad, al menos, incendiados; más de 50 reos “liberados” (eso fue) y la cuenta no termina.

Al final, si es que lo hay, se verá que esos datos han sido cortos, quizás demasiado.

El reto y las acciones de la criminalidad no pueden ser tolerados, pues está en juego la estabilidad social, o lo que de ella queda. Es indispensable pasar a otra etapa, proceder con autocrítica y corregir lo corregible, que es mucho.

El Pacto Social, que da sustento a la vida en sociedad y al Estado se está perdiendo, se difumina cada vez más. Precisamente por eso es que el pueblo de México abanderó la promesa y fincó una esperanza en el cambio. Es hora de cumplir, en serio.

    

Escuchar y actuar

NO SE TRATA DE ESTAR a favor o en contra de la emergente hegemonía, la nueva correlación de fuerzas (que sólo se ve en lo político) sino de recuperar el sentido de ciudadanía, la actoría social, la presencia de una sociedad que, hoy por hoy, únicamente se expresa en la coyuntura y en la oportunidad, nos guste o no.

Los gobiernos, tanto de la llamada “cuarta transformación” como los que quedan de anteriores esquemas de dominio, igualmente responsables, tienen que asumir una postura distinta, radical, a la medida de una realidad que los ha rebasado.

Cierto que la derecha y el conservadurismo mexicano aprovechan lo que pasa para hacer lo que siempre han hecho, no hay duda (y eso cae por su propio peso) pero también hay una crítica responsable, que no es de ahora, que se ha pretendido descalificar desde siempre. Es tiempo de escuchar, sin maniqueísmos trasnochados.

En el tintero

A NIVEL MUNDIAL se vive un caos y la ingobernabilidad asoma en varios países. La imposición del interés particular sobre el general es la matriz, sin sombra de duda.

En marcha los ajustes, oficiales y no, por lo sucedido en Culiacán. Habrá alguna información, como en campañas anteriores, y otra no se conocerá. Así se ha movido esto siempre.

Según una encuestadora, que se basó en “entrevistas a mil mexicanos mayores de 18 años”, la aprobación de AMLO subió, un día después de los sucesos de las seis versiones, al 63.6% de aprobación, tres puntos más que a la hora de los balazos. Muy oportuna, desde luego.

¿Asunto menor? Las esposas de policías desaparecidos en Sinaloa se quejan de que personal de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de Culiacán irrumpen en sus hogares para pedirles que entreguen los uniformes de sus esposos.

-En lugar de mandar buscar los uniformes, que los encuentren a ellos, dicen, con justa indignación ¿Nuevos tiempos?

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