Voces del Periodista Diario

Un Punto de Vista.

Paco Baca

Caminar por el centro de San Diego, en el estado de California, USA, es encontrarse en un set cinematográfico con el escenario perfecto para el rodaje de un” apocalipsis zombie”.

Y esa escena se repite, entre papeles esparcidos por el piso, desperdicios de comida, casas de campaña y personas que solo buscan en la basura algo que comer, y deambulan por las calles desesperadamente bajo los puentes de los -freeways- , buscando encontrar en alguien, un poco de dinero para no morir en el “cold Turkey”, como se le llama al síndrome de abstinencia forzosa por alguna droga.

En este caso, el tan de moda Fentanilo. Que se mueve como una culebra que se arrastra desde la frontera con México en Tijuana y San Isidro, pasado por Los Ángeles hasta llegar al centro de San Francisco y en su serpentear, recorre toda la unión americana, desde Filadelfia y Nueva York, hasta Washington y las calles del centro de Dallas.

Este fenómeno se expande con tal rapidez por el suelo de Norteamérica que solamente en el año pasado arrojó la cifra de más de 110, 236 muertos por sobredosis entre los consumidores de esta droga.

El gobierno, consciente de este flagelo, intenta buscar una estrategia que detenga el creciente incremento de adictos y muertos en las calles, y el consiguiente cargo en lo económico, en lo social y en los números alarmantes de aumento de adictos acrecentando costos millonarios en la salud pública y en la seguridad social.

La creciente ola de casos, ha empezado a tener ya costos políticos que el congreso no está dejando pasar de lado, y se buscan respuestas, así como culpables.

En momentos de crisis política y en un escenario de disputa por cotos electorales, crisis económica y un muy posible conflicto mundial, los dirigentes de ambos partidos en el senado, han protagonizado encarnizadas batallas retóricas donde han salido a relucir nombres de aguerridos senadores como Dan Crenshaw y Mike Waltz .

Quienes directamente han acusado el presidente mexicano AMLO, de ser cómplice y

encubridor de cárteles que se ven beneficiados con la “vista gorda” de autoridades al sur de la frontera, para permitir introducir y crear corredores de fentanilo a la unión americana, de manera indiscriminada.

Incluso el demócrata Bob Menendez recalcó que la estrategia de “abrazos no balazos” contra

los cárteles del narco no está funcionando.

La presión política en este momento es tan fuerte, que una de las salidas sugeridas es incluso, hasta la de revivir un símil de aquella incursión armada a México aquel 9 de marzo de 1916 denominada “la Expedición Punitiva”, dirigida por el laureado general John J.Pershing, bajo el encargo del entonces presidente, Woodrow Wilson, donde buscaban la cabeza del General Francisco “Pancho” Villa, y donde nunca lograron capturarlo, pero ese movimiento, sirvió como una manera de presionar al gobierno de Venustiano Carranza y buscar poner reglas claras en la relación bilateral de ese tiempo.

Algo así buscan emular en este tiempo, pero con tecnología de por medio, drones y el largo brazo de la ley norteamericana, que puede alcanzar a los “Bad Hombres”, dentro y fuera del territorio nacional.

Mientras tanto, del lado sur de la frontera en Norteamérica, desde Palacio Nacional la retórica contestataria con tintes de exacerbado nacionalismo en sendos discursos con reminiscencias setenteras, y con esa postura antiimperialista al mejor estilo de un Fidel Castro en su mejor momento, gesticulando furioso frente a los representantes de las naciones unidas no se ha dejado esperar.

Y mirar que la vecindad entre ambas naciones, solo, contribuye a que la cercanía y las circunstancias de oferta y consumo, sean solo apenas un pretexto para que, a manera de moneda de cambio, se busque negociar acuerdos, que sirvan de presión para ambos gobiernos, a costa de la vida de inocentes. Por ambos lados de la frontera.

Hoy la visión de algunos congresistas, sustentados en el discurso del populista neoliberal, capitalista y expresidente Donald Trump, se ve reforzado, con la postura de algunos republicanos en el congreso, donde la única posibilidad que vislumbran para poder detener este flagelo es intervenir militarmente al país vecino, que, dicho sea de paso, tanto de un lado como del otro de la frontera, la distribución y la producción de fentanilo, vive un momento dorado. Y pasa prácticamente de manera directa e inmediata, como sustancia que se inyecta en las venas resaltadas del brazo de la nación, y así, de manera espesa y lenta, entra en el torrente sanguíneo del brazo productivo de los hombres y mujeres que cada día se acercan a la adicción de la sustancia que siendo- 50 veces más poderoso que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina-, engancha y cercena, la voluntad de vida, de los cada día más numerosos adictos.

¡No somos productores de fentanilo! – grita en la arenga matutina- que todos los días ejerce el presidente México de manera religiosa, ¡Esto es un acto injerencista en nuestra soberanía de país libre!

¡No somos una colonia! Recuerda con la enjundia y la retórica de presidentes mexicanos, que han defendido hasta ultranza el nacionalismo, que tan útil es renombrarlo en momentos de crisis internas y de elecciones en puerta. Mientras que, por el otro lado, solo recuerdan que, al ser el policía del mundo, si su constitución lo permite y si el senado lo aprueba, no habrá poder humano, que evite, poner orden ante una amenaza territorial, como el terrorismo, y será combatido así sea al otro lado del mundo.

En este caso, está a la vuelta de la esquina, Y eso, es lo que, en realidad, preocupa en ambos lados de la frontera.

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