Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George (*)
No es de escaso calibre el drama que año con año viven los mexicanos a causa de la furia de la Naturaleza. Pero la gran tragedia nacional radica en que los agentes del grupo dominante viven eternamente contemplándose su propio ombligo.
Es la consecuencia de querer vivir cautivos en la burbuja televisiva. Toda la agenda pública se desarrolla arrastrando la pesada parafernalia electrónica.
Al menos desde 2016, se ha venido machacando tercamente en el imperativo de unidad nacional. Pero el discurso lo dictan los mismos que han profundizado la polarización socioeconómica que mantiene dividida a la República entre los pocos que tienen mucho y los muchos que sólo reciben migajas de la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Las incitaciones al separatismo
Estamos en estas horas frente a un relanzado fenómeno que no perciben los distraídos conductores del Estado o, si lo detectan, les vale.
Las redes sociales están reproduciendo vertiginosamente un llamado al separatismo, que en periodos no lejanos ha alcanzado incluso la incitación a la anexión a los Estados Unidos.
Con independencia de las causas no pocas veces justificadas que se invocan, lo grave es que esa operación subversiva transita de la espontaneidad a ciertas formas orgánicas que, sordas o larvadas aún, van constituyendo una amenaza real a la integridad de la República.
Según registros de la Internet, esa convocatoria anónima contaría inicialmente con más de 50 mil seguidores que, a su vez, la retrasmiten incesantemente.
Los estados en que se está depositando el huevo de la serpiente son Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango y la Península de Baja California con sus dos estados.
No es un dato menor recordar que son entidades fronterizas con los Estados Unidos, cuyos territorios han sido cooptados por los cárteles de la droga y, a mayor abundamiento, en las últimas dos décadas han tenido alternancia partidista en el poder.
Episodios que distan mucho de ser anecdóticos
Un dato políticamente valorativo que conviene señalar es que, desde la primera mitad del siglo XIX, en aquellas comarcas septentrionales se han dado movimientos de resistencia federalista contra la prepotencia de aquellos que han pretendido un régimen centralista. El caso más representativo, es el consumado en Texas.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX, Yucatán abrazó la causa separatista a la que se sumó Zacatecas, que en represalia fue mutilado territorialmente para formar el estado de Aguascalientes.
No hay que ir tan lejos, sin embargo. Cuando en los años ochenta del siglo XX, de ascenso electoral de las oposiciones, “el sistema” soltó el disparate del fraude patriótico, particularmente en Chihuahua y Nuevo León el fantasma anexionista fue puesto a galope por segmentos de los económicamente poderosos.
En ese periodo, investigaciones sociológicas que constan, entre otras instituciones en el Colegio de la Frontera Norte y en la Universidad Autónoma de Baja California, analizaron un enfoque que concluyó en que una estrategia del Centro consistiría en poner el acento del desarrollo económico de los estados del norte, para emprender su integración a la economía del sur de los Estados Unidos. Como ha venido ocurriendo.
Baja California, estado piloto
La base de esa hipótesis fue la entrega, en 1989, por Carlos Salinas, de Baja California al Partido Acción Nacional, ya alineado al proyecto neoliberal.
El PAN, a lomo de esa dinámica, se hizo más tarde de los estados de Chihuahua y Nuevo León. (Hoy, nuevamente esos dos estados han sido arrebatados al PRI, como lo fueron en 2017 Tamaulipas y Durango. Entre corchetes está aún Coahuila).
Pero las motivaciones de ese cambio en la correlación de fuerzas, no han sido solamente electorales.
A raíz de la reforma fiscal de 2014, que homologó en 16 por ciento la aplicación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los estados norteños fronterizos, especialmente en Chihuahua y Baja California, se removieron sordamente las tentaciones separatistas.
De Nuevo León son de vieja data las pretensiones de crear la República del Río Grande. Apenas hace unas tres décadas el lema era, en otro escenario, la República Libre de Chihuahua.
La simplificación en las circunstancias de crisis atrapa incluso a algunos académicos formados en altas instituciones de la Ciudad de México: Los estados del norte son los que más alta participación tienen en la formación del Producto Interno Bruto (PIB) y las más presionadas fiscalmente. En cambio, son las entidades favoritas de la expulsión de la Ciudad de México.
No es, pues, sólo la ligereza con las que se pronuncian los anónimos en las redes sociales. Hay factores que operan como caldo de cultivo donde fermentan reclamos válidos al Centro. Que quede constancia.
(*) Director General del Club de Periodistas de México