Voces del Periodista Diario

Aparecieron muertos en La curva del diablo

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Si de la Historia tenemos que aprender algo, en su oportunidad el jefe nacional del PAN, Adolfo Christlieb Ibarrola aconsejaba no mezclar el coctel Religión-Política.

Con independencia de si el abogado-político aplicaba esa advertencia a jóvenes militantes del Partido Acción Nacional que bregaban porque el PAN se alineara en la Democracia Cristiana, lo que para el caso viene, es que esta formación política era identificada hasta entonces como “el partido de los católicos” mexicanos.

Eso le da sentido a este nuestro tema de hoy. Obviamente, el jefe nacional del PAN no pasaba por alto la desgarradora y dolorosa experiencia del siglo XIX, en que la Reforma liberal despojó a la Iglesia católica de fueros y privilegios.

Contumaz, el clero político había logrado que El Vaticano anatemizara la Constitución de 1857. Ya en el siglo XX, después del in pase vivido con la dictadura de Porfirio Díaz, la jerarquía católica volvió a las andadas contra la Constitución de 1917, también anatematizada por el Papa, que devino Guerra Cristera.

El “partido más viejo del mundo” no se rinde

En busca de legitimidad perdida, Carlos Salinas de Gortari reformó la Constitución restituyendo derechos políticos a los miembros de las asociaciones religiosas a fin de granjearse la buena voluntad del Episcopado, acción que el PAN saludó con beneplácito.

Por supuesto, con los presidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón Hinojosa, el clero político estuvo con ellos a partir de un piñón. Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI se pasearon en México domo Pedro por su casa.

Es noción histórica confirmada, sin embargo, que “el partido político más viejo del mundo”, no se rinde; sólo se agazapa.

No se sabe por qué que aviesas asesorías, en el marco de las campañas electorales de 2016, Enrique Peña Nieto fue empujado a enviar al Congreso de la Unión una iniciativa para legalizar lo que se codifica como “matrimonios igualitarios”.

No lo hubiera hecho. El clero político sacó de nuevo la cabeza: El 5 de junio el PRI fue barrido en siete de los estados en disputa. Los líderes azules proclamaron: ¡“El PAN está de regreso”! A Los Pinos, por supuesto.

Aun cuando de la agenda parlamentaria para el actual periodo de sesiones del Congreso de la Unión se dio por retirada la iniciativa de Peña Nieto, recientemente el Episcopado mexicano sacó a cientos de miles de feligreses a las calles y las plazas públicas.

En términos logísticos, el clero católico está en pie de guerra para 2018.

Lo que faltaba para encontrar coartadas: El pasado domingo 18, en Poza Rica, Veracruz, un grupo armado secuestró a los sacerdotes católicos Alejo Nabor Jiménez y José Alfredo Juárez de la Cruz. Hora después, sus cadáveres fueron encontrados, para colmo, en el paraje conocido como  La curva del diablo.

Antes de conocerse pericialmente los móviles del crimen,  la Conferencia del Episcopado Mexicano emitió un boletín: “Momentos de dolor, impotencia provocada por la violencia”, dijo la CEM al elevar su plegaria al cielo “por el eterno descanso de nuestros hermanos”.

Nadie está exento de ser víctima de la barbarie que asuela a México. La galopante bestia no hace excepciones. Lo grave, es que se den argumentos a un poder, como el clerical, para acarrear agua a su molino.

Si de impotencia habla el Episcopado, de esa impotencia está enfermo el actual gobierno. Delicado asunto. Es cuanto..

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