Voces del Periodista Diario

Duarte de Ochoa, después de conejo ido, ¿pedradas al matorral?

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Aplicada a los gobernantes que terminaban su mandato, la picaresca mexicana registra el clamor: ¡Regresa…! Regresa… lo que te robaste.

De la sórdida biografía del PRI, la memoria recupera el espontáneo dictamen de su ex presidenta nacional, María de los Ángeles Moreno, al denunciar hace poco más de 14 años la elección de Roberto Madrazo Pintado y Elba Esther Gordillo como dirigentes nacionales: ¡Fue una operación, dijo, de delincuencia organizada!

Del cinismo tricolor, para los bronces quedó la frase del ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, al tratar de justificar sus fechorías: “Si el poder no sirve para esto, entonces, ¿para qué chingados sirve?”.

De la irritación de los campiranos mexicanos, es la expresión: Después de conejo ido, pedradas al matorral.

Son, las anteriores, pálidas pinturas del subdesarrollo político en México.

¿Desde cuándo se sabe que el gobierno de Veracruz ha devenido cueva de bellacos. De cleptómanos?

Si las neuronas no nos infieles, podríamos decir que desde que murió el intelectual e historiador tuxpeño, don Jesús Reyes Heroles, quien, por su probidad política, era considerado por los veracruzanos de buena ley una especie de juez moral de sus paisanos.

Por si hiciera falta, vale recordar que don Jesús fue líder, respetable y respetado líder del priismo, cuando éste existía más allá de las estructuras burocráticas del Partido de la Revolución.

El dúo dinámico Fidel-Javier

La hoja de vida del veracruzano Fidel Herrera Beltrán reporta que desde finales de la década de los setenta, cuando ocupó su primer cargo administrativo federal, empezó a hincar la uña sobre el presupuesto público.

Desde su campaña electoral para la gubernatura de Veracruz y en el ejercicio de gobierno, Fidel fue vinculado con el crimen organizado. Acaso en expedientes de cortes judiciales tejanas aparezca aún su nombre.

Al terminar su sexenio, el ex gobernador fue imputado de tráfico de influencias en algunos gobiernos sureños para obtener onerosos contratos en el área de construcción.

Ahora, Fidel es cónsul del gobierno mexicano en Barcelona, España, nombrado en este sexenio.

Para cuidar su retirada de Xalapa, Fidel actuó como un auténtico virrey, dejando en su sillón a su ex colaborador Javier Duarte de Ochoa.

Porque, como periodistas nos duele en carne propia, el primer dato que destacamos de la gestión de Duarte de Ochoa fue que Veracruz logró el liderato nacional en la disciplina de crímenes contra la Libertad de Expresión.

La impunidad es el santo y seña. La Procuraduría General de la República prestó oídos sordos a cuanta denuncia contra el gobierno de Veracruz llegó a la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra Periodistas.

La ASF le puso el primer cascabel al caco

Al correr del sexenio, era un secreto a voces que Duarte de Ochoa montó un burdo entramado para hacerse de mulas Pedro, con cargo no sólo al presupuesto estatal, sino a las partidas de participación federal.

Oportunamente, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cámara de Diputados le puso el cascabel al caco. De los desvíos del gasto público descubiertos, la ASF corrió a vistas a la PGR. No hubo poder federal que actuara en consecuencia.

Pero en junio pasado, Duarte de Ochoa hizo perder Veracruz al PRI. Veracruz, es la tercera entidad de la República con mayor densidad electoral.

Desde antes del 5 de junio pasado, durante las campañas electorales para la sucesión de Duarte de Ochoa, ríos de lodo empezaron a correr por toda la entidad y en la Ciudad de México. Oídos de palo frente al grotesco y  putrefacto espectáculo.

Ya derrotado el PRI en Veracruz, todavía Duarte de Ochoa blasonaba públicamente la “amistad” que, a su dicho, le dispensaba el presidente Enrique Peña Nieto.

Con esa ensoberbecida seguridad, Duarte de Ochoa pretendió reformas legislativas estatales para blindarse contra cualquier posterior exigencia de rendición de cuentas. La Corte Suprema lo dejó al desnudo y en escampado.

A Duarte de  Ochoa le restan aún unos 60 días de fuero constitucional. Al cuarto para las doce se sabe que, por fin, la PGR empieza a tomar cartas en el asunto.

La pregunta que dejamos entre corchetes, es la siguiente: Después de conejo ido, ¿pedradas al matorral? Es cuanto.

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