Voces del Periodista Diario

El harakiri de Alejandra Barrales

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

En otras circunstancias, en tratándose de artes marciales, podría especularse que los enemigos de la presidenta nacional del PRD, Alejandra Barrales, se aprovechan de su propia fuerza para doblegarla.

En las actuales circunstancias, no es así: Presa del casi nulo margen de maniobra, rayano en la impotencia, Barrales ha recurrido al harakiri para entregar su cadáver a las tribus amarillas antes de la gran cita en 2018.

La arena que escogió Barrales fue la del estado de México, donde los feminicidios están a la orden del día.  Ahí, a Barrales  le salió respondona la criada: Una de las facciones estatales en pugna por la candidatura al gobierno del estado expone al PRD al criterio, aunque “definitivo e inatacable”, poco confiable de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife).

El asunto es el cambio de rieles en la selección interna de candidato a la contienda de junio próximo, por el que se hizo una flagrante transgresión al régimen estatutario del partido.

Se repitió la película de 2010

La referencia es obligada: Hace seis años, para la sucesión estatal de Enrique Peña Nieto, asistido por el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, un PRD, aunque bajo control de la Nueva Izquierda, todavía rescatable,  quiso acompañar al PAN en su “brega de eternidad”.

 La alianza electoral  abortó en Los Pinos y a Gómez Mont le costó el cargo.

Sin aprender de sus propios errores, en vías de sucesión de Eruviel Ávila Villegas, desde la Ciudad de México un PRD ya en el tobogán porfió (patadas en el aguijón) en ese pacto, pero en territorio mexiquense, frente el espectro de Morena que disputa la representación electoral de las izquierdas, los jugadores locales se negaron al maridaje con el PAN, que  sólo quería a los amarillos como fauna de acompañamiento.

La lógica estatutaria imponía el recurso de la lucha de los contrarios para definir la candidatura con más fuerza. Pero la lógica no es atributo que distinga la vida interna del Sol Azteca.

A Barrales se le ocurrió la peor opción posible: Confiar en una encuesta el encuentro de su abanderado cuando, la de las encuestas, es la industria más devaluada en el espectro político-electoral.

Si de estudios demoscópicos se trata, los dados estaban cargados de antemano: Sería, según  algunos sondeos, Juan Zepeda Hernández el indicado. Se pretendió que otros aspirantes tomaran esa decisión centralista a título de fe.

Obviamente, siendo el estado de México una de las entidades donde hay un postor que paga al mejor precio la oferta de voluntades “opositoras” (lo sabe bien Nueva Izquierda, de Los Chuchos), se armó el merecumbé, que danzaron con  sus mejores estilos uno que dos aspirantes amarillos.

No fue el caso de la tribu ADN, cuyo caudillo, Héctor Bautista, se fue directo al Trife para tratar de revertir el método Barrales.

Entre 2010 y 2011, el Trife ya tuvo en su pleno el caso estado de México. Los anales del Poder Judicial de la Federación registran la magistral tesis de los magistrados federales que dictaron la sentencia correspondiente a ponencia de la señora María Elena Alanís Figueroa.

La última palabra en los asuntos del estado de México la tienen los mexiquenses que decidirán el primer domingo de junio su suerte. En la Ciudad de México, la suerte de Alejandra Barrales ya está echada. Es cuanto.

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