Voces del Periodista Diario

La rebatiña sobre los fondos de retiro

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

No es fácil encontrar el método gramatical para contar las cosas que cuentan mucho y merecen contarse. Hoy por ejemplo, circula un boletín de la Secretaría de Hacienda por el que se convoca a postores interesados en un Bono catastrófico 2017-2020.

La sola denominación enchina la piel, que no logra curtirse a golpe de malas nuevas. Se trata, sin embargo, de un nuevo papel para “la protección del patrimonio” del Fideicomiso de Desastres Naturales (Fondem) que administra la Secretaría de Gobernación para contingencias provocadas por sismos y huracanes, de lo que se colige que lo que viene en esa materia, es de pronóstico reservado.

En días recientes, y éste es el tema de hoy, se dio a conocer que los recursos del Sistema de Fondos de Retiro de los trabajadores se aproximan ya a la colosal suma acumulada de tres billones de pesos: 3,000, 000, 000, 000.00 pesos.

Lo primero que hay que observar, es que esos cuantiosos fondos están bajo gestión financiera privada de las Administradoras de Fondos de Retiro (Afore), que los trasiegan al través de las Sociedades de Inversión Especializadas (Siefore).

Faltan varios años aún para que las Afore empiecen a pagar la primera pensión a titulares de las cuentas individuales.

Ahora que se reprocha a los mexicanos que padecen amnesia, el ejercicio memorioso nos remite a dos episodios del proceso de privatización de los fondos de retiro de trabajadores y empleados.

En 1997 se reformó el viejo Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR). Cuando se trató de indagar el destino de los activos acumulados hasta entonces, un dirigente de la CTM declaró: Se los llevó el diablo.

Al arrancar el sexenio del panista Vicente Fox, el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, dio con el hallazgo de que el Banco de México administraba una Cuenta Concentradora donde se depositaron recursos del viejo SAR, cuyo rembolso no fue reclamado por sus propietarios.

Fox echó mano a unos 20 mil millones de pesos para fondear la nueva Financiera Rural, ente con el que se sustituyó el Banco Nacional de Crédito Rural. Hasta la fecha no se sabe que esos recursos hayan sido restituidos. La misma suerte corrieron fondos mutualistas para pensiones, verbigracia, de trabajadores ferrocarrileros jubilados.

Quienes revolotean sobre el ahorro de los trabajadores

Agua pasada no mueve molino, suelen decir los que se alzan con el santo y la limosna.

Las aguas nuevas no traen otros datos. En enero pasado, los fondos de retiro reportaron un saldo de dos billones 742 mil millones de pesos.

Como diría cierto lenguaje doctrinal, esos fondos “no están en sueños”, aunque su manejo se refleje poco en la rentabilidad de las cuentas individuales. Esos fondos están muy activos en el mercado especulativo.

Por ejemplo, el gobierno federal, con sus cuentas en rojo, dispone del 53 por ciento de esos recursos por los que paga rendimientos menores a los de  inversiones de renta variable. Los papeles de deuda gubernamental suman más de un billón 453 mil millones de pesos.

En mercados foráneos circulan unos 365 mil millones de pesos. A las empresas privadas, nacionales o extranjeras, no les va tan mal en la rebatiña: Se fondean en el mercado bursátil con más de 274 mil millones de pesos.

La rapacidad de los Cresos, sin embargo, no se sacia. Ya se cocina el incremento de las cuotas destinadas a esos fondos. Quizá por arriba de nueve por ciento del salario de los trabajadores.

Por supuesto, contra ese atraco en camino real, los ahorradores están en absoluta indefensión. Sus sedicentes “líderes” sindicales, que forman parte de los consejos técnicos de los sistemas de ahorro, quien sabe si compensados con los moches, asumen una actitud contemplativa frente al despojo. Es cuanto.

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