Voces del Periodista Diario

Legisladores ahítos vs crisis humanitaria

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

La Cámara de Diputados de la LXIII Legislatura federal despidió 2016 a tambor batiente: Con un grotesco y degradante espectáculo sobre el repartidero de dinero a manos llenas.

La desvergüenza fue tal, que se dejó de lado que los recursos presupuestales de esa legisladora provienen de los contribuyentes cautivos y sus usufructuarios ni siquiera se pusieron de acuerdo para definir concepto y destino último de los bonos negociados por el priista mexiquense César El Breve Camacho Quiroz, jefe de la ban(ca)da mayoritaria en San Lázaro.

Veamos la película en primera dimensión: La Cámara de Diputados, por mandato constitucional, tiene la facultad exclusiva de aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación. Lo hace cada año al través de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública.

El Poder Legislativo no tiene llenadera

En una década, esa comisión ha incrementado los recursos al Poder Legislativo en 101 por ciento. En ese periodo disparó la partida hasta 14 mil 102 millones de pesos.

Para 2017 la asignación a ese Poder fue de más de 15 mil millones de pesos. A la Cámara de Diputados le corresponderán casi ocho mil millones de pesos.

Una comisión de la Cámara baja, es la de Vigilancia. A este órgano está adscrita la Auditoría Superior de la Federación (ASF), encargada de fiscalizar el gasto público hasta el nivel municipal.

Puesto que la ASF no audita la gestión del presupuesto del Poder Legislativo en los rigurosos términos que lo hace con el gasto federal, de los estados y los municipios, diversas organizaciones no gubernamentales perciben y denuncian la opacidad en el manejo de dicho presupuesto.

Aquí entramos al primer zafarrancho en San Lázaro: En abril pasado, se aprobó la institución de un Comité de Transparencia. Debió quedar instalado en julio.

Se cerró el año y tal comité quedó en suspenso a causa de la pugna entre el PRI y el PAN por quedarse con el control. La opacidad puede seguir con el antifaz sobre los ojos y dormir tranquila.

El salario mínimo digno puede esperar

Tenemos en escena, pues, la rapiña  por el presupuesto público para repartirse el derroche, mientras que en el llano la gran mayoría de los mexicanos está expuesta a la crisis humanitaria.

En la heroica lucha por quedarse con los mejores manjares del menú, los diputados no pudieron atender otros asuntos que les parecieron prosaicos.

Por ejemplo, dejaron para las calendas griegas dictaminar y bajar al pleno la iniciativa por establecer un salario mínimo digno.

Cada uno de los 500 diputados federales se embuchaca al año más de tres millones de pesos, para ponerlo en números redondos. Del salario mínimo subsisten casi ocho millones de compatriotas y sus familias: En 2016, cada uno de los obreros y empleados sujetos a ese régimen, alcanzó un ingreso de entre 24  y 26 mil pesos. Que Pitágoras haga las cuentas de la descomunal diferencia entre esos ingresos tabulados.

Si dejamos de lado el papel de cuentachiles, basta decir que si los patrones no ven productividad en el empleado, lo despiden en caliente. Al Poder Legislativo se le exige productividad social. Si no cumple, santo y bueno.

Crisis humanitaria de los mexicanos, dijimos. En la danza de los bonos, los diputados federales dejaron para mejor ocasión legislar penalizaciones a la tortura, tratos o penas crueles, inhumanas y degradantes, que tanto preocupa a la Oficina del Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

Ya entrados en la pachorra, los diputados federales aplazaron también la aprobación de la ley contra la trata de personas, convertida en México en deporte nacional.

Los legisladores federales ya se fueron de alegres vacaciones. El jefe del Poder Ejecutivo también. Cientos de miles de obreros y empleados esperan aún que se les pague el aguinaldo para ver si la noche del sábado pueden servir en su mesa siquiera unos romeritos y un ponche. Es cuanto.

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