Voces del Periodista Diario

Los sabrosos pasteles que nos mandará Hillary Clinton

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Si la infancia sirve para algo, es para el asombro. Aparecidos en el paleolítico mexicano en Mazatlán, Sinaloa,  uno de nuestros primeros asombros fue escuchar un aparato de radio.

Eran los años cuarenta. En plena segunda Guerra Mundial fuimos presa de la fascinación radiofónica. La televisión estaba aún muy lejana.

En Casa Redonda del Ferrocarril SudPacífico, conservaron su residencia ex empleados del corporativo norteamericano Southen Pacific. Especialmente cuando los Estados Unidos entraron a la guerra, esas personas se mantenían al tanto de los sucesos bélicos al través de las frecuencias de onda corta.

Lo mismo hacían en ese tiempo residentes japoneses a los que luego se acusaría de espionaje en favor de las potencias del Eje.

Pero eso es pura nostalgia. Lo que queremos decir, es que nuestro oficio se inclinó por la tinta. Sin embargo, o quizá por eso, pretendemos estar atentos al universo informativo, administrando nuestro tiempo para dar seguimiento al espectro noticioso en los medios electrónicos.

En un prolongado periodo, monitoreamos a José Gutiérrez Vivó. Cuando éste fue sacado del aire, optamos por Carmen Aristegui, también silenciada en 2015 en MVS por los usufructuarios de esta concesión estatal.

Por algunos sondeos supimos que la barra matinal de Carmen Aristegui lideró durante mucho tiempo el rating, alcanzando en ocasiones más de 20 por ciento de la audiencia.

En ausencia de la siempre acosada Carmen Aristegui, un balance demoscópico en el Valle de México de diciembre pasado colocó a Sergio Sarmiento, de Radio Red, en la punta de las preferencias del público regional en tiempos matutinos.

En segundo lugar se situaba al Grupo Acir. De Grupo Fórmula se apuntaba entre los primeros cuatro lugares a Ciro Gómez Leyva. MVS, en el tiempo arrebatado a Aristegui, quedaba en quinto lugar, si mal no recordamos.

En pasadas entregas de esta sección, reportamos nuestro asombro por un lance publicitario de GP que anuncia los alcances de la trasmisión de un locutor mañanero, no sólo en la Republica mexicana, sino en los Estados Unidos y en “todo el mundo”, a pesar de notorias deficiencias técnicas caracterizadas por incesantes interrupciones, incluso cuando se trata de entrevistas “en vivo”.

Cambiamos de frecuencia. El punto de estas observaciones, es la negación de la presencia de la sociedad civil en esas emisiones, ocupadas preferentemente por la burocracia pública y, excepcionalmente, por voceros del sector empresarial. Cada quien es responsable de su política editorial. La respetamos.

Coléricos promotores del voto

En busca de opciones, volvemos a cambiar de frecuencia: Los mismos productos, los mismos contenidos, los mismos ofertantes.

En estos días de campañas electorales en los Estados Unidos  rumbo a la Casa Blanca, escuchamos y vemos en los medios electrónicos la proliferación de Hillarystas que no le perdonan una al republicano Donald Trump.

La intencionalidad manifiesta de esos locutores que blasonan de su audiencia en los Estados Unidos, es tratar de incitar desde aquí el voto de nuestros transterrados en contra del republicano. En la regla de suma cero, obvio¸ los sufragios que pierda Trump pasarían eventualmente a la columna de Clinton.

Esa intencionalidad tendenciosa aborta o se exacerba cuando un medio neoyorquino, ostensiblemente inclinado por Hillary Clinton, analiza los registros de las más recientes elecciones presidenciales y cae en cuenta de que, entre las minorías de inmigrantes legalizados con derecho a votar, los México-americanos son los más abstencionistas.

Dolor por las pobrecitas familias mexicanas

¿Qué es lo que preocupa del discurso de  Trump a esos locutores? Por supuesto, su amenaza de revisar y renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), haciendo abstracción -los locutores- de las perniciosas consecuencias de su vigencia especialmente en el campo mexicano y sectores de la mediana y pequeña industria nacionales.

Pero ese tema no deja de ser más que  la costra en la piel de dichas inquietudes. En el músculo, está un potencial riesgo de tendonitis: Cuando Trump amenaza con levantar el afamado muro y dice que “México lo pagará”, lo dice de alguna manera eufemística.

Lo que ha advertido el republicano también, y aquí está el quid del asunto, es que, de llegar a la Casa Blanca, gravará las remesas que los mexicanos expatriados mandan a México.

Aquí están de nuevo aquellos locutores. Cuando deploran la situación de la resquebrada economía mexicana, dicen que “la parte buena” -el amable rostro, pues- de nuestra economía, son las remesas que, sólo en el primer semestre de 2016 superaron la linda suma de 17 mil millones de dólares.

Son, esos recursos, los que fondean la economía mexicana a falta de ingresos petroleros y el bajón  que han tenido desde 2015 los ingresos por otras exportaciones.

Los locutores no hablan del asustado trance por el que pasan los tecnócratas neoliberales que no le encuentran la cuadratura al círculo de los presupuestos de Ingresos y Egresos públicos de 2017.

No: Se conduelen de las pobrecitas familias que eventualmente podrían  ser afectadas, dada su subsistencia dependiente de esas remesas. Qué tiernos y solidarios.

Trump  amenaza a esas pobrecitas familias mexicanas con quitarles el pan de la boca. Hillary Clinton, en cambio, les mandará grandes y sabrosos pasteles. Es cuanto.

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