Voces del Periodista Diario

Los silenciosos de ayer, vociferantes hoy

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Propiamente, el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong despuntó a la vida política militante en 1980, cuando debutó como dirigente estudiantil en Pachuca.

En el sexenio pasado, Osorio Chong fue responsable de la política interior y combinó sus responsabilidades como coordinador del Gabinete de Seguridad Nacional y gestor del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Una trayectoria partidista, legislativa y ejecutiva plena -la de Osorio Chong-, fue relegada sin embargo por el PRI cuando aspiró a la sucesión de Enrique Peña Nieto en 2017. Hoy es senador por lista y coordinador de la menguada bancada tricolor.

Manuel Añorve Baños es guerrerense, desde siempre activo del PRI. Su nombre se cita desde 1993-1994 alternando encargos federales, municipales y estatales. Se ha quedado a la vera del camino en su pretensión de gobernar su estado. Hoy es subcoordinador del grupo tricolor en el Senado.

Ubicamos, pues, a ambos personajes del PRI, en el ciclo político mexicano desde el sexenio 1982-1988 al de 2018-2024.

La guerra sucia y los crímenes de Estado

En ese periodo, la agenda política nacional, con tres alternancias en el poder presidencial, ha sido dominada por la demanda popular de investigación de la guerra sucia perpetrada por agentes del Estado desde los años setenta.

En octubre de 1988, murió en un conveniente carreterazo el ex candidato presidencial del PAN, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón.

Se registraron en el mismo ciclo los asesinatos del cardenal de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo (mayo de 1993), del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio (marzo de 1994) y del guerrerense José Francisco Ruiz Massieu (septiembre de 1994; su hija Claudia es hoy senadora).

Desde 1993 se empezó a hablar en el eje Guadalajara-El Vaticano de la restauración de crímenes de Estado en México.

Masacre de Aguas Blancas y la Matanza de Acteal

En 1995 conmovió a la opinión pública la llamada Masacre de Aguas Blancas, Guerrero. En 1997, tocó el turno a la Matanza de Acteal, Chiapas.

En diciembre de 1997, víctima de un carreterazo fallece el diputado y presidente del Partido Social Demócrata Luis Sánchez Aguilar.

En agosto de 1998 falleció, también en otro conveniente carreterazo, el senador en funciones y ex jefe nacional del PAN, José Ángel Conchello, un activo acusador de los propósitos de privatizar la industria petrolera mexicana y de la desaparición de la Isla Bermeja.

El ex asesor presidencial en materia de Seguridad Nacional y ex embajador de México ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Adolfo Aguilar Sinzer murió en misterioso carreterazo en la carretera Tepoztlán-México en junio de 2005. Crimen disfrazado de accidente, dijo un medio europeo.

Los secretarios de gabinete no son inmortales

En septiembre de 2005, en el desplome de su helicóptero, fue víctima mortal el secretario de Seguridad Pública federal, Ramón Martín Huerta.

En noviembre de 2008, en accidente aéreo, en vuelo de San Luis a la Ciudad de México, fallecieron el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo, y el secretario técnico de la comisión para la implementación de las reformas en materia de Justicia Penal y Seguridad Pública, José Luis Santiago Vasconcelos.

Mouriño Terrazo era el potencial delfín de Felipe Calderón para la sucesión presidencial de 2012. Santiago Vasconcelos fue un inquebrantable e insobornable fiscal en la lucha contra el tráfico de drogas.

En noviembre de 2011, en la caída del helicóptero en que viajaba murió el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora.

En mayo de 2015 fallece en “accidente automovilístico”, el fundador y líder del PRD en Morelos, Ignacio Suárez Haper.

San Salvador Atenco, Ayotzinapa, Tlatlaya…

En mayo de 2006 es reprimida a sangre y fuego una asamblea pública en San Salvador Atenco, cuando era gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto.

Siendo Presidente el mismo Peña Nieto, en septiembre de 2014 se produjo la aún no aclarada desaparición de los 43 de Ayotzinapa (Iguala, Guerrero). En 2015 se registró la Matanza de Tlatlalaya, Estado de México.

Desde la denuncia de la guerra sucia permanece la exigencia de creación de una Comisión de la Verdad. La misma figura fue recomendada a principios de 2018 por un Tribunal Colegiado de Tamaulipas, en relación con los normalistas guerrerenses.

El clamor general se ha extendido a lo largo de medio siglo. La repetida respuesta del gobierno federal se ha condensado en tres palabras: Su “verdad” histórica.

La coartada gubernamental se ha sostenido contra todo intento de esclarecimiento recomendado por órganos de la ONU y de la OEA, y diversas organizaciones de la sociedad civil nacionales y extranjeras.

Todos queremos una Comisión de la Verdad

El lunes pasado fallecieron en tragedia aérea la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, su esposo el senador Rafael Moreno Valle y los miembros tripulación de la nave en que viajaban.

Ahora sí, los senadores priistas Miguel Ángel Osorio Chong y Manuel Añorve Baños exigen que se cree una instancia independiente e imparcial que se encargue de la investigación de ese suceso. Que sea transparente, no faltaba más.

En el Senado, los legisladores hidalguense y guerrerense tienen compañeros de viaje y en la construcción de opinión pública toda una estructura de cajas de resonancia y las infaltables bocas de ganso.

Por supuesto, suscribimos la exigencia senatorial. Que se forme la Comisión de la Verdad, pero no sólo para un caso específico: Que se investiguen todos los crímenes políticos, sociales y económicos del pasado, incluyendo los de los dos recientes sexenios, cuyo número de víctimas se aproxima a 300 mil. Y que se castiguen. Es cuanto.  

Articulos relacionados

La guerra de los chips, o, por qué Estados Unidos está perdiendo la guerra tecnológica con China.

Redacción Voces del Periodista

Muy cara

Redacción Voces del Periodista

Donald Trump, el emperador desnudo

Redacción Voces del Periodista