Voces del Periodista Diario

Soberanía, Justicia y otras cuentas de vidrio

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Febrero loco y sus ventarrones invernales nos tiran y traspapelan las notas que ordinariamente ordenamos para teclear nuestros temas diarios. ¡Qué le vamos a hacer! Somos de modelo antiguo y todavía nos gusta confiar en nuestra libreta de apuntes, el lápiz y algunos textos que seleccionamos previamente.

Trataremos de reconstruir el orden de esos factores, a ver si no alteran el resultado final:

El cambio del Estado no es producto de la imaginación de escritorio, ni es bandera de nuevos o viejos mitos. Es un llamado inminente, urgente, de la población para encarar las realidades.

La reforma del Estado busca interpretar las nuevas circunstancias para que cumpla sus responsabilidades y conduzcan a la nación hacia sus objetivos: Soberanía y justicia. La respuesta social tiene prioridad.

La intención del Ejecutivo es muy clara: Los entes mexicanos (objeto de la reforma del Estado) quedarán controlados por los mexicanos… No por la razón ajena, sino por la libre decisión de los mexicanos y para nuestro beneficio.

Los valores políticos y la Constitución

Los valores políticos que orientan esta reforma están expresados en la Constitución General de la República y obligan al Estado a fortalecer la soberanía y la justicia social, reconociendo una estrecha vinculación entre estos fines: A mayor justicia social, mayor soberanía. Es decir, se puede visualizar la soberanía por la vía de la ampliación de la justicia social.

También la libertad y la democracia

El dictamen que hoy se discute, no es una decisión aislada, errática o en el vacío. Se inscribe dentro de una estrategia de modernización, cuyos límites están determinados por la soberanía, la libertad, la democracia y la justicia social.

El Estado podrá tener recursos para destinarlos a la satisfacción de las enormes e impostergables demandas sociales, a la consolidación del crecimiento económico con estabilidad y al engrandecimiento de las expectativas de desarrollo.

“Hemos decidido marchar hacia adelante con lo nuevo, en lugar de quedarnos atrás, anclados en lo viejo…”.

(Frente a preguntas básicas que nos han acompañado en nuestro trabajo), la respuesta la encontramos en los principios y valores políticos fundamentales que definen el proyecto de nación que anhelamos  y qué está contenido en la Constitución General de la República, que juramos cumplir y hacer cumplir.

México no se vende ni está a remate

Por los compromisos que lo priistas hacemos ante la nación, no tenemos problemas de conciencia (…) en la votación que emitiremos  a favor: ¡México no se vende ni está a remate!

¡Un momento! Este febrero loco nos está haciendo bolas el engrudo. Estábamos tratando de hacer una lectura del resultado de las “grandes reformas transformadoras” acometidas en este sexenio, al través de los discursos que los representantes de Poderes de la Unión pronunciaron en los festejo del Centenario de la Constitución de Querétaro el pasado 5 de febrero, “y se nos fue el avión”.

Procuramos reparar el entuerto: A partir del segundo, los siguientes tres párrafos corresponden a palabras del secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe Armella.

A continuación, están palabras del diputado priista Rogelio Montemayor Seguy, más tarde director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), célebre por su implicación en  Pemexgate  del PRI en la campaña presidencial de 2000.

Los cuatro párrafos que siguen, son de textos del diputado priista Manuel Cavazos Lerma. Llegó a la gubernatura de Tamaulipas. Su nombre aparece vinculado al de su sucesor Tomás Yarrington Ruvalcaba en temas relacionados con narco y lavado de dinero. Yarrington ha sido expulsado del PRI. Cavazos Lerma está de nuevo en el Congreso de la Unión, representando al PRI.

El párrafo del “México no se vende…”, es de la diputada entonces priista María del Rosario Guerra Díaz, perdida hoy en la noche de los tiempos electorales.

Todos los extractos citados, son de discursos pronunciados en 1990 en la Cámara de Diputados federal, al ponerse a caballo la reprivatización del sistema de banca y crédito mexicano.

Bancos mexicanos, “controlados por mexicanos”

Volvemos al texto de Aspe Armella: “… la intención del Ejecutivo es muy clara: Los bancos mexicanos quedarán controlados por los mexicanos. Se buscará la más amplia dispersión posible del capital de los bancos entre nuestros compatriotas para propiciar la democratización del gobierno de las instituciones”.

Lo dicho entonces por el secretario de Hacienda y sus legisladores repetidores tuvo en su centro de gravedad los principios Soberanía y Justicia. “Justicia Social”, dijeron incluso algunos oradores.

Aquello fue hace poco más 25 años. Dos y media décadas después, entre veinte grupos financieros que operan en México, las marcas dominantes son las hispanas BBVA Bancomer y Santander, la estadunidense Citigroup Banamex, la británica HSBC y la canadiense Scotiabank: Controlan el 70 por ciento de los activos totales. Unos Cinco billones 300 mil millones de pesos.

En el periodo, las operaciones del sistema bancario en México se han reorientado del financiamiento a los sectores productivos, al crédito al consumo.

El gobierno, el más adicto a la deuda

El mejor cliente del sistema, es el gobierno, adicto a la deuda: HSBC se queda con la parte del león. Le siguen  Scotiabank, Santander y BBVA Bancomer. Algunas fuentes calculan que anualmente se alzan con unos 500 mil millones de pesos, sólo por concepto de intereses. Hablamos del cliente-gobierno. Otras fuentes informan que un alto porcentaje de las ganancias se envía a las matrices metropolitanas.

Al menos uno de esos bancos extranjeros que operan en México se ha visto involucrado en investigaciones judiciales sobre lavado de dinero. Otro, por operaciones fraudulentas en la crisis financiera de los Estados Unidos.

A la vista de ese predominio extranjero sobre el sistema bancario, ¿quién opera el sistema de pagos “mexicano”?

Ya despejamos la confusión inicial

Al reordenar las notas, ahora entendemos la confusión inicial en la construcción de este tema: Durante lo que va del actual sexenio, particularmente al publicitarse la Reforma Energética, hemos visto la incesante repetición del discurso de 1990.

En estos días, se invoca a todas horas el principio de Soberanía. Por supuesto, fue la palabra más socorrida en los mensajes del 5 de febrero, centenario de la Constitución del 17, de la que los oradores del 90 hicieron tanta mención como proyecto rector de la desnacionalización de la banca, de la que “nuestros compatriotas” serían beneficiarios. Es cuanto.

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