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¡Al diablo! con la Doctrina Estrada

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Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George

La Doctrina Estrada es una institución del Derecho Internacional acreditada por México en la década de los años treinta del siglo XX. Su impulsor fue el intelectual y diplomático mazatleco don Genaro Estrada como titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Los principios básicos de esa tesis son la Autodeterminación de los pueblos y la No intervención. Se pretendió con ellos poner freno a la insolencia de gobiernos imperialistas que solían someter a sus designios el reconocimiento de gobiernos de otros países que les eran indeseables. Washington estaba acostumbrado a consentir lo que en la misma Casa Blanca se les denominaba nuestros hijos de perra.

Admirador de don Isidro Fabela, a quien tuvo como asesor, el mexiquense Presidente Adolfo López Mateos hizo de aquellos principios diplomáticos vocación, bandera y escudo para defender la soberanía de México.

López Mateos, consta en no pocos de sus escritos, hizo profesión de fe en las luchas independentistas de los americanos acaudilladas por el prócer Simón Bolívar.

López Mateos fue un gran estudioso de la Historia de México. Supo por sus lecturas de la sistemática hostilidad de los Estados Unidos contra nuestra nación, desde James Nox Polk hasta Ike Ehisenhower. Con hidalguía y patriotismo, el mexiquense se ganó el respeto de John F. Kennedy.

Todo se derrumbó: Ahora, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso ha mandado al diablo la Doctrina Estrada, para afirmar lo cual se requiere una breve retrospectiva.

El arribo de Ronald Reagan a la Casa Blanca

En la década de los ochenta, llegó a la Casa Blanca el republicano Ronald Reagan, el demente descubridor del Eje del mal, donde se encontrarían los “enemigos de Dios”, por Reagan encarnado.

En su reconquista de América Latina, Reagan topó con acero en México. Operó con Guatemala y El Salvador. Una de sus primeras operaciones militares tuvo como blanco Granada, la diminuta isla a unas millas de la costa atlántica de Venezuela. Washington ya puesto el ojo sobre el petróleo venezolano.

Culminó Reagan su segundo mandato con el asalto armado a Panamá para revertir el Tratado Torrijo-Carter. Ya se le había salido del huacal el general Manuel Noriega, su ex agente de la (CIA). Lo procesó en su territorio y lo liberó recientemente sólo para que pudiera morir en el Canal.

Entre esos dos brutales asaltos militares, “eje del mal” lo encontró Reagan en Centroamérica y específicamente en los comandantes de la Revolución Sandinista. En México, Reagan volvió a “topar con pared” primero frente a José López Portillo y más tarde con Miguel de la Madrid. Éste empleó como barrera el Grupo Contadora.

Para entonces, México ya era titular del Premio Nobel de la Paz. La diplomacia mexicana se mantenía militante y fiel a la Autodeterminación de los pueblos y la No Intervención.

Sospechamos que ya había nacido en México Luis Videgaray Caso. Pero quiso hace sus estudios en el Instituto Tecnológico de Massachussetts. Si había leído la Historia de México ahí se le olvidó y con ello la Doctrina Estrada.

Cuando arribó a la cancillería, don Luis anunció que llegaba en plan de aprendizaje. Suponemos que uno de sus exámenes lo está haciendo hoy mismo con el Tema Venezuela y ha aceptado como sinodal al republicano inquilino de la Casa Blanca Donald Trump.

Pronto -está ya a la vuelta de la esquina la sucesión presidencial de 2018– se sabrá aquí si el aprendiz de diplomático pasó la gran prueba, en cuyo caso los mexicanos lo someterían a un segundo examen el 1 de julio del 18. ¡Qué emocionante expectativa!

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