Voces del Periodista Diario

EU: Se fertiliza el predio del pensamiento único

¿SABEN QUÉ? Ya no quiero que se me indigeste el desayuno con noticias falsas. La única verdad verdadera que los lectores estadunidenses y del “resto” del mundo deben tomar a título de fe, es la que se dicta desde el Salón Oval y que tan profesionalmente reproduce la Cadena Fox. Este es el evangelio de 2019.

Desde las tablas mosaicas, no se conocía un onzavo mandamiento tan inane y hostil. Todo el beneficio comunal que se propuso la posmoderna sociedad de la información, basada de buena fe en los prodigiosos hallazgos de la informática y la cibernética, ha sido pervertido por los pajarillos cantores que “se cuelgan de los alambres” para usurpar los canales que el hombre abrió para comunicarse con el prójimo.

Desde El jardín de las rosas de la Casa Blanca, su colérico inquilino es el pajarraco que se mete hora tras hora, minuto tras minuto, en la red, para, desde su condición de oráculo incontestable, predicar su testimonio: Si la realidad no obedece a mis designios, peor para la realidad.

La democracia expuesta a la demencia de los Cresos

Sociólogos y politólogos notables diagnosticaron hace más de medio siglo que, la estadunidense, es una sociedad de borregos. Era, de cierto, un llamado a sacudir las conciencias para enfrentar la humillación y tomar las riendas de su propio destino.

Todo lo corrompe la obsesión por el poder en sus expresiones más exacerbadas por rendir culto a la leyenda impresa en la carátula del dólar: En Dios confiamos. Pero, ¿cuál Dios? El de Los Cresos.

Eso, en el relativismo moral, parece adecuado al capitalismo salvaje. Pero, trasladar la superstición al ámbito político, en el que se dirime la aspiración democrática, es otro cantar.

En la literatura estadunidense encontramos una ilustrativa obra que historia El Periodismo norteamericano. La constante de su contenido tiene como eje el papel de la prensa para localizar y acotar las tentaciones del totalitarismo.

Una vez recibido el voto, se desdoblan como tiranos

Hace unos meses, una sobresaliente protagonista de la Política Exterior de Washington, que activó las alertas contra el fascismo, previno contra personajes que, encumbrados al poder del Estado por la vía electoral, no resisten sus vocaciones totalitarias y actúan en los hechos en consecuencia.

No hizo, la investigadora-historiadora, alusión expresa al republicano Donald Trump, pero se aproximó al retrato hablado.

Desde su campaña electoral rumbo a La Casa Blanca y, ya en ejercicio de sus poderes especiales, el presidente ha sido un contumaz beligerante contra medios de comunicación no alineados, a algunos de los cuales acusa incluso de traición de la patria. Es que el magnate tiene una piel muy suave, expuesta a lacerantes alergias al primer roce.

Desde las primeras semanas en el poder, Trump ha ordenado a sus voceros arrancar el gafete de identificación a periodistas que no son de su agrado porque, presa de la paranoia, los considera enemigos implicados en una conspiración contra su gestión.

Un síndrome insoportable: La lumbre en los aparejos

Donald Trump ha sido atrapado por el nerviosismo y la histeria una vez que se ha abierto en la Cámara de Representantes de El Capitolio el proceso que, eventualmente, puede desembocar en juicio político condenatorio en primera instancia, que malograría su estrategia reeleccionista.

En efecto, los sondeos sobre la intención del voto para el primer martes de noviembre de 2020 empiezan a desfavorecer al mandatario que, a estas alturas, no busca a quien se la hace, sino quien que la pague.

Con el deleznable argumento de ahorro en los gastos de gobierno, la vocería de la Casa Blanca anunció en días pasados que se ha ordenado a todas las agencias gubernamentales cancelar suscripciones de los diarios The Washington Post The New York Times, sin duda los medios impresos más influyentes en la opinión pública de los Estados Unidos.

La “democrática” vía para implantar el pensamiento único

No estamos en condiciones de ponderar qué efectos económicos tendría esa directiva-ejecutiva en las finanzas de las casas editoriales nombradas. Pero éste no es el punto. El punto es la intencionalidad de la orden: Sobre el derecho a disentir, como imperativo en toda democracia, se privilegia la tentación de implantar el pensamiento único.

No es, el anterior, un tópico episódico: No hace mucho, Trump reveló públicamente una iluminación: Soy un escogido de la Providencia.

Desde esa absurda perspectiva, sería La gaceta del Paraíso el único medio confiable para desbrozar el atajo a un segundo mandato presidencial.

El voto electoral es asunto reservado a los ciudadanos estadunidenses. Las consecuencias de sus resultados, son un riesgo para la humanidad toda. Esta es la gran cuestión.

 

Revista Voces del Periodista Edición 397

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