Voces del Periodista Diario

¡Por fin! tendremos el “México en paz”

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

Un ejercicio memorioso nos permite consignar que, con la puesta en marcha de la Operación Cóndor antinarco, a partir de 1975 por primera vez en décadas el Ejército se desplazó en territorios civiles de manera masiva.

Sin embargo, esos activos circunscribieron su acción a los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango, ubicados en el llamado Triángulo dorado.

Aun con la irrupción en 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, particularmente la Secretaria de la Defensa movilizó contingentes armados en zonas limítrofes logísticamente focalizadas.

2006: Inauguración del “teatro de guerra”

Fue hasta diciembre de 2006, por decisión de Felipe Calderón Hinojosa, que el conjunto de las Fuerzas Armadas tomó como teatro de guerra casi todo el territorio nacional.

De 1975 a 2006 -tres décadas, pues- resultó obvio que militarizar la vida pública de México so pretexto de combatir a los cárteles de la droga no hizo más que poner a la baja el nivel de confianza popular en las instituciones  castrenses.

Cinco años después de la irreflexiva acción de Calderón, 2011 fue considerado el año más violento de la última década. En este periodo, se reportaron 16.7 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Merece destacarse un dato en razón de la fuente que lo emitió: En 2013 el  Banco Mundial, al analizar la violencia en México con estadísticas de 2012, denunció que 38 por ciento de las víctimas de muertes violenta alcanzó a jóvenes.

El 1 de diciembre del mismo 2012, se prometió a la sociedad mexicana Un México en paz.

2017, peor que 2011 y contando…

En pos de ese objetivo, las Fuerzas Armadas mexicanas -a muchos de cuyos oficiales en activo o en retiro se les habían encomendado tiempo atrás las direcciones de Seguridad Pública de los gobiernos de los estados y municipales-, fueron convertidas en componente imprescindible de los planes de coordinación ora en Michoacán, en Guerrero o Tamaulipas; ora en Sinaloa, Veracruz, Jalisco o estado de México, según  aparecieran los “partes de novedades” con registro de violencia.

Reacciones casuísticas muchas de ellas, su frecuencia e filtraciones dieron pie a que partidas militares resultaran abatidas en emboscadas preparadas por los cárteles, avisados oportunamente de las operaciones.

Asociaciones del sector empresarial, que incluyen a potenciales inversionistas extranjeros; representaciones concurrentes en cada reunión del Sistema Nacional de Seguridad, agencias defensoras de los Derechos Humanos, grupos no gubernamentales especializados según la clasificación de víctimas, coinciden en que 2017, sólo en los primeros diez meses, supera ya al de 2011 en los máximos históricos de delitos de alto impacto.

En datos desagregados se coloca en 16.9 por cada 100 mil habitantes las víctimas de los delitos de alto impacto en lo que va del 17.

El Observatorio Nacional Ciudadano tiene un peculiar reloj que da cuenta de la barbarie: Cada 18 minutos con 50 segundos, en el territorio nacional se abre una carpeta por homicidio doloso; cada 34 minutos con 46 segundos, otra por homicidio culposo. Casa minuto con 59 segundos, una tercera por robo con violencia, etcétera.

Entre homicidios dolosos y culposos, la proporción de delitos de alto impacto suma 26.6 por ciento del total. La característica más acusada es que ya la mayoría son perpetrados con arma de fuego.

52 mil mujeres asesinadas

El fenómeno, que tenía una expresión específica en determinadas regiones, ahora se extiende por 29 de las 32 entidades de la República.

Reservamos -como antes lo hicimos respecto de los jóvenes- un dato excepcional: Entre 2007 y 2016, el feminicidio ha cobrado la vida de 52 mil víctimas.

¡Qué bueno que el Congreso ya aprobó la nueva Ley de Seguridad Interior! Ahora sí, después de 528 meses, las Fuerzas Armadas mexicanas podrán cumplir con eficacia su misión. Aunque sólo les quedan once meses para inaugurar el México en paz. Es cuanto.

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