Voces del Periodista Diario

Rumbo al 18, la nave de los locos

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

 

Es un secreto a voces, que el transexenal indispensable en cada nueva sucesión presidencial, es Carlos Salinas de Gortari. De tanto saberse, la hipótesis casi se ha institucionalizado.

Lo que en las actuales crispadas circunstancias genera inquietud colectiva sobre ese fenómeno sicopolítico, es que difunde la sensación de vacío de poder, en cuyo caso  los que están en el centro de gravedad del hoyo negro, son el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJD).

En abono del ex presidente Ernesto Zedillo puede decirse que, si pretendiera injerencia en la sucesión presidencial de 2018, actúa sin embargo con absoluta discreción.

No puede decirse lo mismo de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, protagonistas ambos de La decena trágica 2000-2012, quienes se mueven como chivos en cristalería en el escenario sucesorio.

No tiene la culpa el igndio…

De Fox, vale recordar que, desde antes de llegar a la gubernatura de Guanajuato, sus paisanos lo conocían como El orate de San Cristóbal. De Calderón, su propio mentor político, Carlos Castillo Peraza hizo el más plástico retrato hablado.

Nostálgicos del poder, desde finales de 2015 Fox y Calderón han pretendido compartir su camisa de fuerza con Donald Trump. El michoacano, en otras misiones “democratizadoras” en América Latina, especialmente contra Venezuela.

Como dice el refrán: No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.

Desde que se puso a caballo la sucesión presidencial de 2018, ambos personajes, con un ex candidato presidencial del mismo PAN, han sido reclutados por algunas barras electrónicas como arietes para tirarle a todo lo que se mueva, sobre todo si trae tatuada la etiqueta de peligro para México.

Calderón hizo escoleta en los recientes procesos del Estado de México y Coahuila, como ejercicio previo para lograr para su esposa Margarita Zavala Gómez del Campo la candidatura presidencial azul.

Lo mismo pretendió en su sexenio, fallidamente, Fox, con su pareja presidencial Marta Sahagún.

El Narciso guanajuatense, sin resignarse a su retiro, en su enfermiza incontinencia alardeaba de llevar ya dos campañas presidenciales ganadas; la propia y la de Calderón. En la campaña de Trump, aparecía alienado en las pantallas, advirtiéndole al republicano que jamás llegaría a la Casa Blanca.

Ahora, le ha pisado el acelerador a sus delirios: Anuncia que, sobre su cadáver, El redentor   tropical llegaría  a Los Pinos.

Ha vuelto Fox, pues, a aquellas temporadas en que desdoblaba su personalidad y asumía la de Kalimán. Sin el rubí en el turbante y sin sus clásicas botas, el guanajuatense se ha declarado en pie de guerra para actuar como cancerbero de Los Pinos y decidir quien o no entra hasta las afamadas y confortables cabañitas, en donde se negaba a dormir si antes no le ponían  en pantallas otro episodio de El chavo del 8.

¡Qué le vamos a hacer! Consejeros y magistrados electorales no están facultados para impedir que cada quien haga, a su modo, uso de la Libertad de Expresión. Sobre todo si ésta se ejerce al través de medios de comunicación tan cercanos al ánimo pinolero. Es cuanto.

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