Por Abraham García Ibarra
La alegoría obligada es la siguiente: A finales de 1993, en la intimidad de Los Pinos, el entonces coordinador de la bancada del PAN en la LV Legislatura, Diego Fernández de Cevallos, escuchó quedito: Y usted, Diego, ¿por qué no?
Al aproximarse la fecha de la elección presidencial, que en 1994 fue en agosto, Carlos Salinas de Gortari podía blasonar que se dio el lujo de palomear cuatro candidatos a su relevo:
Luis Donaldo Colosio, del PRI, a quien suplió después de ser asesinado en marzo, Ernesto Zedillo Ponce de León; el nombrado Diego, por el PAN, y Cecilia Soto, del debutante Partido del Trabajo.
Aquella fue la hazaña de un solo hombre. En 2018, podría especularse que el PAN cuenta, a la hora de iniciarse formalmente las campañas, con tres candidatos presidenciales: Ricardo Anaya Cortés, por méritos propios; la esquirol Margarita Zavala Gómez del Campo de Calderón Hinojosa, cuya comitiva está integrada por algunos residuos del panismo histórico…
Y un aparentemente híbrido, José Antonio Kuribreña, a quien asisten en su coordinación nacional para organización y medios de comunicación recientes desertores del PAN. El más sobresaliente y colérico, el poblano Javier Lozano Alarcón.
Existe, sin embargo, en cuanto a móviles, algunas ligeras diferencias: Salinas de Gortari operó su maniobra para tratar de dispersar el voto de las oposiciones a fin de mojarle la pólvora al ya perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien se presentaba en segunda vuelta en la disputa de la presidencia. Salinas logró su propósito a costa de la ventaja que sobre Zedillo tenía Fernández de Cevallos.
En la circunstancia actual, la validación de la candidatura “independiente” de Zavala Gómez del Campo por los consejeros del Instituto Nacional Electoral tiene como objetivo golpear en la línea de flotación a Cortés Anaya, predestinado a luchar cuerpo a cuerpo con Andrés Manuel López Obrador, más que le pese al grupo mexiquense.
En el formalismo legal, el queretano ha logrado blindar la coalición de su partido con el PRD y Movimiento Ciudadano. El pacto no ha sufrido mengua con la inconformidad de algunos aspirantes frustrados al Congreso de la Unión.
López Obrador, de su lado, conserva la hegemonía de Morena y sus aliados, los partidos del Trabajo y de Encuentro Social.
Un concentrado de resultados de encuestas sobre intención del voto, dado a conocer en las horas en que arrancaron las campañas presidenciales, mantiene en la punta al tabasqueño y a Anaya Cortés.
El esférico José Antonio Meade Kuribreña
Un caso de análisis profundo, es el de Meade, que responde a la confusión que marcó su destape en noviembre pasado, cuando el PRI lo escogió como candidato externo, aunque le puso el antifaz de “simpatizante”.
Entre el destape y la precampaña del ex secretario de Hacienda, la coalición del PRI con los partidos Verde y Nueva Alianza, empezó a hacer aguas. Particularmente en la Ciudad de México, segunda en importancia en la República por su densidad electoral, el Verde se fue “por la libre”.
Nueva Alianza ha optado también por su autonomía en varias entidades del país; entre ellas, el estado de México, primera en potencial de votantes en el territorio nacional.
El ex secretario de Hacienda personaliza su campaña
Meade, consciente del arraigado descrédito del PRI por su largo historial de corrupción, ya desde su precampaña quiso deslindarse del tricolor, anunciándose como presidenciable ciudadano, si bien no le hizo asco a la coalición que lo registró legalmente como candidato.
Entre diciembre y febrero, Meade, se ha autopromovido como El Mero. Especialmente en las redes sociales ha personalizado su candidatura y ha tenido pronunciamientos electorales incómodos para el Peñismo y el propio PRI, que carece de autoridad orgánica para meterlo en cintura, pues la dirigencia nacional formal ha sido desplazada por arribistas no militantes que están controlando su campaña.
Un equipo apto para Tercera División
En una primera y estratégica posición, Meade colocó a la ex subsecretaria de Hacienda, Vanessa Rubio como coordinadora de su oficina privada. El ex panista Lozano es el coordinador de voceros del candidato. La ex vocera de Calderón en Los Pinos, Alejandra Sota, coordina la estrategia de Comunicación.
En el cuadro básico de coordinadores, sólo aparece el ex presidente nacional del PRI y ex subsecretario de Gobernación, Humberto Roque Villanueva, con el inane nombramiento de “coordinador de iglesias”. Roque Villanueva es recordado por el priismo porque en 1997 perdió el Distrito Federal, tres gubernaturas y una buena porción de la Cámara de Diputados federal.
En la asesoría política, tercer nivel, figura el ex juvenil del PRI, José Ramón Martel, a quien le fueron subordinados Manlio Fabio Beltrones Rivera, Heriberto Galindo Quiñones, Enrique Jackson Ramírez, Augusto Gómez Villanueva y René Juárez Cisneros, también ex subsecretario de Gobernación. Puro cascajo, que ni como elementos decorativos sirven. No tienen más función que la de llenar el directorio “de campaña”.
Meade: Que no quede huella, que no que no
Ahora bien: Meade programó el arranque de su campaña en Mérida, donde el priismo yucateco tiene más interés local en el cambio de gobernador, que en la presidencial.
En el mitin de inauguración (unos ocho mil asistentes), el único aporte visible del PRI fue el candidato a senador plurinominal palomeado por Enrique Peña Nieto, Jorge Carlos Ramírez Marín, a quien ni siquiera se le permitió aparecer en el presídium.
Pero esa estampa es anecdótica: Lo significativo es que, en el abigarrado decorado del acto, se decidió prescindir de los emblemas y lemas oficiales del PRI y de los partidos Verde y Nueva Alianza, que le dan soporte a su candidatura. En cambio, fue exhibido espectacularmente un exótico logo, cuyas estilizadas flechitas pretenden simbolizar “avance”.
Esa prefiguración no fue accidental ni gratuita. Meade intentó dramatizar individualmente sus compromisos de gobierno con una trágica premonición: ¡Defenderé con mi vida los intereses de la nación! (Aplausos).
Meade, en busca de La lámpara de Diógenes
La sustancia del mensaje radica, sin embargo, en cabalísticas 13 palabras: Sacar la corrupción de la política y encabezar un gobierno de gente decente.
Candidato del PRI, Meade mentó la soga en casa del ahorcado: Partido de “la gente decente” fue una divisa retórica del PAN cuando ejercía una oposición auténtica contra el PRI-Gobierno, a cuyos detentadores acusaba de burlar toda norma de moral pública y atentar contra la ética republicana.
Discurso preparado con tiempo y en la privacidad, y revisado por los asesores políticos, eso de la “gente decente” y su intencionalidad no fue un arrebato espontáneo, si bien un tanto alusivo seguramente a los servicios que prestó a las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, memoria inspirada en el supuesto de que hay aves que cruzan el pantano/ y no se manchan.
Un desliz que coincide con el propio diagnóstico de Meade: Mis manchas son de índole médica, no de la corrupción. Buena rima.
¿Dónde encontrará gente químicamente pura?
Por elemental contraposición y eliminación, ser “gobierno de gente decente” implica no admitir “gente indecente”, como los ex gobernadores priistas indiciados y encarcelados por rateros, o aquellos militantes del Verde que son literalmente carne de presidio, que no ha caído en el bote sólo por la necesidad del PRI de sumar votos en campañas y contar con ellos en la acción legislativa.
Si en los partidos que lo han nominado no tiene Meade gente confiable “químicamente pura”, ¿en dónde la encontrará en la eventualidad de que forme gobierno?
En intención del voto no remonta el tercer lugar
Como sea -volvemos al concentrado de las encuestas sobre intención de voto-, Meade ha perdido hasta el inicio de su campaña algunos puntos porcentuales que lo ubican en el tercer sitio, al que se acerca Margarita Zavala; y los tres partidos forman el frente que lo apoya aparecen después del sexto lugar, a distancia de los que forman las coaliciones Juntos Haremos Historia y Por México al Frente.
Lo más indicativo y revelador de la adversa situación de Meade, es que Peña Nieto, a contrapelo de las restricciones que le impone el régimen electoral, ha decidido echar toda la carne al asador asumiendo personalmente la ofensiva propagandística, en la que ha comprometido a su gabinete en pleno.
Aun así, como suelen decir los rancheros informados, no te arriendo las ganancias. Es cuanto.
VP/Opinión/EZ