El actual gobierno de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se ha propuesto y entre sus metas en materia económica está, el avanzar hacia el desarrollo con una tasa promedio sexenal del 4 por ciento del PIB.
Salvador González Briceño
Para discutir la política económica de AMLO y la 4T
No hay hundimiento del modelo neoliberal en el país
El actual gobierno de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se ha propuesto y entre sus metas en materia económica está, el avanzar hacia el desarrollo con una tasa promedio sexenal del 4 por ciento del PIB.
PARA LOGRARLO, la Cuarta Transformación (4T) se ha pronunciado por el combate a la corrupción, como estrategia aplicable desde las altas esferas del gobierno, por ejemplo: cero “moches” e intermediarismo, tanto en la ejecución de programas sociales, como en el ejercicio del presupuesto de las dependencias, federal y en los estados.
TAMBIÉN, licitaciones de obra transparentes con cero asignaciones directas ni favoritismos o amiguismo. Y la cancelación de obras heredadas por el anterior gobierno, claramente costosas, así como adquisiciones fuera de presupuesto que igualmente se anularon.
La austeridad que caracteriza a las compras desde el gobierno, sea en la contratación de personal como en compras de insumos y/o de gasto corriente. No está mal, pero ¿es suficiente?
No, si como dice reiteradamente el propio presidente, se trata de abolir el modelo neoliberal heredado y vigente durante los últimos 36 años, los seis gobiernos con presidentes del PRI y del PAN, cuatro y dos, respectivamente.
Pero sobre todo es insuficiente porque el modelo no puede abolirse por decreto. Es decir, que no bastan las ideas en los lineamientos de política económica del Plan Nacional de Desarrollo (PND), para que cambien las funciones desde el aparato del Estado.
Porque las viejas estructuras siguen funcionando, primero en tanto no se modifican las leyes desde lo general hasta lo particular; desde la Constitución hasta los reglamentos. Segundo, porque el “elefante” no se mueve a la primera, por las viejas y enquistadas prácticas.
Lo mismo que las instituciones, que no se mueven para otra parte que no sea encomendada por la ley, los programas sin las mentes frescas dispuestas al cambio de conductas. El tema del vino nuevo en el odre viejo. Salvo que el vino no se ve del todo nuevo y el odre sigue siendo el mismo.
Estado y mercado
En otras palabras, la redefinición del nuevo papel del Estado como promotor del desarrollo, a contracorriente del neoliberalismo que se le cuadra todo a la iniciativa privada, no está muy en claro tanto en materia legislativa como en el ejercicio presupuestal. La austeridad no da mucha movilidad, amén que no está claro hacia donde avanzar.
No queda claro todavía para el aparato en su conjunto cómo y hacia dónde relanzarse con prácticas distintas. Porque siguen rigiendo los principios instrumentados por el viejo sistema. Como aquellas instituciones que siguen haciendo lo mismo, aunque se les diga lo contrario.
Qué mejor ejemplo que los roles del Banco de México, que siguen siendo los mismos, o que la Secretaría de Hacienda que no ha cambiado ni de funcionarios, esos tecnócratas tan criticados desde la oposición ahora en el poder.
Qué decir del sistema bancario, y de los rezagos en todas las materias: el campo, la industria, las Pymes, la educación, la investigación y el impulso de todas esas especialidades que están en la punta de lanza de los países desarrollados, o las empresas que van a la punta de los negocios que mueven al mundo.
Claro que son resabios del pasado, pero son rubros que la 4T no tiene claro todavía, o no se ha planteado lo necesario en estas materias. Se quedan cortas acciones con los ingresos de funcionarios controlados, donde no haya percepciones más altas que el presidente o bajas plantillas de asesores y de gastos superfluos, entre otras medidas.
Profundizar acciones
Para alcanzar finanzas sanas con crecimiento no basta el combate a la corrupción. Hay que hacer lo propio en materia de inversión pública, de apoyo a la industria tanto Pymes y empresa de exportación (sustitución de exportaciones). Necesario para lograr metas de crecimiento por arriba del periodo neoliberal, y para cubrir los compromisos con el exterior en materia de deuda.
Entrados en materia, digamos que está faltando el control de variables como las siguientes:
1.- El saneamiento de las finanzas públicas solo se logra con inversión, pública y privada, pero sobre todo pública.
2.- Reactivar la economía interna se logra con apoyos a la industria (interna y de exportación).
3.- El T-MEC es un tema que corresponde resolver al congreso estadounidense, pero que en el marco electoral en que está el vecino país, no les interesa por ahora aún con el apoyo de los demócratas.
4.- Si estalla la crisis financiera en año entrante, que será peor a la de 2008, el primer país de impacto será el nuestro, por los altos montos del intercambio comercial.
5.- La Secretaría de Hacienda no puede asegurar “blindaje” alguno contra la recesión, puesto que la economía es frágil tal y como la dejaron los neoliberales, y tampoco hay el tiempo ni el dinero suficientes para fortalecerla.
El economista Arturo Huerta González (La Jornada, 8 octubre) dice que el endeudamiento de México es del 35.8 por ciento del PIB, y es deuda de corto plazo. También que eso complica el acceso a inversiones por la guerra comercial entre EEUU y China.
De igual manera, para pagar deuda hay que vender más al exterior, y eso es deficitario para México. También que ni es negocio endeudarse o vender activos para pagar deuda. Mucho menos restringir el gasto a inversión, porque se desacelera la economía y aumenta el déficit de la balanza de pagos.
Qué decir, si para atraer inversiones se aumentan los intereses, entonces hay impacto en el crecimiento. Peor si la deuda externa no se usa para aumentar inversión y producción y con ello aumentar exportaciones, para atraer divisas y pagar deuda.
En tanto ese círculo vicioso no se cura, lo que el gobierno puede o debe (es el consejo atinado de Huerta), es emitir deuda en pesos, no en dólares, pues su refinanciamiento futuro no impactaría la inversión ni el gasto.
Herencia neoliberal
Por todo lo anterior, señala Huerta, es un error del gobierno actual: “Restringir el gasto para no caer en deuda, pues la deuda en sí no es mala, todo depende del uso que se haga con ella”. El gobierno puede endeudarse en pesos para potenciar a los exportadores, pero también al resto de la economía, como al sector manufacturero y de la construcción; este último siempre de arrastre de otros sectores. Con esto aumentan riqueza e ingresos, como la llegada de divisas para pagar y no caer en impagos de la deuda, algo desastroso para cualquiera. Ni modo, pero es la herencia neoliberal.
Limitar el gasto y la inversión solo a los ingresos del gobierno, es apostar a la “reproducción simple”, o la contracción económica o de sobrevivencia; gastar lo que se recauda no activa la economía. Los niveles del PIB no aumentarán. Aparte, sin gasto e inversión no hay superávit alguno ni reducción de deuda, y el círculo vicioso se prolonga porque la economía se contrae.
Con eso, “el gobierno termina recaudando menos, de ahí la caída de la recaudación del ISR y del IVA en lo que va de 2019, por lo que siguen las presiones sobre las finanzas públicas, lo que le impedirá alcanzar el superávit primario de 1 por ciento del PIB para este año, como lo tienen presupuestado, ni reducirán el monto de la deuda pública (Huerta).”
“El crecimiento económico requiere que el gobierno gaste más de lo que recauda, para así incrementar demanda, la inversión privada, la economía y el ingreso nacional, lo que le permitiría recaudar más. El gobierno recauda lo que gasta y al gastar más estaría recaudando más y reduciría el déficit fiscal impulsor del crecimiento y no caería en deuda.” Esto lo sabe el secretario de Hacienda, como tecnócrata de profesión, falta que se lo proponga al presidente Obrador, o que tome las medidas pertinentes.
El tema es que si no endereza el rumbo el país seguirá con tasas bajas de crecimiento y no alcanzará el desarrollo. El desarrollo social promovido hasta ahora resultará insuficiente. Menos sin inversiones de largo plazo en investigación, ciencia y tecnología, para entrar a los mercados de competencia en el mundo actual, y abandonar la dinámica económica del pasado.
Sin plantear el rumbo claro, el país seguirá tras los pasos del “neoporfirismo” de Carlos Salinas, y en el hundimiento y el atraso de tres décadas. Habrá que esperar el cambio de rumbo, tener paciencia, solo que el tiempo es oro.
Falta relanzar además las metas del Banxico, fiel a las políticas de los bancos centrales “privados” del mundo, que no se ocupan del desarrollo de los países y solo cuidan las reservas internacionales. Los retos del actual gobierno no son menores, si es que Obrador realmente quiere erradicar de raíz el neoliberalismo e inaugurar en los hechos la 4T. Al tiempo.
El actual gobierno de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se ha propuesto y entre sus metas en materia económica está, el avanzar hacia el desarrollo con una tasa promedio sexenal del 4 por ciento del PIB.
Ajustar la política económica para alcanzar las metas de la 4T
Salvador González Briceño
Para discutir la política económica de AMLO y la 4T
No hay hundimiento del modelo neoliberal en el país
El actual gobierno de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se ha propuesto y entre sus metas en materia económica está, el avanzar hacia el desarrollo con una tasa promedio sexenal del 4 por ciento del PIB.
PARA LOGRARLO, la Cuarta Transformación (4T) se ha pronunciado por el combate a la corrupción, como estrategia aplicable desde las altas esferas del gobierno, por ejemplo: cero “moches” e intermediarismo, tanto en la ejecución de programas sociales, como en el ejercicio del presupuesto de las dependencias, federal y en los estados.
TAMBIÉN, licitaciones de obra transparentes con cero asignaciones directas ni favoritismos o amiguismo. Y la cancelación de obras heredadas por el anterior gobierno, claramente costosas, así como adquisiciones fuera de presupuesto que igualmente se anularon.
La austeridad que caracteriza a las compras desde el gobierno, sea en la contratación de personal como en compras de insumos y/o de gasto corriente. No está mal, pero ¿es suficiente?
No, si como dice reiteradamente el propio presidente, se trata de abolir el modelo neoliberal heredado y vigente durante los últimos 36 años, los seis gobiernos con presidentes del PRI y del PAN, cuatro y dos, respectivamente.
Pero sobre todo es insuficiente porque el modelo no puede abolirse por decreto. Es decir, que no bastan las ideas en los lineamientos de política económica del Plan Nacional de Desarrollo (PND), para que cambien las funciones desde el aparato del Estado.
Porque las viejas estructuras siguen funcionando, primero en tanto no se modifican las leyes desde lo general hasta lo particular; desde la Constitución hasta los reglamentos. Segundo, porque el “elefante” no se mueve a la primera, por las viejas y enquistadas prácticas.
Lo mismo que las instituciones, que no se mueven para otra parte que no sea encomendada por la ley, los programas sin las mentes frescas dispuestas al cambio de conductas. El tema del vino nuevo en el odre viejo. Salvo que el vino no se ve del todo nuevo y el odre sigue siendo el mismo.
Estado y mercado
En otras palabras, la redefinición del nuevo papel del Estado como promotor del desarrollo, a contracorriente del neoliberalismo que se le cuadra todo a la iniciativa privada, no está muy en claro tanto en materia legislativa como en el ejercicio presupuestal. La austeridad no da mucha movilidad, amén que no está claro hacia donde avanzar.
No queda claro todavía para el aparato en su conjunto cómo y hacia dónde relanzarse con prácticas distintas. Porque siguen rigiendo los principios instrumentados por el viejo sistema. Como aquellas instituciones que siguen haciendo lo mismo, aunque se les diga lo contrario.
Qué mejor ejemplo que los roles del Banco de México, que siguen siendo los mismos, o que la Secretaría de Hacienda que no ha cambiado ni de funcionarios, esos tecnócratas tan criticados desde la oposición ahora en el poder.
Qué decir del sistema bancario, y de los rezagos en todas las materias: el campo, la industria, las Pymes, la educación, la investigación y el impulso de todas esas especialidades que están en la punta de lanza de los países desarrollados, o las empresas que van a la punta de los negocios que mueven al mundo.
Claro que son resabios del pasado, pero son rubros que la 4T no tiene claro todavía, o no se ha planteado lo necesario en estas materias. Se quedan cortas acciones con los ingresos de funcionarios controlados, donde no haya percepciones más altas que el presidente o bajas plantillas de asesores y de gastos superfluos, entre otras medidas.
Profundizar acciones
Para alcanzar finanzas sanas con crecimiento no basta el combate a la corrupción. Hay que hacer lo propio en materia de inversión pública, de apoyo a la industria tanto Pymes y empresa de exportación (sustitución de exportaciones). Necesario para lograr metas de crecimiento por arriba del periodo neoliberal, y para cubrir los compromisos con el exterior en materia de deuda.
Entrados en materia, digamos que está faltando el control de variables como las siguientes:
1.- El saneamiento de las finanzas públicas solo se logra con inversión, pública y privada, pero sobre todo pública.
2.- Reactivar la economía interna se logra con apoyos a la industria (interna y de exportación).
3.- El T-MEC es un tema que corresponde resolver al congreso estadounidense, pero que en el marco electoral en que está el vecino país, no les interesa por ahora aún con el apoyo de los demócratas.
4.- Si estalla la crisis financiera en año entrante, que será peor a la de 2008, el primer país de impacto será el nuestro, por los altos montos del intercambio comercial.
5.- La Secretaría de Hacienda no puede asegurar “blindaje” alguno contra la recesión, puesto que la economía es frágil tal y como la dejaron los neoliberales, y tampoco hay el tiempo ni el dinero suficientes para fortalecerla.
El economista Arturo Huerta González (La Jornada, 8 octubre) dice que el endeudamiento de México es del 35.8 por ciento del PIB, y es deuda de corto plazo. También que eso complica el acceso a inversiones por la guerra comercial entre EEUU y China.
De igual manera, para pagar deuda hay que vender más al exterior, y eso es deficitario para México. También que ni es negocio endeudarse o vender activos para pagar deuda. Mucho menos restringir el gasto a inversión, porque se desacelera la economía y aumenta el déficit de la balanza de pagos.
Qué decir, si para atraer inversiones se aumentan los intereses, entonces hay impacto en el crecimiento. Peor si la deuda externa no se usa para aumentar inversión y producción y con ello aumentar exportaciones, para atraer divisas y pagar deuda.
En tanto ese círculo vicioso no se cura, lo que el gobierno puede o debe (es el consejo atinado de Huerta), es emitir deuda en pesos, no en dólares, pues su refinanciamiento futuro no impactaría la inversión ni el gasto.
Herencia neoliberal
Por todo lo anterior, señala Huerta, es un error del gobierno actual: “Restringir el gasto para no caer en deuda, pues la deuda en sí no es mala, todo depende del uso que se haga con ella”. El gobierno puede endeudarse en pesos para potenciar a los exportadores, pero también al resto de la economía, como al sector manufacturero y de la construcción; este último siempre de arrastre de otros sectores. Con esto aumentan riqueza e ingresos, como la llegada de divisas para pagar y no caer en impagos de la deuda, algo desastroso para cualquiera. Ni modo, pero es la herencia neoliberal.
Limitar el gasto y la inversión solo a los ingresos del gobierno, es apostar a la “reproducción simple”, o la contracción económica o de sobrevivencia; gastar lo que se recauda no activa la economía. Los niveles del PIB no aumentarán. Aparte, sin gasto e inversión no hay superávit alguno ni reducción de deuda, y el círculo vicioso se prolonga porque la economía se contrae.
Con eso, “el gobierno termina recaudando menos, de ahí la caída de la recaudación del ISR y del IVA en lo que va de 2019, por lo que siguen las presiones sobre las finanzas públicas, lo que le impedirá alcanzar el superávit primario de 1 por ciento del PIB para este año, como lo tienen presupuestado, ni reducirán el monto de la deuda pública (Huerta).”
“El crecimiento económico requiere que el gobierno gaste más de lo que recauda, para así incrementar demanda, la inversión privada, la economía y el ingreso nacional, lo que le permitiría recaudar más. El gobierno recauda lo que gasta y al gastar más estaría recaudando más y reduciría el déficit fiscal impulsor del crecimiento y no caería en deuda.” Esto lo sabe el secretario de Hacienda, como tecnócrata de profesión, falta que se lo proponga al presidente Obrador, o que tome las medidas pertinentes.
El tema es que si no endereza el rumbo el país seguirá con tasas bajas de crecimiento y no alcanzará el desarrollo. El desarrollo social promovido hasta ahora resultará insuficiente. Menos sin inversiones de largo plazo en investigación, ciencia y tecnología, para entrar a los mercados de competencia en el mundo actual, y abandonar la dinámica económica del pasado.
Sin plantear el rumbo claro, el país seguirá tras los pasos del “neoporfirismo” de Carlos Salinas, y en el hundimiento y el atraso de tres décadas. Habrá que esperar el cambio de rumbo, tener paciencia, solo que el tiempo es oro.
Falta relanzar además las metas del Banxico, fiel a las políticas de los bancos centrales “privados” del mundo, que no se ocupan del desarrollo de los países y solo cuidan las reservas internacionales. Los retos del actual gobierno no son menores, si es que Obrador realmente quiere erradicar de raíz el neoliberalismo e inaugurar en los hechos la 4T. Al tiempo.