Durante el presente año el INAH ha realizado numerosos hallazgos en materia arqueológica, en contextos tan disímbolos como la selva chiapaneca, el semidesierto de Sonora, el subsuelo acuoso de la Ciudad de México o los abrigos rocosos de Guanajuato, contribuyó al hallazgo de numerosos vestigios que datan de distintos momentos históricos y revelan el desarrollo de las diferentes culturas que poblaron el país.
Entierros con características funerarias diferentes, vestigios paleontológicos tan antiguos que se remontan a la Era de Hielo (hace más de 10,000 años), pinturas rupestres, así como una punta Clovis y otras herramientas de grupos cazadores-recolectores considerados los primeros pobladores del continente americano, fueron algunos de los principales hallazgos arqueológicos de este año.
Entre los descubrimientos destacan tres tumbas localizadas en abril en la recién abierta Zona Arqueológica de Atzompa, Oaxaca, las cuales presentaban huellas de destrucción intencional con fines rituales, posiblemente realizada al momento del abandono de la ciudad, entre los años 850 y 900 d.C.
Se trata de un complejo funerario de más de 1,100 años de antigüedad, compuesto por tres cámaras mortuorias localizadas en un edificio diseñado exclusivamente para albergarlas. Destaca la pintura mural de la segunda tumba, que alude al ritual del juego de pelota, tema que no se había visto en un contexto funerario zapoteco.
Cinco meses después, en el tercer sepulcro se encontraron los restos óseos de un individuo de alto rango de la antigua sociedad zapoteca, acompañado de una ofrenda, de la que destaca una urna antropomorfa de barro con pigmentación roja, orejeras y tocado.
Además, hace unas semanas se descubrió una cuarta tumba, de 1,200 años de antigüedad, localizada en la periferia de la zona, la cual debió pertenecer a una familia zapoteca de estatus medio, lo que da indicios de que la antigua urbe de Atzompa no solo tuvo un área cívico-ceremonial, sino también habitacional. La tumba contenía las osamentas de dos individuos y cuatro vasijas efigie a manera de ofrenda.
Un caso similar ocurrió en el sitio prehispánico Bocana del Río Copalita, en Huatulco, también en Oaxaca, donde se descubrió el sepulcro de un personaje de élite, que al momento de su muerte tendría entre 20 y 23 años de edad. El individuo estaba acompañado por una ofrenda con un hacha de piedra blanca, un fémur cortado (quizá bastón de mando), cuentas de jade, vasijas de cerámica y navajillas de obsidiana.
En el sur del país, en el Templo XX de Palenque, Chiapas, un equipo multidisciplinario del INAH ingresó por vez primera a una cámara funeraria descubierta hace 13 años, la cual contiene los restos óseos de un individuo que podría ser uno de los primeros soberanos de esa antigua ciudad: K’uk Bahlam I, que ascendió al poder en 431 d.C., y fundó la dinastía a la que perteneció el célebre gobernante maya Pakal.
El sepulcro de 1,500 años de antigüedad aproximadamente, contiene pintura mural con representaciones de los Nueve Señores del Xibalbá, o el inframundo. Algunos huesos estaban acompañados por un sinnúmero de pequeñas cuentas de jade y de concha, y en la superficie se hallaron 11 vasijas y cerca de un centenar de objetos, en su mayoría grandes cuentas de piedra verde, posiblemente jade.
De igual forma, conjuntos de entierros de entre 12 y 25 individuos fueron encontrados en Nayarit, Puebla y, recientemente, en Sonora, mismos que por la gran cantidad de osamentas depositadas, han sido nombrados por los especialistas como panteones o cementerios prehispánicos.
En Nayarit, se hallaron 12 cistas —cajas hechas con piedras de basalto— con restos óseos colocados en su interior y alrededor de ellas, tradición mortuoria de la que por primera vez se tuvo registro en la entidad. En tanto en Cholula, Puebla, se localizaron los huesos de 13 individuos —cuya antigüedad oscila en 800 años— agrupados en dos entierros que posiblemente conformaban un espacio mortuorio familiar; iban acompañados de piezas de jadeita, piedra verde y alabastro.
Y en el pueblo de Onavas, al sur de Sonora, fue descubierto el primer cementerio prehispánico de esa entidad; tiene alrededor de 1,000 años de antigüedad y se conforma de entierros de 25 individuos, 13 de los cuales presentaban deformación intencional del cráneo, y cinco mutilación dentaria, prácticas culturales de las que no se tenía registro en el estado. Algunas de las osamentas portaban brazaletes, nariguera, aretes, pendientes y collares.
Asimismo, la Zona Arqueológica de Templo Mayor fue objeto de hallazgos mortuorios y vestigios arqueológicos. A principios del año se encontró un piso de lajas de basalto con 23 relieves de tezontle, que en conjunto forman un discurso iconográfico sobre los mitos del nacimiento de Huitzilopochtli y del origen de la Guerra Sagrada entre los mexicas.
Además, de mayo a octubre se descubrió una estructura circular que contenía un encino fragmentado que pudiera ser uno de los árboles sagrados del Recinto Ceremonial; igualmente un entierro con la osamenta de una mujer, circundada por huesos de niños, jóvenes y adultos, así como 53 sahumadores, algunos con restos de pigmentación y copal, que quizá formaron parte de una ofrenda de consagración.
En ese mismo sitio, se hallaron 45 cráneos humanos y alrededor de 250 mandíbulas inferiores en la parte posterior de edificio denominado cuauhxicalco (estructura ceremonial), lo que representó el depósito de calaveras más numeroso hasta el momento hallado en la zona; debajo del cual también se descubrió una piedra de sacrificios, tapando a su vez cinco cráneos más que presentaban un orificio a la altura del parietal, lo que hace suponer que formaron parte de un tzompantli del Recinto Sagrado de Tenochtitlan.
Además, en el centro del país se hallaron vestigios paleontológicos de hace miles de años, entre ellos, restos óseos de un mamut de más de 10 mil años de antigüedad, en el municipio de Huimilpan, Querétaro. En tanto, más de 100 ejemplares de huesos de megafauna, tales como gliptodonte (tipo armadillo), mastodonte, mamut y posiblemente bisonte, fueron hallados en mayo en Atotonilco de Tula, Hidalgo. Dichos animales datan de hace más de 10,000 años, lapso en que se dieron las últimas glaciaciones de la denominada Era de Hielo.
Asimismo, en Guanajuato se encontraron más de 3,000 motivos pictóricos rupestres (como animales, figuras antropomorfas, plantas y círculos solares), distribuidos en 40 sitios rocosos, que aluden a rituales de paso, curación, petición de lluvias o de culto a los cerros, hechos por antiguas sociedades de cazadores-recolectores que ocuparon esa zona durante el primer milenio de nuestra era (siglos I al X d.C.).
Otro descubrimiento ligado a grupos de cazadores-recolectores se dio en el sitio arqueológico Fin del Mundo, Sonora, donde se encontraron una punta Clovis de 11 cm de largo y herramientas pertenecientes a este grupo poblacional, considerado por mucho tiempo como los primeros pobladores del continente americano, cuyos vestigios se han fechado en alrededor de 12,000 años, correspondiente al periodo Pleistoceno Terminal.
Un hallazgo de gran relevancia fue un teatro maya posiblemente usado por personajes de élite hace 1200 años de antigüedad en el sitio arqueológico Plan de Ayutla, en Ocosingo, Chiapas, para realizar representaciones escénicas de carácter artístico, religioso, simbólico y sobre todo político, como una herramienta utilizada por el grupo de poder en turno (entre 800 y 850 d.C.) para legitimarse ante minorías destacas de la región. El foro se descubrió en la Acrópolis Norte, y era de capacidad reducida, a lo sumo para 120 personas.