Voces del Periodista Diario

Otis: Terror y destrucción Futura advertencia

La furia del huracán Otis comenzó la destrucción de Acapulco al filo de la media noche. Las imágenes a la luz del nuevo día no dejaron lugar a dudas. Muchos de los turistas y el millón y medio de habitantes de la urbe costeña, junto con los municipios aledaños, recordarán esos primeros momentos del 25 de octubre (25/O) como su peor pesadilla, sin exagerar.

Se les fue la luz, se cortó internet y se quedaron aislados; algunos mirando desde lo alto no daban crédito a lo que veían: los ventanales rompiéndose y los objetos volando por los aires, todo en medio de los aullidos y estruendos que causaban los vientos del feroz y mortal meteoro -de 250 km/h, con rachas de hasta 315 km/h-.

Los más altos edificios se estremecieron y los chorros de agua se metieron hasta debajo de las camas en los lujosos hoteles; y hasta la cocina en los caseríos de barrios pobres. No parecía haber escondite seguro, de acuerdo con abundantes testimonios.

Otra vez la realidad brutal nos demuestra que puede ser peor que la ficción más descabellada.

Pasada la tormenta, y ya en medio de la calma tensa, se debe dar paso al análisis del suceso. Lo importante es la ponderación objetiva, con la finalidad de obtener lecciones para el futuro.

Los fenómenos climatológicos amenazan al planeta. No es consuelo ni sirve a la causa preventiva decir que todo mundo está expuesto o que los desastres naturales son inevitables. El país tiene que sacar lecciones de los fenómenos recientes o enfrentar dolorosas vivencias en su porvenir. Las tragedias enseñan, y este es el caso.

Se debe ahondar en el análisis sin escatimar detalles, para el control de daños y el deslinde de responsabilidades. Sin rendición de cuentas, lo inevitable es la repetición de los errores fatales.

En espera de datos concluyentes, lo que se dice es que autoridades de todos los niveles y la población en general demeritaron las alertas y se fueron a dormir sin mayores preocupaciones.

Dada la magnitud del desastre y los impactos económicos -por las indemnizaciones y la rehabilitación obligada-, expertos calculan costos históricos de diez mil a 15 mil millones de dólares, según antecedentes. Por eso debe esperarse que las investigaciones sigan el debido proceso y lleguen a las últimas consecuencias.

Para enfrentar los reclamos, el gobierno federal presentó un plan de reconstrucción por 61 mil millones de pesos -menos de tres mil millones de dólares: “No habrá límites presupuestales”, ofreció el presidente.

Analistas del ramo advirtieron de inmediato que el monto es insuficiente, con mucho.

Como sea, la lección saldrá muy cara a todos. Es necesario y urgente hacer conciencia – de acuerdo con los reportes de especialistas- de que el cambio climático está magnificando los fenómenos y lo que venga puede ser peor. Otis fue la señal.

En lugar de avanzar con premura en las medidas preventivas, varios gobernantes del planeta brillan por su parsimonia o sus retrocesos. Duele admitir que es el caso de México en el desarrollo de nuevas fuentes de energías limpias. Los funcionarios y los expertos en materia de protección civil tienen mucho trabajo por delante. Ninguna medida preventiva sobra.

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