Voces del Periodista Diario

Estados Unidos: De la secesión a la depresión

DESTINO MANIFIESTO

Abraham García Ibarra

La eventualidad de que Donald Trump sea sometido con éxito a juicio político entró en su ruta crítica en la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata. Por la vía parlamentaria, el inquilino de la Casa Blanca puede navegar por ahora como en balsa sobre aceite: Se requerirían dos tercios de votos en el Senado para que el proceso culmine en su contra. El Senado está dominado por el Partido Republicano; el mismo que llevó al desquiciado anaranjado al Salón Oval. Como sea, el juicio político le ha metido sabor a las elecciones presidenciales que se resuelven en las urnas el primer martes de noviembre de 2020. La fase electoral previa y su desenlace quedan en los términos de pronóstico reservado.

Los gringos llegaron a la civilización sin pasar por la cultura

Lo que del sabroso affaire se puede rescatar, es una vieja conclusión de que los Estados Unidos llegaron a la civilización sin pasar por la cultura, manifestación que ha pasado a ser edicto público.

En ediciones especializadas en Geografía se nos presentan a colores las maravillas —10 expresiones elevadas a Patrimonio de la Humanidad—, en territorio estadunidense.

Encabezan la lista Las misiones de San Antonio, debida a capellanes de los expedicionarios españoles. El Parque Nacional de Mesa Verde y Cahokia Mounds, cuya preservación —no sin resistencia de la supremacía blanca—, es obra de pueblos originarios; si vale subrayarlo, indígenas. Incluso, La estatua de la Libertad,es donación de Francia (1886).

La rosa de los vientos y el destino manifiesto

Desde la perspectiva de la cultura religiosa, 46.5 por ciento de la población estadunidense profesa el protestantismo de factura británica. Esta doctrina llegó al territorio norte de América presidida por la Biblia y La Rosa de los vientos, código y símbolos de la Iglesia Anglicana: Su literatura habla de la predestinación, que se sustancia en el slogan Destino manifiesto, devenido Doctrina Monroe; más política que doctrina.

(La Comunión Anglicana tiene a su pontífice, con jurisdicción de facto, en el Arzobispado de Canterbury. Su autoridad es avalada por un Consejo Consultivo que se reúne cada tres años. A sus sesiones concurren las jerarquías periféricas, entre las que se hallan las de los Estados Unidos, en variadas denominaciones locales.)

Una abstracción del aristócrata Alexis de Tocqueville

El predicador precursor del Destino manifiesto fue el presidente James Monroe (1817-1825): El lema: América para los americanos. Obviamente, contra toda injerencia extranjera, preferentemente la europea, acechante desde entonces sobre el continente americano.

De esa barbaridad nativista hizo abstracción Alexis de Tocqueville, de la nobleza francesa, jurista e historiador liberal que en 1836 lanzó su obra La democracia en América; texto apologético por el que, desde la primera mitad del siglo XIX, los Estados Unidos se sienten autorizados, con vocación colonialista, a la exportación de su modelo democrático al resto del mundo.

El asesinato, ruin método en la pugna por el poder político

A propósito de “democracia” estadunidense, vemos algunos negritos en el arroz: La irracional pugna interna por el poder político, en la que los escrúpulos son desplazados por la acción directa.

En 1865, el autor de La proclamación de emancipación, Abraham Lincoln, fue asesinado de un disparo por el delirante John Wilkes Booth, brazo ejecutor de los esclavistas sureños.

En septiembre de 1881, corrió la misma suerte el presidente James A. Garfield. Había aparecido como caballo negro un año antes en que los republicanos no lograron acuerdo para la nominación de candidatura presidencial.

Garfield, ya electo, había sido amenazado por sus propios simpatizantes cuando se negó al reparto de prebendas a cambio de su apoyo electoral. La mano que mueve la cuna se valió de un abogado transa, Charles Jules Guiteau, quien se encargó físicamente de la ejecución. Apenas duró seis meses el mandato del presidente.

El último veterano de la Guerra Civil (Secesión), el republicano William McKinley fue electo presidente en 1896. Volvió a la Casa Blanca en 1900, sólo para ser asesinado por el anarquista Leon Czolgoszen septiembre de 1901. Mckinley fue gestor de la Independencia de Cuba del yugo español, extendiendo el dominio de los Estados Unidos sobre Puerto Rico y Filipinas.

En la muerte de Kennedy, sólo un asesino solitario

Lo que en noviembre se conmemorará es el 56 aniversario del asesinato de John F. Kennedy, en Dallas, Texas. Sobre el crimen rondó la sombra de La mafia, pero la Comisión Warren encontró a un asesino solitario, Lee Harvey Oswald.

Después, en indagatorias periodísticas se implicó a Allen Dulles, ex director general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), depuesto por Kennedy de su encargo por el estridente fracaso de la Operación Bahía de Cochinos (Cuba).

Juristas especializados en la Constitución de Estados Unidos concluyen que el presidente difícilmente puede ser enjuiciado por traición, sobornos, faltas y otros “altos delitos”, causales de procedimiento judicial. La opción es el juicio político, en cuyo caso la instancia jurisdiccional es el Senado, en el que se requiere mayoría calificada para allanar la sentencia.

El escandaloso episodio de Richard M. Nixon

El expediente consultado habla de Andrew Johnson (1868), por remover a su secretario de Estado sin consultar al Senado. El procedimiento quedó trunco.

En el siglo pasado, Richard Milhouse Nixon fue amenazado de juicio político por El escándalo Watergate. Optó por su dimisión en 1974. En ese riesgo se vio William Clinton, imputado con su esposa Hillary en negocios inmobiliarios, causa a la que se agregaron conductas sexuales inapropiadas con la becaria Mónica Lewinsky.

Barack Obama estuvo en la misma tesitura en 2013-2014 por operaciones en Libia.

El fiel de la balanza en esas circunstancias lo inclina la mayoría en el Senado, según el partido del presidente en turno.

Son, pues, los anteriores, precedentes que ponen en cuestión La democracia en América.

¿Se le puede acusar a Trump de intencionalidad corrupta?

En el caso de Trump, la cámara de origen del juicio político es la de Representantes. En esta instancia, algunos legisladores republicanos se han sumado a la mayoría demócrata, promotora de la iniciativa que se funda en diversas causas,entre las que aparece riesgos a la Seguridad Nacional y reincidentes transgresiones a la Constitución, atentando contra el Poder Legislativo.

Por supuesto, al inquilino de la Casa Blanca le sobran abogados. A manera de ilustración, sólo citamos a John Patty, profesor de Ciencias Políticas de la insospechable Universidad de Chicago, célebre placenta del neoliberalismo.

Patty sostiene alegatos varios: Uno de ellos es que a Trump se le tendría que comprobar contundentemente intencionalidad corrupta en las desviaciones a la ley, entre las que se señala acusadamente obstrucción de la justicia. Quién sabe a qué siquiatra recomiende Patty para diagnosticar y dictaminar la visible “intencionalidad corrupta” de Trump.

Como ese es un asunto que corresponde a la cámara baja de El Capitolio, aquí dejamos en suspenso esta entrega, no sin advertir que el justiciable tiene de su lado a la mayoría republicana en el Senado.

La democracia gringa, serpiente mordiéndose la cola

Del hilo conductor de esta narrativa, retomamos algunas costuras: De la Guerra de Secesión de mitad del siglo XIX, a la Gran Depresión de 1929 y su reproducción en 2008-2009. Los analistas financieros aseguran que de la recesión a la depresión económica en 2019 existe una línea muy frágil. A lomo de esos signos cabalga La democracia en América. Es cuanto.

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Redacción Voces del Periodista